No hay retorno

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Renata Cabrales
@RENATARELATA 

“La tristeza no vuelve inteligente. En la tristeza estamos perdidos. Por eso los poderes tienen necesidad de que los sujetos sean tristes”, esta frase de Gilles Deleuze, habría que tenerla en cuenta en estos tiempos que devienen todos los tiempos en Colombia, pues los mismos poderes de siempre se han encargado de mantenernos tristes y angustiados para que no pensemos, para que creamos que son ellos los únicos que tiene la solución de ese horrible estado de ánimo y por ende, quienes nos pueden devolver la certeza de toda estabilidad.

Con horror, vemos el oscuro horizonte de muerte, la muerte que nos venden como necesaria para sacarnos de la oscuridad a la que nos han condenado.

Lo vivimos hace pocos días con las víctimas del explosivo en la Escuela de Cadetes, lo vivimos en la época de Pablo Escobar y lo hemos estado padeciendo con el uribismo y el paramilitarismo desde la época del genocidio de la Unión Patriótica, que se ha extendido hasta estos tiempos, con el hostigamiento y asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales, con la venia de un Gobierno que se hace el sordo, ciego y tonto (no en vano sus payasadas en público y metidas de pata), ante esta barbarie que atenta contra la paz de un pueblo que no quiere ver correr más ríos de sangre.

Pero, acaso, todas esas experiencias nos han dejado suficiente perspicacia para darnos cuenta de que dicho acto terrorista se da convenientemente en momentos en que el pueblo pide la renuncia de un Fiscal presuntamente  sospechoso de estar implicado en el caso, en momentos en que se exige la continuación de los diálogos de paz con el ELN, en momentos en que el Gobierno le otorga de manera descarada el galardón de Fedegán a la nada agradable pareja Lafaurie-Cabal y le aplaude al nefasto Carrasquilla la venta de Ecopetrol, entre otras desgracias que son consecuencia exclusiva de este Gobierno guerrerista y corrupto.

Pero ahí está el presidente salvador que promueve una marcha contra el terrorismo y contra las muertes que sí importan, porque las víctimas de la izquierda no tienen dolientes en un país que desprecia el pensamiento crítico y la diferencia, así que en plena campaña por la alcaldía de Bogotá, el uribismo arribista invita a pronunciarse para quedar como los buenos del paseo, pero ya casi nadie les cree, ellos mismos se harán cargo de quitarse la máscara.

Después de todo, es momento para tener fe en la indignación de esa otra parte del pueblo que ya no se deja engañar y que se moviliza, a pesar del miedo impuesto contra todas las injusticias sociales exacerbadas en el momento en que la paz era la salida. Porque nunca es tarde para rebelarse, porque “a partir de cierto punto no hay retorno. Este es el punto que hay que alcanzar”, como dijo alguna vez el reconocido novelista, Franz Kafka.