No se pudo callar el descontento

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Manifestaciones pacíficas fueron interrumpidas por la violencia del Esmad. Foto Pulzo.

La ciudad se ubica como la más cara del continente en la prestación del transporte público. Fue paralizada por el descontento social y la administración respondió con violencia

Carolina Tejada

ciudad se inundó de movilización social que rechazaba masivamente los altos costos y el mal servicio del Transmilenio y el SITP. Desde la última semana del mes de marzo y con diferentes manifestaciones que se prolongaron hasta el primero de abril, en las diferentes troncales de Transmilenio, particularmente en el portal sur de la ciudad

Los elementos que colapsaron el sistema

La crisis que se ha venido agudizando en los últimos meses va desde los largos trancones entre estación y estación, las colas interminables que deben hacer los usuarios para poder acceder a los portales o a cada una de las rutas de alimentadores, sumado a los altos costos del mismo lo cual deja a la ciudad de Bogotá con las tarifas más altas del continente en la prestación del  transporte, entre otros elementos. A esta misma situación que tiene agotada a la ciudad, se le suma la de la contaminación ambiental producto de la cantidad de buses viejos que hacen parte del SITP, y que a falta de la suspensión de los mismos, estos han ayudado en que la carga de contaminación en la ciudad aumente paulatinamente.

Todos estos elementos han hecho que cientos de usuarios no resistan más la incapacidad de la administración de ofrecer una verdadera política de movilidad, que además de corresponder con la demanda que tiene la capital para moverse internamente, supere el obsoleto servicio que a la vista muestra un colapso total.

La respuesta social

Desde el martes 28 de marzo, iniciaron las manifestaciones masivas, la primera de ellas en la estación de Transmilenio San Mateo, en Soacha. Desde muy temprano los usuarios se volcaron a las vías, otros tantos en las mismas estaciones con carteles y cánticos, hacían un llamado público a que se respetara a quienes día tras día tenían que vivir el carma del transporte. Inmediatamente y antes de encontrar respuestas por parte de la administración, el Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, se hizo presente con el objeto de dispersar a los manifestantes. Una verdadera batalla campal se vivió en el portal. Varias personas resultaron heridas, producto del exceso de la fuerza pública, así lo hicieron saber públicamente las personas que estuvieron allí.

Una de las víctimas de este escuadrón fue el joven  Sebastián Ramírez, de 22 años, estudiante de ingeniería agronómica en la Universidad Nacional, quien se dirigía a una clase de natación y en medio de las acciones desmedidas del Esmad, recibió un impacto de bala de goma en el ojo derecho. “El señor del Esmad le dispara una bala de goma en la cara, mi hijo no estaba en las protestas, él iba para su clase de natación, hay testigos que así lo confirman”, fueron las declaraciones de la madre de Sebastián.

Según informó la Secretaría de Movilidad, las protestas ciudadanas llevaron a que  más de 20 estaciones de Transmilenio no pudieran prestar el servicio.

Los estudiantes principales afectados por las medidas del alcalde

El día siguiente a esta primera jornada en uno de los más importantes portales de la ciudad, dado el alto nivel de población que moviliza, en las horas de la mañana nuevamente se presentaron colatones masivos y manifestaciones, particularmente por estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional y la Universidad Distrital, los estudiantes exigían comprensión por las altas tarifas y aseguraban que son ellos quienes más sufren con este incremento.

En esta jornadas el Esmad también se hizo presente y como de costumbre intentó dispersar las manifestaciones. Varias personas fueron detenidas y otras tantas heridas. En el marco de las protestas en el Portal El Tunal, 11 estudiantes fueron retenidos por la Policía Nacional. Entre este grupo se encontraban tres estudiantes de pedagogía infantil, de la Universidad Distrital: Diana Paola Castillo, Marcela Rodríguez y María Alejandra Peña, integrantes de la Asociación Colombiana de Estudiantes Universitarias. Ellas fueron llevadas al CAI de Venecia, donde posteriormente fueron puestas a disposición de la Fiscalía en la URI Molinos, para su judicialización. Las jóvenes sin cargos y sin comunicación con los abogados que pretendían ayudar en su defensa, permanecieron más de 24 horas aisladas. Finalmente las dejaron libres ante la presión de la ciudadanía y porque según los abogados del Comité Permanente de Derechos Humanos, no había motivos para dicha detención.

Para día viernes 31 de abril, las manifestaciones continuaron, esta vez los estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional, UPN, salieron en una manifestación pacífica para exigir se bajaran los costos del sistema de transporte y se brindaran soluciones reales ante el pésimo servicio. Los universitarios se ubicaron sobre las inmediaciones de la Calle 72. El plantón fue realizado al tiempo que se denunció la presencia de un helicóptero de la policía nacional, quienes al tiempo de la llegada del Esmad, fueron enviados por la alcaldía de la ciudad para dispersar la manifestación, comenzaron a disparar indiscriminadamente  contra los estudiantes.

En esta acción de la policía ocho estudiantes resultaron heridos, y 15 más detenidos. Dos de los heridos fueron un joven de 19 años de edad que presenta cefálea tipo punzada y otro de 19 años, que sufrió un impacto  en la cabeza.

El primero de abril continuaron las acciones de protesta. Esta jornada estaba planificada desde el día en el que se conoció el alza del transporte. Y sin más medidas que las de evitar la movilización social y el rechazo ciudadano, la ciudad amaneció militarizada en cada portal y estación. Según la administración, la seguridad se reforzó con 500 policías en Transmilenio, estos se ubicaron en las diferentes estaciones.

Entre las diversas manifestaciones que se desarrollaron en menos de una semana y la forma violenta que se utilizó para acallar el descontento social, el nivel de aceptación al alcalde bajó. Pues miles de personas que no hacían parte de las manifestaciones, aunque inconformes con el servicio, se sumaron a la indignación por la forma en la que se quiso acallar a la población. Bogotá continúa entre una mala gerencia y el creciente llamado a la revocatoria del alcalde.