No es tiempo para tibios

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Acto cierre de campaña de Petro en Barranquilla. Foto Carolina Tejada Sánchez.

Hernán Camacho
@camachohernan 

Las tesis neoliberales triunfantes en la política y la economía se profundizan. La reducción del tamaño del Estado, el libre mercado y la función pública para la acumulación y ganancia del capital, se encuentran en el Plan Nacional de Desarrollo, PND, presentado por Duque.

Aunque el Gobierno no ha encontrado su brújula política, el timón neoliberal no le vacila al “subpresidente”. La estructura de la tierra no se toca, la generosidad con el capital extranjero se mantiene y la represión social se endurece. Los huevitos de Uribe volvieron en forma de Pactos por la Equidad. ¿A quién engañan?

Ni un puño de tierra para cumplir los acuerdos de paz. Todo lo contrario, los despojadores irán por más, los ganaderos se empoderarán en las regiones y los gremios agrícolas, mandamases del poder, administrarán la política pública. Desmontarán vía desfinanciamientos institucionales gubernamentales del sector. Pretenderán reformar la ley de víctimas y desconocer la naturaleza del conflicto.

El Pacto por la Equidad es la continuidad de las locomotoras depredadoras de recursos naturales. La consigna producir conservando y conservar produciendo, además de vacía se convertirá en una feria de títulos para las multinacionales que han puesto sus ojos en la fractura hidráulica de minerales. Un barril de petróleo extraído por fracking agota el agua que necesita un ser humano para vivir 80 años. El PND es bondadoso con las garantías jurídicas y económicas para la explotación minera. Todo un festín minero energético.

El Pacto por la Legalidad del PND es una reforma amplia al Código de Policía, el viejo anhelo de criminalizar la protesta se hará realidad; así como coartar las libertades públicas y perseguir la opinión diferente. Será criminal la minería artesanal o una reunión sindical, un estudiante protestando o un vendedor informal, fumar un porro o una consulta popular. Volverán las chuzadas, los informantes y militarizar la cotidianidad.

Ahora bien, ni Duque es Uribe, ni la bancada alternativa de hoy es la misma del Frente Social y Político, laboratorio de unidad de la izquierda que enfrentó los primeros años de Uribe. Y sobre todo el país ya no está aturdido ante los sofismas de la derecha.

Con un pueblo sin miedo, consciente y resistente la disputa política es a otro precio.

El mar de la conflictividad social está picado. Hoy más que nunca la estrategia es combinar todas las formas de movilización: la calle y las urnas, las redes y la ideología, la defensa de la vida y el territorio. No es tiempo para tibios, sino para definiciones. Cero concesiones a Uribe/Duque/Carrasquilla a Odebrecht/Aval, a la guerra externa e interna. Se debe avanzar en profundizar radicalmente la democracia. Los que se queden en el centro, pierden.