Venezuela no entró en la gran confrontación anunciada ni estalló la guerra civil. Ni las autoridades en Miraflores dieron papaya para una intervención militar norteamericana. Buena parte de la debacle anunciada por Guaidó, se quedó en los medios de información
Alberto Acevedo
En las horas previas al concierto sobre el puente Tienditas, el autoproclamado ‘presidente encargado’ de Venezuela, Juan Guaidó, dijo en torno a la pretendida ‘ayuda humanitaria’, que el 23 de febrero, los conteiners, con 800 toneladas de productos entregados por la Usaid, “sí o sí”, cruzarían la frontera.
Acompañado del coro de séquitos del Departamento de Estado norteamericano, integrado por Iván Duque, Sebastián Piñera, Mario Abdo Benítez y Luis Almagro, Guaidó aseguró que el 23 de febrero marcaría el fin del régimen de Maduro, que su permanencia en el gobierno en Miraflores sería cosa de horas -incluso lo trató de expresidente-, y que las Fuerzas Armadas Bolivarianas en forma masiva se pondrían al servicio suyo en su condición de presidente provisional. Además, desde Caracas se producirían gigantescas movilizaciones de opositores al gobierno bolivariano, que irían a acompañar los camiones con ayuda norteamericana.
Ni lo uno ni lo otro. Nada de eso pasó. El gobierno de la revolución bolivariana no se desmoronó y algunas deserciones en las Fuerzas Armadas -no tantas como las presentó la prensa al servicio de la intervención en Venezuela- no son significativas para indicar que hay un derrumbe de la disciplina militar. Las autoridades en Caracas hablan de siete deserciones. CNN habla de 60; la mayoría son policías, no miembros de las Fuerzas Armadas. Y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, FANB, tiene 235.000 miembros en filas.
Por el control territorial
El anunciado Día D fue un fracaso. Los pronósticos apocalípticos no se produjeron. El presidente Maduro no cayó y Guaidó se quedó en Cúcuta. Venezuela no entró en la gran confrontación anunciada, ni estalló la guerra civil. Ni las autoridades en Miraflores dieron papaya para una intervención militar norteamericana. Buena parte de la debacle anunciada por Guaidó, se quedó en los medios de información.
Uno de los objetivos de la arremetida violenta de la oposición el 23 de febrero, era tomar una parte del territorio venezolano, e instalar allí el gobierno de Guaidó. Esa fue una de las razones de su viaje a Colombia. Pero tampoco se pudo.
Si esa era la estrategia golpista, y de los numerosos asesores norteamericanos que se concentraron en Cúcuta, la aventura fue un fracaso. La oposición en Caracas se movilizó en las horas de la mañana y se fue a almorzar temprano. En la tarde permanecieron en sus casas viendo televisión.
Bandera falsa
La magnitud de resultados prometidos por Guaidó y sus seguidores produce desilusión entre la base social de la oposición, que comienza a ver a su líder como un bocón, que habla más de la cuenta. En contraste, las fuerzas chavistas se movilizaron en Caracas y otras regiones del país, enfrentaron a las bandas guarimberas y expresaron su respaldo al proceso bolivariano y a su presidente, Nicolás Maduro.
Pero, el 23 de febrero, fechado por la oposición golpista como un ultimátum para el ingreso de una supuesta ayuda humanitaria, estuvo signado por las denominadas operaciones de bandera falsa en la zona de frontera, una categoría de combate que se menciona en los manuales de operaciones del ejército de los Estados Unidos.
Una de ellas fue la embestida de dos tanquetas de la Guardia Nacional, robadas por un par de policías, que se fueron contra las barreras de seguridad instaladas en el Puente Simón Bolívar y que fueron recibidos por representantes de la oposición. “Es uno de los nuestros, no disparen”, alcanzó a gritar un diputado opositor que esperaba desde la parte colombiana, mostrando que fue una acción planificada, que en medio de una maraña de cámaras y micrófonos, dio pie para que hablaran de “deserción masiva” en las filas castrenses venezolanas.
Incendio en la parte colombiana
Otra operación de falsa bandera se puso en ejecución sobre las horas del medio día, cuando Guaidó informó a los medios del ingreso a territorio venezolano de los primeros camiones con ayuda humanitaria, desde territorio brasileño. En realidad, dos grandes furgonetas permanecieron todo el día estacionadas a 300 metros de la frontera y jamás se movieron de ese sitio.
En forma simultánea, CNN, NTN24 y otros medios, informaban que la primera caravana de tractomulas con ayuda humanitaria había cruzado el puente Simón Bolívar, en la frontera colombiana. No es cierto. Ningún camión cruzó territorio venezolano, ni desde Colombia ni desde Brasil.
Otra operación de bandera falsa fue el incendio de dos camiones con supuesta “ayuda humanitaria” de Usaid. Basta mirar una fotografía aérea del lugar, para ver que la quema de los vehículos se produjo en territorio colombiano y la provocaron los mismos encapuchados que se enfrentaban en esos momentos a la Guardia Nacional venezolana. Emplearon para ello bombas molotov e inculparon a la Guardia Nacional.
Noticias falsas
A lo largo de la jornada del 23 se crearon focos de tensión, que tenían el objetivo oculto de intentar tomar el control de una zona fronteriza para instalar el gobierno de Guaidó. El área de los puentes Simón Bolívar, Tienditas y Francisco de Paula Santander, fue escenario de un primer pulso matutino, que provocó enfrentamientos hasta el domingo en la noche. Más tarde, con el traslado de activistas ‘guarimberos’ de varias regiones de Venezuela, se intentó una operación de perturbación del orden público en Ureña y San Antonio, donde se buscó ocupar el aeropuerto local.
Todas estas acciones estuvieron acompañadas del despliegue de cámaras de noticieros colombianos, norteamericanos y de otros países, de redes de tuiteros que proclamaron una y otra vez el fin del régimen. La embestida fue desde varios flancos: militar, insinuando el quiebre de la moral de las tropas; mediático, psicológico, diplomático, territorial. Fue un festín de noticias falsas. Pero la batalla final anunciada contra el chavismo fracasó. ¡Kaput! Venezuela es sede de la dignidad latinoamericana.
En lo interno, Guaidó se quedó con el discurso, y una imagen debilitada ante el ciudadano común. En lo externo, fracasada la estrategia de “ayuda humanitaria”, los gobiernos títeres de Estados Unidos, con el de Colombia a la cabeza, le apuestan ahora a la intervención militar directa. Es la estrategia que se ensayaba desde Bogotá, al cierre de esta edición, con la presencia de los gobernantes del Grupo de Lima y la del vicepresidente norteamericano Mike Pence. Y desde luego, con la asistencia de Juan Guaidó, el único, ‘presidente’ en el mundo que reclama la invasión de tropas extranjeras a su país. ¡Semejante demócrata!
En Caracas, las autoridades chavistas indicaron que el gobierno hizo lo que debía hacer, defendió su dignidad nacional, y el plan de golpe y el conato de invasión fracasaron. Y aun que es un triunfo para el proceso bolivariano, reconocieron que no hay que bajar la guardia y reclamaron la solidaridad de los pueblos y de los sectores democráticos y progresistas de América Latina y el mundo.