Magnolia Agudelo
El feminicidio y la violencia en general contra las mujeres constituyen un problema estructural del sistema capitalista neoliberal patriarcal; un sistema clasista, que impone una división sexual del trabajo y relega a las mujeres al espacio privado o íntimo. Los feminicidios, la trata de personas y el comercio sexual profundizan la desigualdad, la explotación, la opresión y la subordinación de las mujeres, lo que se traduce en una pandemia que pervive por la indolencia e indiferencia por la vida de las mujeres por parte del Gobierno nacional.
Así mismo, esta forma de violencia es un crimen de Estado, como lo afirma la teórica feminista, Marcela Lagarde. En tal sentido, las mujeres, el movimiento de mujeres, el movimiento feminista, las personas LGBTI, se declaran en luto nacional por los feminicidios; iniciativa del estallido feminista nacional que reúne una gran confluencia de mujeres que, a partir de la capacidad de resiliencia, han permitido transformar el dolor en resistencia.
El movimiento de mujeres, las personas trans y las diversidades sexuales, sus organizaciones y un conjunto de expresiones desde los territorios, acudieron a la audiencia pública: “Feminicidios, una visión desde la sociedad civil”, iniciativa de la senadora Aída Avella Esquivel y la representante Mónica Valencia, convocada por la junta directiva de la Comisión Legal para la Equidad de la Mujer del Congreso de la República.
La presencia multicolor de mujeres provenientes de gran parte de la geografía nacional hizo posible percibir el sufrimiento, escuchar la voz y el sentir de las mujeres que evidenciaban su dolor por la ausencia de las víctimas por feminicidio; acompañadas de propuestas para que esta violación a los derechos humanos de las mujeres no se quede en la impunidad; hay clamor colectivo que exige al Estado y a la sociedad, un basta ya.
Hay, hoy en día, un acumulado histórico de injusticias y discriminación por parte de una clase hegemónica patriarcal e indolente, enemiga del proyecto histórico de las mujeres, a las que ha invisibilizado. El legado y aportes de las mujeres aunado a la agenda feminista, las denuncias y movilizaciones son un camino que contribuye a las transformaciones democráticas, lo que requiere nuevas juntanzas que potencien el pacto histórico de los sectores democráticos y progresistas, para abrirle paso a un gobierno de convergencia para la transición democrática y popular.
La lucha del movimiento de mujeres por la erradicación del feminicidio y la violencia contra las mujeres constituye una lucha política contra el poder patriarcal.
Por lo tanto, es un campo abierto para avanzar en el posicionamiento de las mujeres en la política, para cambiar la política y el régimen que incentiva las relaciones desiguales entre los sexos y profundiza la lucha de clases, la pobreza y la miseria. Urgen políticas y presupuestos que dignifiquen a las mujeres. Se necesita voluntad política, escuchar las voces y palabras de estas, y responder a sus justos reclamos para que cese el feminicidio, la exclusión, la discriminación, la impunidad y políticas educativas para transformar la desigualdad entre los géneros y acabar con los estereotipos que ponen en condiciones de desigualdad y vulnerabilidad a las mujeres y a las personas LGBTI.
Por eso exigimos el recorte del presupuesto militar e implementar el Acuerdo de Paz con enfoque de género y parar la guerra. Luto nacional por feminicidios. Las trabajadoras exigimos un 8 de marzo en las calles.
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