Nos queda la literatura

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Renata Cabrales
@RenataRelata

El concepto de mímesis de Aristóteles, el filósofo Eric Auerbach lo retoma en en Mímesis: la representación de la realidad en la literatura occidental y expresa que la literatura que imita la realidad no puede implicar que la copie, puesto que las palabras no podrían ser copia de acciones y personajes, ya que estos no están hechos solo de palabras. Entonces, la mímesis sería la manera de “elaborar” la realidad que tiene la literatura.

Es así como a través de la literatura, el autor crea una realidad social a partir de las palabras, en un intento de elaborar una obra que tiene como referente la sociedad en la cual se inspira para crear un mundo nuevo.

En cuanto a la sociocrítica literaria, para el crítico ruso Mijail Bajtin, en Estética de la creación verbal, “el texto se genera desde la experiencia valorativa de un hombre dado, capaz de vincular al objeto textual con cierta visión organizada, específica del mundo, de tal suerte que materia verbal, conciencia estética (en el caso del texto literario) y experiencia vital se relacionan de forma entramada para formar un todo complejo”.

Un ejemplo de la relación literatura-sociedad es la obra de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”, un caso de representación de la realidad, no solo de Colombia sino de América Latina. Macondo, el escenario imaginario de la novela, en su descripción, se parece a muchos pueblos de la costa caribe de Colombia.

Esta novela, a través del estilo narrativo del autor, el realismo mágico, reproduce un episodio de la historia del país que había sido prácticamente ocultado por la historia oficial, hasta convertirse casi en un mito, ya que después de los hechos se hablaba de “miles de muertos” y en otros espacios de “unos pocos muertos y heridos”. Por todos los medios la elite gobernante buscó ocultar esta realidad.

Se trata de la masacre de las bananeras: “Tratando de fugarse de la pesadilla, José Arcadio Segundo se arrastró de un vagón a otro, en la dirección en que avanzaba el tren, y en los relámpagos que estallaban por entre los listones de madera al pasar por los pueblos dormidos veía los muertos hombres, los muertos mujeres, los muertos niños, que iban a ser arrojados al mar como el banano de rechazo”.

En vista de que el gobierno del Centro Democrático demuestra ser una dictadura solapada nos queda la literatura para crear universos, a través de diferentes estrategias del lenguaje, que tengan como referencia la realidad violenta que enfrentamos, y de esta forma, evitar que nuestra memoria histórica desaparezca.

Hechos demuestran que el CD busca desaparecer nuestra memoria, primero, el nombramiento del director del Centro de Memoria Histórica de Darío Acevedo, quien ha negado la existencia de un conflicto armado interno, luego el proyecto de ley que busca regular la enseñanza de historia en los colegios públicos, sancionando a los profesores que hagan “adoctrinamiento de ideología”. Es decir, serán perseguidos quienes digan la verdad en el aula sobre los actos aberrantes del uribismo.

Esto lo recordamos hace unos días debido a un video que muestra a Uribe en Santa Marta afirmando que “los profesores lavan el cerebro de los jóvenes” y critica el supuesto adoctrinamiento en las instituciones educativas, a favor de “cierta postura ideológica”. Todo esto porque un joven de 25 años le dijo que había sido un mal presidente.