La hoja de ruta de los dos líderes latinoamericanos marca una notable diferencia con los gobernantes de derecha que no impulsan la integración regional, sino lo contrario, la atomización de las relaciones, salvo cuando se trata de atacar al gobierno bolivariano de Venezuela
Ricardo Arenales
Unas relaciones bilaterales dinámicas que toquen el mayor número de aspectos posibles, sobre la base del respeto mutuo, la soberanía y la cooperación fraterna, podrían convertirse en base para el diseño de un nuevo eje progresista en América Latina y el Caribe, en la medida en que irradien para la región una estrategia de fortalecimiento de la integración, la paz, la democracia, el impulso al desarrollo y la defensa de la salud pública en tiempos de pandemia.
Estas fueron, en lo fundamental, las conclusiones de una visita que el presidente de Argentina, Alberto Fernández, hizo a su homólogo de México, Andrés Manuel López Obrador, el pasado 24 de febrero y que, como no sucede ahora en la diplomacia, cuando una conversación de jefes de estado dura dos o tres horas, en esta ocasión el encuentro se prolongó por espacio de tres días.
El pretexto de la visita fue la conmemoración del bicentenario de la independencia de México. Durante las conversaciones se percibió empatía entre los dos gobernantes, Fernández fue declarado huésped ilustre de Ciudad de México y al final del encuentro Fernández y López Obrador suscribieron un documento de cooperación de 15 puntos, que contempla incrementar las inversiones recíprocas, la diversificación del comercio bilateral, el relanzamiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, y del Grupo de Puebla, como motores políticos de la nueva integración.
Visión común
En este sentido, la hoja de ruta de los dos líderes latinoamericanos marca una notable diferencia con los gobernantes de derecha que no impulsan la integración regional, sino lo contrario, la atomización de las relaciones, salvo cuando se trata de atacar al gobierno bolivariano de Venezuela. Un elemento adicional es que, proyectar una propuesta integradora y soberana, sin que los Estados Unidos metan las narices, es de por sí un gran progreso.
Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador tienen una visión estratégica común respecto a la necesidad de una verdadera integración regional latinoamericana y caribeña. Ambos han abogado en este tiempo por el acceso equitativo y universal a las vacunas del coronavirus, han criticado la gestión de la OEA, e incluso se adentran en la cooperación espacial, al sugerir la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio, ALCE.
Libre acceso a las vacunas
Este diseño de cooperación entre las dos naciones tiene antecedentes en la diplomacia cercana. Los dos mandatarios jugaron un papel vital para sacar a Evo Morales de Bolivia en el momento en que avanzaba el golpe de Estado, le brindaron asilo, facilitaron un transporte de emergencia a Ciudad de México y le salvaron la vida en medio de la agresividad y el vandalismo de los golpistas.
Dado que México y Argentina son miembros del G-20, han propuesto a este organismo de cooperación que emprenda acciones contra el acaparamiento de la vacuna contra el covid-19, puesto que hoy en día, diez países almacenan el 80 por ciento de los antivirales. La idea es que el G-20 declare la vacuna un “bien global” para que se aplique de forma universal en todos los países.
Los dos mandatarios hicieron votos para que el proceso electoral en Ecuador “culmine en tiempo y forma y se garantice la continuidad democrática”.
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