Nuevo eje Trump-Bolsonaro

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Es preocupante la petición que ha hecho el presidente brasileño, para que este país haga parte de la Organización del Tratado Atlántico Norte, OTAN, siguiendo los pasos de Colombia

Ricardo Arenales

El giro a la derecha de varios gobiernos de América Latina es una circunstancia desafortunada para el movimiento popular, que ejerce una influencia importante en favor de los intereses de los Estados Unidos en la región. Los Macri, los Duque, todos ellos emulan en ganarse los favores del inquilino de la Casa Blanca, convertido en nuevo ídolo, y todos a una se suben al carro de la guerra de Trump contra Venezuela.

El reciente encuentro entre los presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el de Estados Unidos, Donald Trump, pone en evidencia este maridaje. Ni el anfitrión ni el visitante, ahorraron esfuerzos y zalamerías, en materia de mutua adulación.

La visita del mandatario brasileño, que no tuvo mayor eco en los medios de comunicación norteamericanos, no pasaría de ser un episodio más del a veces aburrido mundo de la diplomacia, si no fuera por la gravedad de los compromisos asumidos por los dos mandatarios y sus repercusiones en la geoestrategia latinoamericana.

Proyecto militar anticomunista

Una cosa de la mayor significación en este sentido, es la petición que ha hecho Bolsonaro, para que Brasil haga parte de la Organización del Tratado Atlántico Norte, OTAN, siguiendo los pasos de Colombia. Desde luego, Trump avaló la petición de su ahora mejor aliado.

La OTAN es una alianza militar de los países de Europa central, instituida como aparato de agresión contra Rusia, China, y más recientemente contra Irán y Venezuela. El organismo se constituyó como mecanismo de “defensa” de las potencias occidentales, tras el triunfo de la revolución rusa y como mecanismo para combatir ‘el comunismo’. Es por consiguiente un proyecto exógeno a la realidad latinoamericana.

El problema es que con el ingreso de Brasil, la mayor economía de la región, y la membresía de Colombia, los dos países de mayor población de América del Sur terminarán siendo rehenes de la política militarista de Estados Unidos y de las potencias occidentales, se abre la posibilidad de suscribir acuerdos bilaterales de cooperación militar con la alianza atlántica, y con estos allanar el camino para una intervención armada, primero en Venezuela y más tarde en Bolivia, Cuba, Nicaragua o cualquier otro país de signo progresista, que se interponga a los planes intervencionistas y anexionistas de Estados Unidos.

La CIA recluta un nuevo amigo

Otro de los acuerdos, que viola la soberanía nacional de Brasil, es la autorización que Bolsonaro ha dado para que Estados Unidos utilice la base militar de Alcántara, con capacidad para el disparo de misiles. Se argumenta que la base militar brasileña sería utilizada por operadores comerciales, como si en Estados Unidos hubiera un divorcio entre la industria militar y la comercial. La base de Alcántara se construyó en 1983, a condición de que no pudiera ser utilizada por terceros.

En el colmo de su actitud genuflexa frente al imperio, Bolsonaro programó una visita a la Agencia Central de Inteligencia, CIA, de los Estados Unidos. Desde luego, no trascendió la naturaleza de los acuerdos a que llegó con el organismo. Se supone que Venezuela estuvo en el primer plano. A una pregunta de un periodista al respecto, el mandatario de Brasil respondió: “hay ciertas cuestiones estratégicas que, si las divulgamos, dejan de ser estratégicas”. Para un buen entendedor, pocas palabras bastan.

De las dos reuniones surge un abanico de coincidencias con el gobernante norteamericano, que permiten hablar de un nuevo eje de la ultraderecha en América Latina, personificado en Trump y Bolsonaro. Este apoya la construcción del muro en México, más medidas represivas contra los inmigrantes, respalda una política de fundamentalismo social y religioso. Con Trump, apoya la política de Netanyahu en Israel, la proclamación de Jerusalén como capital del Estado sionista y la represión contra el pueblo palestino.

Los acuerdos a que llegó Bolsonaro en Washington, provocaron un malestar generalizado entre la cúpula militar y las fuerzas armadas brasileñas. No solo porque consideran que ha habido una cesión de soberanía, sino porque el alto mando castrense, bastante conservador, no está de acuerdo sin embargo con una aventura intervencionista en Venezuela.