Pareciese que la cubana tiene un pacto con los dioses y que su voz posee la textura de algunos vinos, que adquieren mayor calidad con el paso del tiempo, entre aromas y matices
Alberto Acevedo
Considerada por muchos musicólogos como un estandarte de la cultura cubana, y conocida también como ‘la novia del feeling’, a Omara Portuondo en el año 2004 la Cruz Roja Internacional la designó como su embajadora internacional de buena voluntad, la primera artista cubana en alcanzar esa altísima distinción.
Por esa época, Omara fue nominada a los Premios Grammy en la categoría de Mejor Disco Tradicional Tropical, por su canción Flor de amor. En ese momento no alcanzó el anhelado galardón, que sí obtuvo en la edición de 2009 de los Grammy.
Los dos acontecimientos son apenas hitos, en una larga y fecunda vida artística de más de setenta años, que hoy se suman al 90 aniversario de su natalicio, que se cumplió el pasado 29 de octubre. En esta fecha, del año 1930 nació en La Habana Omara Portuondo, en el hogar de un hombre negro, y una mujer blanca, que por esta condición sufrieron los rigores de la discriminación racial, situación que aún hoy, la popular cantante recuerda con lágrimas en los ojos.
El inicio
Los primeros pasos en su vida artística no fueron con la música, propiamente dicha, como se le conoce ahora. Omara quería ser bailarina, y de hecho, en esta actividad transitó algún tiempo por bares, cabarets y centros nocturnos de diversión. En algunas ocasiones con su hermana Haydee.
Pero hacia la década de los cuarenta se encontró con el feeling, una mezcla de bossa nova y jazz norteamericano, y eso le arrebató el corazón. Desde entonces, supo que la música era su destino. El estilo la emocionó de inmediato y el género lo interpretó de la mano de la orquesta Los Loquibamba, y del pianista ciego Frank Evelio Flynn.
A partir de allí fue solo una carrera de éxitos musicales. Se vinculó al conjunto Anacaona; con su hermana Haydee integró un cuarteto vocal femenino llamado Las D’Aída, que integró además con Elena Burke, Moraima Secada y la pianista Aída Diestro. Fue una carrera musical de 15 años en la que compartió escenario con figuras como Edith Piaff, Pedro Vargas, Rita Montaner, Bola de Nieve, Benny Moré y Nat King Cole, entre otros.
Un momento especial en su carrera lo hizo al lado de la orquesta Buena Vista Social Club, que la elevó a la categoría de ‘Diva’, otro título más que acumula en su palmarés. Cuando se habla de la Diva del Buena Vista Social Club, o indistintamente de la ‘novia del feeling’, ya se sabe de quién se habla.
Pacto con los dioses
Omara Portuondo es consciente de que ocupa ese podio. Por eso en una entrevista reciente con un medio de comunicación de España, dijo en forma categórica: “Me gusta ser un símbolo de Cuba, me siento realizada, es como si fuera la bandera cubana”. Y es que, al lado de su voz, de sus boleros está también su cubanía, su sentimiento patrio, característica de todos los cubanos. Ella misma -se puede decir de algún modo-, nació con la revolución, y en medio de sus numerosas giras por el mundo, jamás se sintió tentada, como otras compatriotas, a desertar de la patria, a dejarse tentar por ofertas de dinero, a traicionar la revolución que la vio nacer.
Para la periodista Liz Arianna Bobadilla, “pareciese que la cubana Omara Portuondo tiene un pacto con los dioses y que su voz posee la textura de algunos vinos, con esa capacidad de adquirir mayor calidad conforme pasa el tiempo, entre aromas y matices”.
Y es que, a propósito de su voz, que conserva vital a pesar de sus nueve décadas de vida, ha dicho en la celebración de este aniversario, que en realidad comenzó desde el mes de enero, que “habrá Omara para rato”. “Voy a cantar hasta que me muera”, dijo, y, tal vez, después de que se muera, seguirá cantando, porque como dice la periodista citada, “pensar en Omara sin pensar en Cuba, no es posible”.
Repertorio
En esta perspectiva, Omara no ha parado de cantar en los últimos años. Quienes han tenido la fortuna de escucharla, han disfrutado boleros famosos como Drume negrita, Dos gardenias, Adiós felicidad, La última noche que pasé contigo, Lágrimas negras, Veinte años, Por eso soy cubana, Quizás, quizás, quizás y Amor de mis amores, entre otras.
No hace mucho, ante un auditorio colmado hasta el techo, el público escuchó: “poniendo la mano, sobre el corazón, quisiera decirte, al compás de un son, que tú eres mi vida, que no quiero a nadie, que respiro el aire que respiras tú.” Era un sentido homenaje al mexicano Agustín Lara, con su canción Amor de mis amores, autor que influyó de manera decisiva en su carrera musical.
Durante su trayectoria, Omaira Portuondo grabó al menos 30 producciones discográficas, actuando como solista, con la Orquesta Aragón, con la banda Buena Vista Social Club. Realizó giras por Colombia, Puerto Rico, México, Venezuela, Estados Unidos, Rusia, Japón, Francia, Bulgaria, Alemania, Italia, España, Finlandia y numerosos países más.
Este año, varias disqueras publicaron ediciones conmemorativas de su producción. Esto les han permitido a sus seguidores comprobar que con el tiempo su voz no cambia, sigue siendo cautivante, que lleva el arte en su ADN, en su sangre. Esto confirma su legado. Hay personas que dejan una huella tan honda, que siempre estarán presentes en la memoria de los pueblos.
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