
Estarían probando la capacidad de reacción de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, su unidad frente a los agresores y su posición ante el ofrecimiento norteamericano de jugosas recompensas por la cabeza de Maduro y la dirigencia chavista
Alberto Acevedo
Dejando a un lado los detalles tácticos de la incursión armada que el pasado 3 de mayo realizaron varias lanchas, sobre territorio venezolano, con mercenarios y abundante armamento, con la intención de atacar instalaciones militares y capturar al presidente Nicolás Maduro, comentadas ya por varios medios de prensa y por columnistas en esta misma edición, vale la pena intentar mostrar qué hay detrás del operativo.
Lo primero en lo que hay que insistir, que no se puede perder de vista, es que el operativo mercenario fue antecedido de una larga cadena de provocaciones anteriores, sanciones de distinta índole y amenazas que apuntan a la idea de sacar del cargo al presidente Maduro y frustrar el proceso de reformas sociales que se conocen como la revolución bolivariana.
Ya los Estados Unidos habían ensayado, semanas antes, una incursión terrestre por la frontera con Colombia, en la que el renegado Clíver Alcalá intentó trasladar, el 26 de marzo, un arsenal y a un grupo de 300 mercenarios desde La Guajira, tentativa que fue contenida por las Fuerza Armadas Bolivarianas. El presidente Trump ordenó la movilización de naves de guerra hacia aguas del Caribe. Allí, en un operativo combinado, bajo bandera de la OTAN con barcos del Reino Unido, España y Portugal, comenzó a tejerse un cerco marítimo a Venezuela.
Cerrando el círculo
Un barco de Países Bajos realizó maniobras provocadoras en las costas de Venezuela, y se sabe que territorio de las islas holandesas se habilita como base militar de la OTAN, muy cerca del país bolivariano. El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, dijo que ha dado instrucciones a su equipo para reabrir la embajada norteamericana en Caracas, pues el cambio de gobierno está cerca.
El flamante enviado especial de la Casa Blanca para Venezuela, Eliot Abrams, por su parte, declaró que el círculo de Maduro se reduce y que muchos se han acercado a negociar con el gobierno de los Estados Unidos para acordar el plan de transición propuesto por el Departamento de Estado. Trump, además, firmó una orden ejecutiva para activar tropas de la reserva y vincularlas al operativo naval en aguas del Caribe, muy cerca a las costas venezolanas.
Todo este andamiaje agresivo se inscribe en la lucha por el reacomodo de la hegemonía norteamericana. Tas la caída del muro de Berlín, Washington ha tenido que inventarse un enemigo, para justificar su política intervencionista.
Distracción
En este marco conceptual, algunos analistas venezolanos y latinoamericanos se preguntan si, dada por descontada la intención intervencionista de la administración norteamericana, lo que vimos estos días en la costa norte venezolana sería una maniobra de distracción para desarrollar otras incursiones en mayor escala, aprovechando, entre otros factores, la extensa zona fronteriza con Colombia, cuyo gobierno se ha puesto de rodillas al servicio de los planes intervencionistas norteamericanos.
Esta hipótesis no resulta descabellada si se toman en cuenta las ya citadas declaraciones de Pompeo, de Eliot Abrams y del propio Trump que por cierto tiene diseñado un plan de ‘transición’ para Venezuela.
Una variante de esta estrategia es la sugerida por el analista Atilio Borón, para quien la llamada Operación Gedeón se trataría de un “globo de ensayo” para probar la capacidad de reacción de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, su unidad frente a los agresores y su posible tentación ante el ofrecimiento norteamericano de entregar jugosas recompensas por la cabeza de Maduro y la dirigencia chavista.
Falsa bandera
Otra salida probable es el diseño de una operación de falsa bandera, en la que comandos especiales de Estados Unidos e Israel, a nombre de Venezuela, ejecuten una provocación en territorio colombiano, o atenten contra una personalidad importante, y culpen al gobierno de Maduro, a las FARC y al ELN, y se tome esta aventura como pretexto para una intervención abierta.
Estados Unidos ha puesto todas las cartas sobre la mesa, cuenta con el apoyo de regímenes vende patria en Brasil y Colombia, que se han mostrado dispuestos a sacrificar la soberanía nacional de sus pueblos.
La cuestión es que, en el caso de Venezuela, todos estos factores subestiman el liderazgo del presidente Maduro, el patriotismo de los venezolanos, la cohesión de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, y la fuerza de la estrategia cívico-militar, que mueve una fuerza de cuatro millones doscientos mil milicianos, con los que se tendrá que ver cualquier aventura injerencista en la patria de Bolívar.
Un Playa Girón
Por esta razón, algunos comparan el fracaso de esta nueva aventura intervencionista en La Guaira venezolana, con la derrota imperialista de Playa Girón en Cuba, en 1961, o con la derrota gringa en Vietnam, a manos de las fuerzas patrióticas de liberación nacional de ese país asiático.
Otro elemento que debe tomarse en cuenta para que el análisis de la situación no sea incompleto, es la participación de Colombia en el operativo. Una periodista venezolana, enemiga del régimen de Maduro, Patricia Poleo, reconoció en un artículo de prensa, que en territorio colombiano existen al menos tres bases de entrenamiento de grupos de mercenarios venezolanos, ubicadas en Riohacha y Maicao.
No vale lavarse las manos
Según las autoridades venezolanas, el grupo involucrado en la Operación Gedeón, partió de la hacienda de propiedad del narcotraficante colombiano Elkin Javier López, alias “Doble Rueda”, y que el operativo fue planeado por Juan Guiadó, con asesorías de los gobiernos norteamericano y colombiano. Los tres campamentos de entrenamiento en suelo colombiano estuvieron dirigidos por Robert Colina, Juvenal Sequea Torres y Mata Sanguinetti.
De la participación norteamericana da cuenta el hecho de que uno de los detenidos confesó ser agente de la DEA y junto a otro compatriota suyo, admitieron haber trabajado para el equipo de la seguridad personal del presidente Trump.
Y pese a que las medidas de higiene y asilamiento extremos para prevenir el contagio del coronavirus son extremas, der nada les vale a los presidentes Trump y Iván Duque lavares las manos. Por mucho jabón que empleen las tiene untadas de sangre del pueblo venezolano.
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