Por un orden social diferente

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La intención del Pentágono norteamericano y de la Casa Blanca, de articular una nueva cartografía en América Latina, que afiance el poder hegemónico del imperio y extienda su dominio neoliberal, se erigen como uno de los principales desafíos dentro de la agenda de discusiones del Foro de Sao Paulo, cuya XXIV versión tendrá lugar en el Palacio de los Congresos de La Habana durante los días 15, 16 y 17 de julio.

Esa agenda está signada por la estrategia de desarrollar ‘golpes blandos’ que conduzcan a sustituir los regímenes progresistas que aún perviven en el continente; de catapultar la Alianza del Pacífico como verdadero caballo de Troya contra el proceso de integración regional autóctono que impulsaron Unasur, Mercosur, la Celac y otros proyectos regionales progresistas, y, finalmente, intentar darle el golpe de gracia a Unasur, con el apoyo de personajes como el señor Iván Duque Escobar, que antes de su posesión ha anunciado su decisión de abandonar esa instancia regional de cooperación.

Dos hechos del acontecer político reciente, contribuyen a vislumbrar la naturaleza de los retos que enfrentan las fuerzas progresistas que se dan cita en La Habana. Uno, la ofensiva sediciosa contra el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, y el segundo, la aplastante victoria de las fuerzas progresistas en México, en la pasada contienda electoral.

El primer hecho envía el mensaje de que las oligarquías regionales, con el apoyo de Washington, no dan tregua en su empeño por borrar de la faz del continente cualquier proyecto que les huela a progresismo y democracia auténtica. El segundo hecho, el de México, muestra la fuerza del pueblo cuando decide movilizarse por la conquista de sus derechos. Por ser México la segunda economía de América Latina, después de Brasil, el triunfo electoral de Morena constituye un gigantesco paso hacia delante de las fuerzas progresistas.

Es en este contexto en el que podemos entender el significado del esfuerzo que los representantes de los partidos progresistas del continente se proponen en el foro de La Habana para construir un camino verdadero de paz y de justicia social en América Latina. Y es significativo que la cita se de en Cuba, primer territorio libre de América, cuna de la revolución socialista en el continente, justamente cuando la ‘revolución  de los barbudos’ se apresta a cumplir su sesenta aniversario.

El Foro de Sao Paulo se distingue por la pluralidad de fuerzas que lo componen. En este sentido, ha recibido duras críticas de quienes le endilgan solamente un  papel deliberante, sin asumir el camino de la acción. Esas diferencias, se respetan. Pero hay consensos mínimos, sin  lugar a dudas. Respondiendo a esa pluralidad, un abanico de fuerzas progresistas, de centro y de orientación socialdemócrata, en Colombia, hacen parte de ese escenario de discusión.

Tendrían allí la oportunidad de encontrar una agenda común  de lucha. Pero tales consensos requieren no solo un acuerdo programático mínimo, sino además compromiso de solidaridad frente a los procesos democráticos y progresistas de la región. Y lo que vemos en Colombia es que fuerzas progresistas, que cayeron en  la trampa de la maquinaria mediática de la burguesía, se comieron el cuento del ‘castrochavismo’ y miran a otro lado cuando se trata de brindar la solidaridad a la revolución bolivariana de Venezuela.

Lo mismo sucede con el proceso bolivariano en Venezuela, y ni se diga de la solidaridad con Cuba socialista, que jugó un  papel generoso y desinteresado en el proceso de paz en Colombia, y lo sigue jugando alrededor de la mesa de negociaciones con el ELN. La solidaridad con los pueblos hermanos ha sido marginal, pusilánime.

Un hilo conductor en vigorosas movilizaciones como las jornadas electorales de Colombia y México, o la campaña por la liberación de Lula en Brasil, o de las reformas sociales en Argentina, en Venezuela, en Bolivia, en Nicaragua, ha sido la presencia de millones de jóvenes, que reclaman cambios sociales avanzados. Los jóvenes nos muestras el camino de la acción. Los partidos de izquierda del continente, no pueden ser inferiores a esas circunstancias históricas.