Pánico conspiracionista

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Movilización en Chile.

Nixon Padilla Rodríguez
@nixonpadilla

Por más traída de los cabellos y alucinante que parezca la tesis de acusar a Miraflores y en particular al presidente Maduro de ser el planeador, instigador y ejecutor de los alzamientos que por estos días conmueven el sur del continente americano (algunos incluyen a Cataluña además), tiene una razón de ser y una explicación racional.

Inmediatamente después del triunfo del No en la campaña por la validación popular del Acuerdo de Paz, Juan Carlos Vélez, quien fungía como gerente de campaña del Centro Democrático, develaba en una entrevista, cómo había sido la estrategia de la utilización de prejuicios que movilizaron las emociones de los votantes para que, sin ningún raciocinio, votaran contra el acuerdo de paz. La llamada “Ideología de género” y el “Castrochavismo” fueron los señuelos que sirvieron de detonadores del pánico que movió a muchos ciudadanos a preferir votar contra el Acuerdo.

En esta ocasión, otro Vélez, esta vez un periodista adulador del poder, hace de vocero de lo que a todas luces es una historia de paranoia conspiracionista. En su columna de El Espectador, Luis Carlos Vélez, quien la dedica en un gran porcentaje a atacar al gobierno venezolano, hace un esfuerzo por ilustrar sobre los supuestos mecanismos que estaría utilizando Maduro para sus propósitos, dibujando así el perfil del gran poder del Thanos criollo, contra quien habría que juntar a todas las fuerzas del bien para derrotarlo a como dé lugar, y evitar así que destruya el paraíso neoliberal que tanto adora.

Muchos se preguntarán si al señor Luis Carlos Vélez no le preocupa que su credibilidad se cuestione ante tan desquiciada argumentación. La respuesta es no, esa no es su preocupación. El tiene claro, pues así lo ha expuesto en sus columnas, que maneja al dedillo el papel de la llamada posverdad en tiempos de las redes sociales y el uso global del internet, sabe su lugar en el trabajo de usar el miedo y el prejuicio como movilizador de la opinión publica. Y sabe también que en la derecha cavernaria ganará los aplausos con los que alimenta su ego.

De lo que se trata con estas historias, difundidas además por el gobierno colombiano y la gran prensa, es crear una matriz de información que culpe al gobierno bolivariano de las protestas y movilizaciones que ya han realizado los estudiantes colombianos de las que sabe muy bien resultarán una vez se inicie el proceso de imposición de las reformas laborales y pensionales que impulsará Duque por orientación del FMI, una vez acabe el periodo electoral.

La amenaza que se cierne de una nueva jornada de desestabilización contra el Gobierno venezolano en próximos meses, en la que nuevos amagos de intervención contra la soberanía del país vecino se diseñarán y llevarán a cabo con provocaciones e incidentes temerarios, será el escenario perfecto para seguir alimentando la idea de que toda protesta y movilización social en Colombia, no está asociada a las nefastas medidas neoliberales y sus dolorosas consecuencias, sino a un plan malvado del presidente venezolano.

Seguirán intentando utilizar a Venezuela como chivo expiatorio para deslegitimar la protesta social, pero esa táctica nefanda tiene un límite. Ese límite lo pone la indignación ciudadana, la claridad de las demandas populares y una dirección que comprenda plenamente que solo con la movilización podremos detener las pretensiones de las elites en el poder.