La que ha sido considerada como mejor película de Marvel, y que hoy rompe récords de taquilla, revive el tema de la discriminación racial en Estados Unidos
Ricardo Arenales
En el último fin de semana de febrero, frente a una sala de cine de Nueva York en el momento en que se estrenaba la película Pantera Negra, se reunió un grupo de activistas simpatizantes del extinto partido de los Panteras Negras, para intercambiar opiniones con los asistentes a la premier, alrededor del legado de los integrantes de ese grupo radical, fundado en la década de los años 60, algunos de ellos todavía en prisión, purgando penas por delitos que no cometieron.
La cinta, que también se estrenó en Colombia hace un par de semanas, es considerada en la actualidad una de las más taquilleras del cine de ficción en los Estados Unidos, y la mejor hasta ahora de la productora Marvel. La trama se desarrolla en Wakanda, un país imaginario en el corazón de África, una nación ancestral, cuyo pueblo se dedica a las labores agrícolas, pero que esconde un secreto, un poderoso mineral, que la convierte en vanguardia tecnológica de la humanidad.
El superhéroe de la trama, a diferencia de otras cintas del mismo género, es un personaje social, afrodescendiente, como la mayoría de los actores, que en este caso se la juegan por salvar a su pueblo. En ello radica el peso del relato. Y de alguna manera insinúa el peligro de que grandes empresas transnacionales, interesadas en explotar los recursos del subsuelo de otras naciones, se apropien del rico mineral. Al final de la trama, el pueblo de Wakanda se coloca en pie de guerra para defender sus recursos, su dignidad, su nación y su gobierno autóctono.
Una sociedad excluyente
Los críticos de cine comienzan a señalar que la trama de Pantera Negra hace que la película, dirigida por Ryan Coogler, también afro descendiente, vaya más allá de un simple fenómeno taquillero. De hecho, los activistas de derechos humanos, los abogados de los detenidos del antiguo partido del mismo nombre y sus familiares, hablan hoy de las enormes manifestaciones de discriminación racial en el país más desarrollado del mundo, y que se reclama nicho de libertades individuales y de democracia.
Un estudio reciente del Urban Institute, un organismo independiente, da cuenta de que los negros en Estados Unidos tienen menos riqueza y menos ingreso que los blancos. Los negros tienen más probabilidades de ser encarcelados y menos posibilidades de alcanzar un grado universitario. Por cada seis dólares que poseen los blancos, los negros tienen uno.
De acuerdo a la Comisión de Sentencias de los Estados Unidos, una agencia observadora de la rama judicial, los negros recibieron sentencias 19.5 veces mayores, que sus pares blancos en situaciones similares. Los afroamericanos son el 12 por ciento de la población, pero también el 40 por ciento de la población carcelaria. Hay más negros en las cárceles que en las universidades norteamericanas.
Según la Oficina del Censo, el 73 por ciento de los blancos tiene casa propia en Estados Unidos, contra el 43 por ciento de los negros. Estos tienen más probabilidades de adquirir hipotecas de alto riesgo y son por consiguiente más vulnerables a ejecuciones hipotecarias (desalojos).
En la lucha contra un cuadro semejante de inequidades, la película de Marvel evoca el recuerdo de otros héroes, estos así de la vida real, como Martin Luther King, Malcolm X, Ángela Davis o Mumia Abu-Jamal, uno de los líderes del partido Panteras Negras, que purga una pena de cadena perpetua en una cárcel de Estados Unidos, por la presunta muerte de un policía, tras un juicio acomodado con ‘testigos’ no idóneos.
Los familiares de miles de prisioneros negros, dicen que la película llegó en una época y un momento justo y alienta la lucha contra la discriminación racial y la inequidad social, males que se estimulan de nuevo desde el despacho del actual inquilino de la Casa Blanca.