En el balance de la implementación del acuerdo de paz, en Cartagena, las FARC denunciaron ausencia de garantías jurídicas y políticas, al tiempo que sectores políticos del país reclama la libertad de Santrich
Redacción Política
Un hombre necesario para la implementación de los acuerdos de paz. Así califican a Jesús Santrich, los gestores de paz Iván Cepeda y Álvaro Leyva en carta fechada la pasada semana y en la que invitan al dirigente del partido FARC a que desiste de la huelga de hambre y salve su vida.
La carta surge luego del encuentro entre las delegaciones de paz de las FARC y el Gobierno nacional en el marco de los planes de trabajo de la Comisión de Implementación del Acuerdo de Paz, en Cartagena. A la reunión asistieron los veedores internacionales y los expresidentes Felipe González y Pepe Mujica, quienes actúan como garantes de los compromisos suscritos por las partes, tras la dejación de armas de la exguerrilla. La carta además alienta a Santricht a seguir trabajando por la paz de Colombia en dicha comisión.
El presidente Mujica había señalado su preocupación por lo ocurrido con el dirigente fariano, hoy recluido en el Hospital El Tunal en Bogotá, y las consecuencias que podría traer ese hecho al proceso de paz. Pero además, advirtió sobre los enemigos del proceso de paz que ya no solo están en Colombia: “enormes dificultades se presentan en el desarrollo del cumplimiento del Acuerdo de Paz”. Sobre el montaje judicial hacia Santrich declaró que “llama poderosamente la atención por las circunstancias en las que se da su captura, tengo la impresión de que hay una poderosa fuerza que opera en contra del proceso de paz y esto es peligroso para Colombia y toda nuestra América”. El propio presidente Mujica le envió una carta al parlamentario Santrich invitándolo a seguir luchando por la paz de Colombia.
En la misiva remitida por Cepeda y Leyva, se recuerda el trabajo hecho por el dirigente fariano en favor del desarrollo adecuado del punto contra las drogas y la sustitución voluntaria de los cultivos ilícitos en todas las regiones del país. De hecho es sabido que la implementación de los acuerdos, en ese punto, les ha costado la vida a muchos dirigentes sociales que asumieron los programas voluntarios de sustitución pero sin acompañamiento de la institucionalidad por ineficiencia de la misma, y eso lo había advertido Santrich desde los diálogos de La Habana.
La dirigencia del Partido FARC señaló al cierre de la reunión de alto nivel en Cartagena, que las garantías jurídicas y políticas del acuerdo están siendo menguadas por los casos de Jesús Santrich e Iván Márquez quien fue el gran ausente en la reunión. A continuación VOZ replica la carta en su integridad:
Carta
“A Jesús Santrich,
Le escribimos esta nota para expresarle nuestra preocupación en momentos en que usted -pieza clave de la construcción de los Acuerdos de La Habana-, pone en vilo el valor de su mismísima existencia por considerar que ha sido ofendido moralmente con una acusación que lo destruye por ser quien es y que niega su andar de años por caminos de búsqueda de la paz nacional.
Conoce usted el origen de nuestra vocación por la paz. Surgidos en orillas diametralmente opuestas, sin deponer nuestras posiciones e ideales, nos hemos propuesto hacer presencia en los más variados escenarios de la urgente reconciliación nacional. Ni escatimamos ni vamos a escatimar esfuerzos para alcanzarla. En este andar, hemos aprendido que la búsqueda de la paz carece de color político; que repugna con la intolerancia, fanatismos y los torpes ideologismos fundamentalistas; que requiere el compromiso de escrutar la verdad y dar testimonio de ella; que la felicidad colectiva implica conocer al otro, saberlo escuchar, comprender sus anhelos y esperanzas para superar lo que nos enfrenta peligrosamente y convocar soluciones de justicia social tan evidentes y necesarias que están por encima de cualquier bandera, sentimiento de raza, estirpe o condición.
Y lo encontramos a usted en La Habana, Santrich. Venía de hacer uso de lo que consideraba era su derecho a la rebelión. Con otros, como plenipotenciario de la otra parte del conflicto, se sentó a la mesa: inteligente, hábil en la negociación, duro a su manera en momentos en que consideraba se requería esa postura en defensa de los propios; a la hora de la verdad, en momentos de grandes decisiones, paladín conciliador; usted, creativo por excelencia. De ello somos testigos presenciales.
Invidente sí, no por eso ciego. Hemos sido testigos, asimismo, de que a pesar de las desconfianzas y de los temores en medio de las adversidades de la implementación, ha llamado a los suyos a cumplir y hacer realidad los seis puntos del Acuerdo de La Habana y el quehacer político en democracia, con el compromiso de acogerse al Sistema Integral de Justicia, Verdad, Reparación y No Repetición.
No concebimos que la culminación de toda esa obra gigante, de la cual es usted también artífice, pudiera ser un sucio trueque que cambie trozos de gloria, por réditos provenientes de un negocio que, en el mismo documento de paz, surge el compromiso de combatir y destruir.
Nos consta que en la negociación de ese punto del Acuerdo, usted defendió la necesidad de acabar con ese negocio que tanto daño le ha hecho al país, que insistió en la Mesa en asociar la política de sustitución de cultivos a una verdadera reforma agraria y a ofrecer planes alternativos a los campesinos.
Sigue siendo usted un arquitecto central de la paz nacional. Por ello lo esperan los suyos, sus compañeros de lucha.
Mire usted además cómo la comunidad internacional reconoce su valiente recorrido y aportes. Por algo han ido al lecho desde el que usted clama justicia a su manera, personajes de la talla de Francisco de Roux S. J., Jean Arnault, Naciones Unidas, Consejo de Seguridad; Eamon Gilmore, Enviado Especial de la Unión Europea; José Luis Ponce, Embajador de Cuba; Anne Heidi Kvalsoren, Enviada Especial de Noruega, y otros de similar estatura y condición.
“Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad,” dijo Nelson Mandela. Santrich, desde polos opuestos de su primer recorrido vital, que lo fuimos nosotros, los que suscribimos esta misiva, le decimos a usted: viva para construir más paz; aún le falta andar para poder dormir por toda la eternidad. Y sabemos que no le tiene miedo a la muerte, más sin embargo tenga presente el pensamiento de Stephan Hawking: “No tengo miedo a la muerte, pero no tengo prisa por morir. Tengo mucho que hacer primero”.
Y grave en su corazón la enseñanza del Papa Francisco que debe ser estandarte de todos: No se puede interpretar “la existencia como un encontrarse de casualidad en el mundo y un caminar hacia la nada”. No caminamos hacia la nada, Jesus Santrich. Caminamos con usted hacia la paz para todos. Aún para que la gocen sus más crueles detractores. Darse por vencido, jamás”.