Participación ciudadana: simples testimonios

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Manifestación de estudiantes en Bogotá. Foto Camilo Cifuentes García.

Foros virtuales, encuestas y otros escenarios sectoriales marcaron la formulación del Plan de Desarrollo Distrital de Claudia López. La administración presenta cifras de amplia participación, sin que ello haya incidido en el contenido del Plan. Los foros solo fueron eventos de información y socialización

UAN Heidy Sánchez

Se discute en el Concejo de Bogotá el Plan de Desarrollo Distrital, el cual marcará el camino de la ciudad durante los próximos cuatro años. Según la administración, este plan gira alrededor del paradigma de “gobierno abierto”, el cual profesa el reconocimiento de la participación ciudadana como principio, desde lo que fue la formulación del “nuevo contrato social y ambiental para la Bogotá del siglo XXI”.

En términos formales, la incorporación al plan de mecanismos de participación es necesaria y obligatoria bajo lo regido por la Constitución e igualmente, en lo argumentado por la Ley 152 de 1994 o Ley Orgánica del Plan de Desarrollo, que estipula que “durante el proceso de discusión de los planes de desarrollo, las autoridades de planeación velarán porque se hagan efectivos los procedimientos de participación ciudadana”. Sin embargo, no hay claridad de cuáles deben ser esos “procedimientos” por lo que la participación queda nada más en el papel y para ser implementada a conformidad del gobernante.

Por su parte, la formulación del plan se situó en el contexto de emergencia de la pandemia por el covid-19 en el país, lo que conllevó a un ajuste en la agenda. Durante este periodo se realizaron diversas actividades dentro de las que se destacan: 15 grupos focales con diferentes sectores poblacionales; foros virtuales; jornadas pedagógicas apoyadas por la Secretaría de Educación con niños y jóvenes, una encuesta y 58 eventos implementados por cada sector de la administración distrital. Este proceso arrojó la recepción de 22.862 aportes ciudadanos, según datos del informe de participación de la construcción del plan.

En ese sentido, se puede afirmar que la participación ciudadana es vista desde una óptica de la socialización y legitimación discursiva de lo ya construido en el plan de Claudia López; la participación real y la capacidad de decisión de la ciudadanía no existen, dejando los aportes ciudadanos en simples testimonios. No hay evidencia de construcción de nuevos propósitos, logros o programas, o de reestructuración de los existentes, a partir de los aportes ciudadanos en el marco de los espacios distritales. Si bien a partir del informe se puede concluir que sí existen espacios, quedan en la presentación de las bases establecidas.

Esto parte desde la formulación de las técnicas investigativas utilizadas con la ciudadanía, al igual que del modelo de sistematización, donde la información recogida termina siendo plasmada básicamente en una encuesta de favorabilidad entre los cinco propósitos presentes en el Plan de Desarrollo. Los aportes quedan en simples interrogantes ciudadanos, más allá de las propuestas concretas que pudo haber. Las ideas son muy generales y terminan legitimando los lineamientos ya entablados en la estructura del plan.

Por ejemplo, entre el 24 y el 27 de marzo del año en curso, se les solicitó a las diferentes Oficinas de Planeación de los catorce sectores de la Administración, considerar el diseño de una estrategia virtual para generar encuentros con la ciudadanía de socialización del plan. En el marco del análisis sectorial de los espacios, se arroja un total de 414 aportes ciudadanos recibidos. No obstante, estos son presentados como “inquietudes” de la ciudadanía frente a los propósitos del plan e incluso con inconsistencias. En el caso del sector de Integración Social, se presentó una matriz en la que no se especifica la metodología utilizada para el desarrollo de los encuentros y solo se destaca el “compromiso con buena parte de los programas que componen el logro de ciudad”, con relación al propósito 1.

La participación queda plasmada en un mecanismo netamente testimonial, no decisorio, pero sí como elemento decorativo a través del cual la Administración Distrital legitima discursivamente sus apuestas de ciudad. Sin embargo, esto deja explícito que no solo hace falta participación real en la formulación de este plan, sino en la normativa de participación general, que establece limitaciones al respecto, condenando las voces y opiniones ciudadanas a instancias formales y de carácter consultivo.

La participación ciudadana con perspectiva de decisión pública es dilucidada en el manejo a conformidad por parte de los gobernantes de lo que conciban por participación. Así ocurrió en el marco de la formulación del plan, donde las estrategias implementadas se convirtieron en escenarios testimoniales para presentar inquietudes y afinidades en torno al documento oficial, sin precisar cómo una apuesta ciudadana puede incluirse en el Plan de Desarrollo Distrital. El hecho de hacer muchos o pocos espacios no es relevante si las posiciones ciudadanas no son vinculadas a las definiciones.

En ese orden de ideas, es necesario avanzar en metodologías de planeación participativa para que la ciudadanía tenga un rol protagónico en la decisión sobre los asuntos públicos y el futuro de los territorios, superando los formalismos de ley, hacia la democratización real de los canales institucionales que hasta ahora funcionan de manera asimétrica y manipulable por parte de quien los implemente.

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