Durante aquella década, la organización revolucionaria siguió demostrando su capacidad de resistencia a la represión y mantuvo su condición de partido revolucionario promotor de la organización unitaria del pueblo colombiano
Jefferson Corredor
Luego de la convulsionada y agitada década de 1960, en Colombia la articulación del movimiento social en las ciudades y las zonas rurales logra combinar y posicionar acertadamente un movimiento de resistencia de masas, pero, la década de 1970 inicia en medio de los vaivenes de las elecciones presidenciales del “último mandato” del Frente Nacional con la incertidumbre convertida en un malestar generalizado a causa de los perfiles de los posibles sucesores presidenciales.
El fraude del 19 de abril
En esa ocasión, según el acuerdo bipartidista aprobado en 1957, el turno le correspondía al conservatismo, cuya facción oficial escogió el nombre de Misael Pastrana Borrero para la Presidencia, generando una división interna encabezada por Belisario Betancur y Evaristo Sourdís y que fueron denominadas disidencias conservadoras. La división conservadora favoreció la candidatura del general retirado Gustavo Rojas Pinilla, quien se presentó a nombre del ala conservadora de la Alianza Nacional Popular, Anapo.
Finalmente, la elección presidencial del 19 de abril de 1970 estuvo marcada por el fraude electoral que llevó a Pastrana a la Presidencia, lo que causó el descontento de los electores que apoyaban la candidatura de Rojas. Los votantes de la ANAPO se lanzaron a las calles a protestar por el fraude. La respuesta del gobierno nacional, ante el temor de un posible levantamiento popular, fue decretar un toque de queda en todo el territorio nacional que duró hasta el 15 de mayo de 1970. De esa manera se dio inicio al último periodo presidencial del Frente Nacional.
La lucha de los comunistas continuó durante el decenio de 1970, y tuvo como principal expresión la apuesta por la Unión Nacional de Oposición, UNO, organización de convergencia de los sectores democráticos para participar en la disputa electoral, así como la organización del paro cívico de 1977.
Unidad obrera, campesina y popular
El Partido Comunista se encontraba a inicios de la década de 1970 participando activamente en la organización de una oleada de movilizaciones sociales, entre las cuales se destacaba el movimiento campesino que ante el fallido intento de reforma agraria con la Ley 135 de Carlos Lleras Restrepo en 1961, de nuevo emprendía la toma de predios como una forma de presionar al gobierno para que realizara una efectiva distribución de las tierras. Mientras, en las áreas urbanas se organizaba un Paro Nacional en contra del alto costo de vida. En este ambiente los comunistas emprendieron la organización de su máxima instancia de decisión.
En 1971 el Partido Comunista organizó del 6 al 10 de diciembre, y bajo la consigna “¡Hallar el camino unitario es la tarea del momento!”, el XI Congreso Nacional, que se llevó a cabo en el Teatro Colombia (hoy Teatro Jorge Eliécer Gaitán), rindiendo homenaje a las víctimas de la Masacre de las Bananeras perpetrada en 1928. En las discusiones preparatorias se hizo énfasis en la unidad ideológica y política del Partido, cuyo fin era consolidar una mejor propuesta al pueblo colombiano en la lucha por la apertura democrática. En ese Congreso se aprobó como tarea central la construcción de un Frente de Oposición Democrático, caracterizado por la inclusión de sectores comunistas y de todas aquellas organizaciones que estuviesen dispuestas a luchar por un gobierno antioligárquico y antiimperialista.
También se construyó un programa mínimo sobre el cual se edificó la unión entre los partidos coaligados, siendo los principales puntos: 1) Nacionalización del petróleo. 2) Reforma agraria democrática, 3) Alza general de salarios, 4) Vigencia de las libertades públicas y derecho de huelga, y 5) Reforma democrática de las universidades. Bajo estos derroteros el Partido Comunista se encauzó en la formación del Frente de Oposición durante 1972, que, permitía un nuevo espacio para el desarrollo de actividades políticas electorales, al mismo tiempo que el fortalecimiento de la presencia del Partido entre sindicatos, organizaciones barriales, sociales y estudiantiles por todo el país.
Y es así como el Partido Comunista, el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR, el Movimiento Amplio Colombiano, MAC y un sector de la ANAPO, conforman la Unión Nacional de Oposición, UNO, cuya historia y memoria abordaremos con mayor profundidad en la edición de la tercera semana de septiembre al conmemorarse los 48 años de su creación.
Durante estos años el Partido Comunista se consolidó aún más como un actor relevante en las distintas organizaciones populares, al igual que en escenarios de debates públicos, tomando de esta manera un papel protagónico en todas las movilizaciones que se llevaron a cabo, entre ellas el Paro Cívico Nacional del 14 y 15 de septiembre de 1977, protesta que se extendió por todo el territorio colombiano en contra del alto costo de vida, el desempleo y el Estado de Sitio, con el que se cobijaba la represión y la violación sistemática de los derechos humanos.
Antes del inicio del movimiento, se intentó negociar con el presidente López Michelsen un paquete de reformas, dentro de las que estaban fijar la jornada laboral en ocho horas y quitar el impuesto a las cesantías. El gobierno se negó y desató una campaña de descrédito del paro. La represión dejó un saldo de unos 30 muertos, y tras el paro, el gobierno decretó aumentos salariales.
El Estatuto de Seguridad
El final de la década de los setenta estuvo marcado por el recrudecimiento de la violencia y la persecución política. Desde 1978, el país se encontraba bajo el régimen del Estatuto de Seguridad impuesto por el gobierno de Julio César Turbay.
El Estatuto de Seguridad institucionalizó nuevos delitos relacionados con el control del orden público, aumentando las penas hasta 30 años, reconociéndole a los alcaldes y gobernadores la facultad de prohibir las movilizaciones y las reuniones públicas, permitiendo además hacer consejos de guerra verbales a civiles, y realizar un férreo control sobre los medios de comunicación, bajo el argumento de proteger al país del “enemigo interno”. De este modo, las fuerzas militares y paraestatales aumentaron la persecución en contra de los dirigentes comunistas y sus bases militantes.
Sin embargo, precisamente de esta degradación y violencia estatal sistemática surgió una profunda transformación representada en el desarrollo de acciones y organizaciones en defensa de los derechos humanos, posición que se convirtió en una herramienta que hizo frente a la violencia estatal, transmutando a la vez en una forma de narrar la violencia, lo cual estrechó los lazos de solidaridad y, simultáneamente, fortaleció la conciencia de clase en defensa de la vida.
De hecho, en 1979 se gestó un movimiento amplio de denuncia que se concretó en la realización del I Foro Nacional de Derechos Humanos y que llevó a la creación del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, CPDH, organización plural que albergó a comunistas, liberales, demócratas, sectores de la academia e incluso miembros del Partido Conservador.
El CPDH fue el encargado de adelantar las denuncias públicas sobre las reiteradas detenciones y allanamientos indiscriminados, llevó los procesos de cientos de presos políticos a los que se les había vulnerado el derecho a la defensa, y demostró cómo se aplicaba la tortura física y psicológica durante los procesos de la justicia penal militar. Es en ese contexto, bajo el terror estatal que los comunistas denuncian el carácter anticonstitucional y antidemocrático del Estatuto de Seguridad.
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