Un Partido para cambiar la historia de Colombia
Álvaro Oviedo
El Partido Comunista Colombiano es un partido histórico, con tradiciones de luchas en la defensa de los intereses de los trabajadores, en defensa de la soberanía nacional, en la solidaridad con los trabajadores y pueblos oprimidos del mundo, en la búsqueda de una democracia integral, parte y paso inicial del socialismo. La expresión de partido tradicional corresponde a un tipo de organización política, policlasista surgido como expresión de la burguesía en sus confrontaciones con el viejo régimen.
El Partido Comunista en Colombia surge de las luchas obreras, campesinas, populares, estudiantiles, contra la hegemonía conservadora, cuya política encarnaba el autoritarismo, y la entrega de nuestros recursos y soberanía a los intereses del gran capital estadounidense. Recoge las tradiciones de lucha más avanzadas de la gesta emancipadora, de las resistencias de los indígenas y de la población de procedencia africana esclavizada por el capitalismo naciente, las luchas de los artesanos y trabajadores del campo que oponían a la distinción “de sangre” de las clases dominantes su condición plebeya, y su demanda de condiciones dignas de trabajo.
De las luchas reivindicativas
Las luchas campesinas e indígenas en Cauca, Tolima, Cundinamarca, Córdoba, de comienzos de siglo, clamaban por la tierra para quienes la trabajaban, en contra del monopolio de la propiedad de la misma que alimentaba una casta ausentista, parasitaria, que se esforzaba por mantener privilegios precapitalistas al servicio de sus rentas. Los títulos de propiedad, con frecuencia de abolengo español, aparecían allí donde la frontera agrícola era ampliada por el empuje productivo de los colonos. Los terratenientes a la vez, encogían las tierras de los resguardos indígenas, para ampliar las cercas de sus haciendas, y continuaban la destrucción de sus culturas, emprendida desde las épocas de la colonia.
Los trabajadores de los enclaves petrolero y bananero, sectores populares de inquilinos, pugnaban por condiciones favorables de existencia, y trabajadores artesanos levantaban sus exigencias de trabajo y protección frente a la competencia del capital extranjero, en lo fundamental de procedencia americana e inglesa, los trabajadores ferroviarios y usuarios del tranvía en diferentes momentos habían hecho sentir su presencia.
Los estudiantes cuestionaban la enseñanza confesional, se hacían eco del movimiento estudiantil latinoamericano que desde principios de siglo, en Córdoba, Argentina había levantado la reivindicación de la libertad de cátedra, la libre investigación científica, el gobierno democrático de las universidades, y la autonomía universitaria, para contar con condiciones propicias para el desarrollo de la actividad intelectual, al margen de los manejos de los partidos políticos tradicionales y del Estado a su servicio.
La Central Obrera Nacional, agrupaba las principales expresiones de lucha, y estaba abierta a la solidaridad con todas. En las mesas directivas de sus congresos estaban obreros, artesanos, campesinos, indígenas e intelectuales. En la sistematización de sus experiencias, ven el horizonte limitado de las luchas reivindicativas y gremialistas y deciden formar el Partido Socialista Revolucionario, independiente de los partidos tradicionales, y piden afiliación a la Internacional Comunista, pletórica de prestigio entre los sectores más avanzados de los luchadores, porque veían en ella la posibilidad real de organizarse en el Estado y orientar el conjunto de la sociedad en función de los intereses de los trabajadores, como lo mostraba la experiencia de la revolución bolchevique triunfante.
Surge un partido de nuevo tipo, producto de la lucha y vinculado a ella. Los núcleos indígenas más radicales dirigidos por José Gonzalo Sánchez y Eutiquio Timoté veían en la propiedad común de los medios de producción, en primer lugar, de la tierra, una manera de defender y revivir la costumbre ancestral de sus pueblos de disponer de los bienes de la madre tierra para la satisfacción de sus necesidades, y la propiedad privada como ideas y prácticas foráneas a los pueblos ancestrales, traídas por los colonizadores. El problema de la defensa de sus culturas y la solución de la cuestión indígena la veían vinculada a la alianza obrero campesina, como más tarde lo señalara Ignacio Torres Giraldo. Y todos los sectores que confluían en la CON, coincidían en señalar a la oligarquía dominante como una oligarquía al servicio de los intereses de las potencias extranjeras, que de manera indolente permitía la cercenación de su territorio, el despojo de sus recursos, y el pisoteo de la soberanía por la que se habían librado las batallas de la primera independencia.
Se definen como revolucionarios, para diferenciarse de experiencias en su pasado reciente como la de la formación del Partido Socialista (1919), surgido en relación con la Confederación Obrera Panamericana, capitaneada por el sindicalismo patronal de los Estados Unidos, de corte reformista, que había terminado en el apoyo electoral al caudillo liberal Benjamín Herrera, y que terminó disolviéndose con su derrota.
Aparece con el surgimiento del Partido Socialista Revolucionario el esbozo de la necesidad de una organización política independiente, de la clase obrera y de los trabajadores frente a las clases dominantes con vocación internacionalista al percibirse como parte del movimiento obrero mundial. La respuesta de la Internacional Comunista fue la exigencia de cumplir las 21 condiciones, para ser aceptados, que en resumen acentuaban la necesidad de la independencia de clase frente a la burguesía, la diferenciación del oportunismo reformista y el atenerse a los principios organizativos del partido de nuevo tipo nacido de la experiencia bolchevique.
El sector más radical del PSR se niega a ser cooptado por el gobierno liberal de Olaya Herrera, y funda el Partido Comunista de Colombia, como sección de la Internacional Comunista, ratificando la necesidad de la organización independiente de clase, independencia que ha tenido que ser refrendada en diferentes momentos de su historia. El otro sector termina en puestos oficiales, integrándose en las filas del partido liberal.
Entre la persecución y la cooptación, abriendo caminos
La represión violenta contra las luchas populares, la más acérrima propaganda anticomunista, que resulta anterior a la formación misma del partido comunista, y que como lo indica la experiencia se esgrime contra todas las opiniones y expresiones que cuestionan, así sea moderadamente, algún aspecto del régimen, se combina con la política de integrar al servicio del sistema a dirigentes vinculados a las luchas populares. Estas prácticas son viejas en la cultura política nacional e internacional.
El Partido Comunista Colombiano fogueado en la defensa de los intereses de los asalariados y de los trabajadores por cuenta propia de la ciudad y el campo, ha tenido que enfrentar la más dura represión contra él y el conjunto de la población trabajadora, y defender la necesidad de su acción autónoma, por profundas trasformaciones que den soluciones definitivas a las mayorías explotadas y oprimidas de la población colombiana, frente a las maniobras de cooptación y de pequeñas mejoras, como variante para mantener la explotación perpetua de los trabajadores y la política de entrega de los recursos naturales a potencias extranjeras.
Se ha constituido así el Partido Comunista en un partido histórico de profunda incidencia en la vida nacional, sin cuya presencia es imposible escribir sobre la historia del último siglo de nuestra nación, con tradiciones de lucha, de solidaridad y una ética basada en la defensa de los intereses de la clase obrera, de los trabajadores y trabajadoras, en contra de todo tipo de discriminación y opresión. Ha enfrentado la ilegalización y ha sido tratado de manera sistemática como enemigo interno conforme lo explicita la teoría que sustenta el terrorismo de Estado.
Como lo señala el informe del 22 Congreso “Su resistencia eficiente y digna contra la violencia oficial, su lucha decidida por una democracia integral, ha contribuido de manera destacada a abrir la posibilidad para este país, de una alternativa de paz perdurable, con justicia social y ambiental, con enfoque diferencial en lo territorial, étnico y de género”.