El pato está servido

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José Ramón Llanos

Los presidentes colombianos, según la naturaleza de sus actuaciones y en algunos casos según el lenguaje que suelen utilizar, reciben apodos que les endilgan los pueblos. Por ejemplo, a Guillermo León Valencia, le inventaron que cuando iba de caza se escapan los patos, que cuando hablaba se le iban las patas, que cuando iba tras la niñas non santas también se les iban. El presidente Turbay Ayala quedó consagrado para la historia como un mandatario que solía construir frases absurdas, como la mil veces repetida: “Hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones.” El presidente Álvaro Uribe Vélez es célebre por sus fallidos intentos de hacer la apología de sus funcionarios acusados por sus actos de latrocinios o criminales o cuando alertaba a sus parlamentarios para que votaran antes de que los apresaran. Es probable también que sea recordado por la damajuana de sustancias sedantes que custodiaban sus guardaespaldas con la misma diligencia con que portaban sus armas.

Iván Duque será recordado por la figura y rostro porcino, que por sus actuaciones, le dibujan los caricaturistas y lo escolares en sus cuadernos cuando las profesoras y profesores le ordenan que dibujen al presidente.

Sin embargo, pocos caricaturistas y analistas han reparado en la más inútil y costosa mácula del actual presidente Álvaro, perdón Iván Duque, su tendencia inmadura de repetir permanentemente cosas inanes y erradas con la esperanza de que de tanto repetirlas devengan acertadas. Tal sucede con los intentos mal intencionados de insistir en que la república de Cuba viole los protocolos firmados por el Estado colombiano y el ELN, como garantía de que en caso de ruptura de las negociaciones de paz, el gobierno de turno facilitaría el retorno de los líderes guerrilleros al país. La posición pueril de Iván Duque, es más lesiva para el país si tenemos en cuenta que está convirtiendo a Colombia en el hazmerreír mundial.

Las otras víctimas menores, pero al fin víctimas, de esa adicción a las bufonadas del mandatario de marras, son el hijo del mejor orador del mundo y el Comisionado de paz, Carlos Holmes Trujillo y Miguel Ceballos respectivamente. Para librarnos de ese entuerto, le rogamos a la Divina Providencia, que se le aparezca, así sea en una pesadilla y le recuerde al cerdo de Matador que el latinismo Pacta sunt servanda, no significa El pato está servido, sino Los pactos deben ser cumplidos.

Lo que sucede, dicen las malas lenguas, es que las cuerdas que unen al micrófono con el parlante tuvieron un corto circuito. Al Gobierno de Cuba pedimos que tenga paciencia, que no hay mal que dure cien años.