La investigación se refiere a una larga lista de abusos sexuales por parte de obispos, sacerdotes y miembros laicos contra menores de edad desde 1950
En el Libro de Mateo (19:14) del Nuevo Testamento, se recoge un pasaje en el que Jesús, en su misión evangelizadora, se encuentra con un grupo de niños, a los que los apóstoles quisieron impedirles que se acercaran. “Pero Jesús dijo: ‘Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos’”.
La enseñanza bíblica parece ser la de mayor aplicación entre los representantes de Dios en la Tierra en estos tiempos modernos, pero de una manera bastante torcida. El pasado 5 de octubre se reveló el contenido de una investigación adelantada en Francia por una comisión independiente, que indica que más de 300.000 niños y jóvenes fueron víctimas de pederastia por parte de la iglesia católica en los últimos 70 años en ese país.
La investigación se refiere a una larga lista de abusos sexuales por parte de obispos, sacerdotes y miembros laicos contra menores de edad desde 1950. Revela que alrededor de 216 mil menores de edad fueron abusados sexualmente por obispos y sacerdotes en Francia desde 1950 hasta 2000. Sin embargo, el número aumenta a más de 330.000, si se tiene en cuenta a los afectados por parte de miembros laicos (colaboradores de la iglesia).
Cultura del encubrimiento
La pesquisa fue adelantada por la Comisión Independiente sobre Abusos en la Iglesia, CIASE, establecida por obispos católicos en Francia a finales de 2018, pero que trabajó independientemente de la Iglesia. Comenzó su trabajo luego de que salieran a la luz los primeros escándalos de abusos, y es financiada por la Conferencia de Obispos Católicos; pero sus miembros no son remunerados ni reciben instrucciones de la cúpula eclesial.
El documento, de unas 2.500 páginas, muestra que el 80 por ciento de las víctimas eran varones de entre 10 y 13 años. Los delitos fueron perpetrados por alrededor de 3.000 agresores, dos terceras partes de los cuales eran sacerdotes vinculados a parroquias.
Ante la contundencia de los hechos, el papa Francisco se pronunció: “Deseo expresar a las víctimas mi tristeza y mi dolor por los traumas sufridos, y también mi vergüenza, nuestra vergüenza por la incapacidad de la iglesia durante mucho tiempo para ponerlos en el centro de sus preocupaciones”, dijo el pontífice. Pese a que se han descubierto otros hechos similares en el mundo, lo de Francia muestra que los abusos no desaparecieron, ni tampoco la “cultura del encubrimiento”.