Desde muy pequeño, cuando todavía era un joven soñador y apenas superaba los 15 años de edad, Pedro Pablo Bello tenía claro que los campesinos de la región del Sumapaz, la misma que lo vio nacer, como colombianos tenían derecho a vivir y trabajar en paz, como elemento indispensable del progreso de la región, y que para ello, cada labriego, su compañera y sus hijos, debían educarse para que tuvieran claro cómo habrían de reclamar y defender sus derechos.
Pero la educación y el trabajo, como derechos de los campesinos, eran amenazados en forma constante por un grupo de terratenientes que sembraban la violencia y la zozobra en la región. Al frente de ellos se encontraba un terrateniente de nombre José Antonio Vargas, que comandó cuadrillas armadas de bandidos, que comenzaron a sembrar el terror. La familia de Pedro Pablo estuvo amenazada, y en la lupa de los sicarios al servicio de los terratenientes.
Esta situación obligó a Pedro Pablo a adoptar una decisión crucial en su vida: vincularse a la lucha armada de los campesinos de la región. Como combatiente insurgente asumió el nombre de ‘Chaparral’, como divisa de combate, y muy pronto adquirió autoridad y prestigio, no solo por el valor demostrado al frente de sus acciones, por su decisión y entereza al asumir la defensa de los campesinos, sino por la claridad de sus orientaciones políticas.
Muy pronto pasó a integrar una nómina de luchadores de lujo, junto con otros nombres de leyenda, como Juan de la Cruz Varela, Julio Alfonso Poveda, Jesús Morales, Pedro Acosta y Gerardo González. La claridad de sus objetivos emancipatorios, les mostró que necesitaban de una orientación política que fuera garantía de lealtad a los intereses de los campesinos, y esa orientación la encontraron en el Partido Comunista Colombiano. Desde entonces desempeñaron con éxito esa doble función de luchadores sociales y de líderes orientadores en la formación política del campesinado.
Su sacrificio no fue en vano
Cuando la violencia dio una tregua, sin sombra de claudicación, asumiendo una negociación política que no concibió la entrega de las armas, pues conservar las armas era garantía de cumplimiento de eventuales acuerdos con el gobierno, dieron un mayor énfasis a la organización política, a mecanismos de autodefensa de masas, de preservación de las organizaciones agrarias, y en una coyuntura política especial, Pedro Pablo fue elegido diputado a la Asamblea Departamental de Cundinamarca por la alianza UNO-Anapo-MIL, donde mantuvo la defensa de los campesinos y convirtió su curul en tribuna de lucha agraria.
En una nueva ola de recrudecimiento de la violencia partidista y bajo el nefasto Estatuto de Seguridad, en el gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala, Pedro Pablo Bello fue asesinado en Bogotá, cuando se dirigía a su residencia, después de salir de la Gobernación de Cundinamarca a la altura del barrio Policarpa. Fue impactado por dos tiros dentro del bus de servicio público y cuando lo ingresaban herido al Hospital de La Hortúa, los sicarios lo acabaron de rematar, el 19 de octubre de 1978, hace cuarenta años.
Había nacido en Pandi, Cundinamarca, el 14 de mayo de 1928. La semilla sembrada por ‘Chaparral’, sigue dando sus frutos. Varios años después, fue posible un acuerdo general de paz con la guerrilla de las FARC, en un proceso que, aunque ha sufrido reveces, conserva los elementos para construir una paz duradera, la misma con la que soñó Pedro Pablo Bello.