Hernando López
El 3 de marzo de 1989, hace 28 años, fue asesinado en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, el dirigente nacional del Partido Comunista Colombiano, José de Jesús Antequera Antequera, en momentos que saludaba al entonces candidato presidencial del Partido Liberal, Ernesto Samper Pizano. Antequera no sobrevivió a las graves heridas y Samper se recuperó meses después.
Fue un crimen de Estado, aún en la impunidad, pero está demostrado que los escoltas del DAS participaron de la acción criminal y la Fiscalía va a vincular al exjefe de este organismo criminal estatal ya desaparecido, Miguel Maza Márquez, condenado por el asesinato de Luis Carlos Galán, para ser investigado por su presunta responsabilidad en los atentados de José Antequera y Bernardo Jaramillo.
Era de las figuras jóvenes más prominentes del Partido Comunista Colombiano, que había sido destacado por la dirección nacional para reforzar el trabajo de la Unión Patriótica y se convirtió en soporte ideológico de la entonces más importante organización política de la izquierda, junto a Bernardo Jaramillo, después del magnicidio de Jaime Pardo Leal.
“Pepe” o “Pepín” como lo habían bautizado sus camaradas de la JUCO en Barranquilla, donde inició la militancia en la Juventud Comunista Colombiana (JUCO), fue un destacado dirigente estudiantil de la Universidad del Atlántico donde se graduó de abogado. En 1980 fue llamado por la dirección nacional de la JUCO para que asumiera la responsabilidad del trabajo nacional universitario y fue por lo menos el promotor de dos organizaciones nacionales estudiantiles. Era un cuadro político de veloz desarrollo, debido a su inteligencia, capacidad política e iniciativa.
Luego fue designado Secretario General de la JUCO y miembro del Comité Central y del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista Colombiano. Tras el asesinato de Jaime Pardo Leal, en 1987, primer candidato presidencial de la Unión Patriótica, fue designado para reforzar el trabajo político de la recién surgida organización que ya estaba sometida a la guerra sucia y al genocidio político. Pasó a ser pieza clave en la búsqueda de la paz y de la solución política del conflicto. De hecho, la propuesta de paz del Partido Comunista Colombiano del XIV Congreso fue elaborada por el joven dirigente.
“Era un hombre brillante” coinciden en decirlo sus compañeros de generación que más lo conocieron. Leía de forma permanente. Literatura, textos políticos e históricos eran sus preferidos y armaba tertulias para conversar sobre ellos en animadas conversaciones y debates. Alegre y fiestero como buen costeño.
La lucha por la paz se convirtió en uno de sus principales objetivos, en una tarea nacional comunista, pues el XIII congreso del partido había hecho la propuesta que ya andaba en proceso desde el gobierno de Belisario Betancur y con el surgimiento de la Unión Patriótica. En casi todos los medios de comunicación aparecían con frecuencia sus interesantes opiniones y aportes sobre la construcción de la paz, al tiempo que hacía denuncias por los crímenes del paramilitarismo en connivencia con agentes del Estado. Actuaban en la más completa impunidad. Igual que ahora, los gobernantes de turno negaban esa complicidad y los planes siniestros fraguados desde los organismos de inteligencia del Estado.
Pocos meses antes del atentado criminal que segó la vida de uno de los dirigentes más sobresalientes del Partido Comunista Colombiano en la época, estando en Montería iba a ser asesinado por orden expresa de Carlos Castaño, cabecilla del paramilitarismo. Sin embargo, no le bajó el nivel y la profundidad al discurso político y con firmeza encaró a los enemigos de la paz y la democracia.
Con el asesinato de “Pepín”, Colombia perdió a uno de los más destacados dirigentes de la izquierda. Estaba casado con la abogada María Eugenia Guzmán. Quedaron dos hijos: Erika y José, dos brillantes profesionales con la inteligencia y la firmeza de su padre.