El periscopio apunta a Venezuela

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Aspecto de la Operación Unitas frente a las costas de Cartagena.

A la Casa Blanca no le va a quedar fácil desatar un incendio en el continente latinoamericano

Alberto Acevedo

La versión 2018 de los ejercicios navales militares denominada ‘Unitas’, que bajo la coordinación del Comando Sur de los Estados Unidos se realiza en aguas del caribe colombiano, desde el 30 de agosto, y concluye este miércoles 12 de septiembre, constituye una escalada más en los planes de agresión contra el gobierno y el pueblo venezolanos y en el proceso de militarización de América Latina.

Estas operaciones militares fueron concebidas en el marco del Tratado Internacional de Asistencia Recíproca, TIAR y aprobadas por la Primera Conferencia Naval Internacional, realizada en Panamá en 1959. Los primeros ejercicios navales conjuntos se realizaron en el mes de mayo del año siguiente en Venezuela, y desde entonces se han venido ejecutando una vez al año, sobre las costas de un país diferente en cada ocasión.

En los últimos años se realizan dos operativos por año, uno en aguas del Caribe, y otro en aguas del Pacífico, y de alguna manera se han ampliado con la participación de fuerzas navales de países europeos, todos ellos, vinculados a la OTAN. En su versión actual, Unitas reúne a 13 países, que han desplegado 18 buques de guerra y submarinos, y aeronaves de combate. Entre los participantes se encuentran Estados Unidos y Gran Bretaña.

El objetivo real

Según fuentes de la Armada Colombiana, el objetivo de estos ejercicios es el fortalecimiento de la confianza y la integración de las fuerzas navales del continente, además de mantener el entrenamiento de las tripulaciones para cooperar mutuamente ante las diferentes amenazas hemisféricas. La cuestión es que Venezuela, en reiteradas ocasiones ha sido declarada como una amenaza hemisférica, por el departamento de Estado de los Estados Unidos, por la OEA, y últimamente por el gobierno colombiano. No es casual, que en plenos ejercicios navales, el senador Álvaro Uribe Vélez, jefe del partido de gobierno, haya pedido, en una abierta posición injerencista, la intervención militar directa contra el gobierno bolivariano de Venezuela.

Sobre el verdadero objetivo de la operación Unitas en su versión 2018, da cuenta el propio jefe del comando Sur de los Estados Unidos, el almirante Kurt Tidd, quien afirmó: “El gobierno bolivariano sólo puede ser derrocado a través de una operación militar bajo bandera internacional, patrocinada por la conferencia de los ejércitos latinoamericanos, bajo la protección de la OEA y la supervisión, en el contexto legal y mediático, del secretario general, Luis Almagro”.

Pero el puntillazo final, lo que supone el verdadero plan de intervención militar abierta contra Venezuela, fue diseñado en un documento secreto del Comando Sur, suscrito por su comandante en jefe, el almirante Kurt Tidd, el 23 de febrero pasado. El documento se denomina “Plan to overthrow the venezuelan dictadorship, mastertrokes”, y más tarde traducido al español por Rolando Graterol Guzmán, como Plan para derrotar la dictadura venezolana. Golpe maestro.

Militarizando el continente

Hay un marco general de actividades injerencistas por parte de Washington, que confirman una escalada militarista. Unos días antes de comenzar la operación Unitas, a las costas de Cartagena había arribado el buque hospital de la Marina de Guerra norteamericana USNS Comfort, con capacidad para recibir y desplegar seis helicópteros artillados. La prensa nacional informó que el buque venía con la intención de ‘ayudar’ a los migrantes venezolanos en nuestro país. Pero una nave de guerra con semejante potencial, no viene a repartir aspirinas entre venezolanos. Siempre ese tipo de naves cumplen funciones de logística para soportar operativos militares en gran escala.

Para esos días, fuentes cercanas al Pentágono confirmaron que fuerzas militares de ese país vuelven a la antigua base militar de Manta, en Ecuador, reversando la decisión patriótica del anterior gobierno de Rafael Correa, de retirar las bases militares norteamericanas de esa nación. La semana pasada además, se produjo un desembarco de tropas norteamericanas en suelo argentino. Colombia, un mes antes, había participado en otros ejercicios navales en Hawái, en el océano pacífico, bajo conducción del alto mando militar norteamericano.

Bloqueo de alimentos y medicinas

Comentando la presencia del buque de guerra que trajo ‘ayuda’ a los migrantes venezolanos, el presidente de Bolivia, Evo Morales dijo que esa es una forma de “invasión encubierta” contra América Latina.

El investigador venezolano José Negrón Valera, dijo por su parte que Unitas “no es más que una fachada para imponer de la manera menos traumática posible, un bloqueo marítimo a Venezuela, así como ya ocurrió en 1902 contra el gobierno de Cipriano Castro”. Ese bloqueo, dijo, en esta ocasión buscaría impedir las importaciones de alimentos, medicinas y otros bienes esenciales”, de acuerdo a una estrategia mencionada en ese sentido por el almirante Kurt Tidd.

Sin embargo, dijo Negrón Valera, el objetivo principal es “impedir que Venezuela pueda comercializar petróleo. Por ello Unitas se convierte en una amenaza para la supervivencia económica de la nación bolivariana”. La operación Unitas, puntualizó, busca evitar también “la aproximación de posibles fuerzas aliadas a Venezuela”.

Enérgica respuesta

El gobierno bolivariano es consciente de la gravedad de la situación, y de que una posible invasión militar extranjera, con tropas aliadas de Estados Unidos es hoy más cercana que nunca. Esta semana se completó el despliegue de 30 mil milicianos sobre la frontera con Colombia.

El 4 de septiembre, el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello confirmó esta noticia. La idea es que lleguen a 90 mil milicianos en todo el territorio nacional. “Venezuela va a seguir siendo objeto de ataques, y una opción es incorporar cuatro y medio millones de militantes del PSUV, a una gran milicia nacional en defensa de la patria”, puntualizó Cabello.

VOZ conoció, de fuentes confiables, que en las próximas semanas se realizarán ejercicios aéreos conjuntos entre tropas de Rusia y Venezuela, y también en septiembre llegará un buque militar del gobierno chino, con alta capacidad de combate. Por lo que se ve, a la Casa Blanca no le va a quedar fácil desatar un incendio en el continente latinoamericano. Entre sectores progresistas y democráticos, crece además el rechazo a las amenazas a Venezuela y a la presencia de tropas norteamericanas al sur del Río Grande.