
El parlamento mayoritariamente de derecha da el visto bueno al gabinete, pero aplaza sus planes desestabilizadores
Ricardo Arenales
El parlamento peruano en sesión plenaria, celebrada el 27 de agosto pasado, entregó un voto de confianza al gabinete ministerial del presidente Pedro Castillo, quitándole presión, al menos en forma provisional, al duro enfrentamiento de poderes entre un congreso mayoritariamente derechista y el poder ejecutivo, que intenta despegar con un programa de gobierno que ganó la confianza de la mayoría del pueblo de ese país, en su reclamo de cambios democráticos urgentes.
El resultado de la votación le anota un punto a la gestión de Pedro Castillo. Fueron 73 votos a favor de la confianza al gabinete, 50 en contra y cero abstenciones. De esta manera, los ministros escogidos continuarán en sus cargos. Esto quiere decir que habrá un marco de estabilidad en la dirección del gobierno. Pero el presidente se mueve en arenas movedizas. Lo que el congreso hizo fue cumplir con un protocolo, un ritual parlamentario, no un respaldo al presidente.
Pero es significativo. El primer ministro Guido Bellido, pronunció un extenso discurso en el que llamó a la plenaria del congreso a “deponer las diferencias” como requisito para solucionar una de las más graves crisis política, económica y sanitaria de las últimas décadas”, y en consecuencia llamó a los congresistas a apoyar el gabinete del presidente.
Fraccionamientos
La constitución peruana establece que el nuevo gabinete debe recibir el voto de confianza del congreso en los 30 días siguientes a su designación. Si esto no sucede, el presidente debe nombrar otro primer ministro y recomponer su gabinete con otro equipo. De haber sucedido esto, hubiera sido un debilitamiento del gobierno de Castillo.
La cuestión en el Perú es que la llegada de Pedro Castillo al gobierno no ha resuelto el actual ciclo de crisis, por el contrario, la ha acentuado. Hay una mayor polarización, presionada por la derecha. Sin embargo, la derecha misma comienza a presentar fisuras y reacciona de manera diversa, fragmentada, tratando de recuperar la iniciativa política.
La Confiep, un organismo gremial que agrupa a bancos, industria minera, aseguradoras, y la Unión Nacional de Gremios, UNG, se pronunciaron por respaldar la gestión del presidente Castillo y darle un compás de espera y la oportunidad de ejecutar sus propuestas de gobierno. Del otro lado se agrupan los partidos más reaccionarios y recalcitrantes, como el neofascista Renovación Popular, cuyo líder, Rafael López Aliaga llamó a darle muerte al comunismo, a Pedro Castillo y a su asesor Vladimir Cerrón; y el partido Fuerza Popular, que orienta Keiko Fujimori, que llama a ‘derrotar al comunismo y el fraude electoral.’
Moderación polémica
Algunos analistas sugieren que también en el partido de gobierno, Perú Libre, podrían estarse gestando algunas fricciones. No a todos los militantes del partido, ni a otros sectores de izquierda les gustó que el presidente Castillo hubiera cedido ante los coletazos de la derecha y entregado la cabeza del canciller Héctor Béjar.
Tanto Cerrón como el primer ministro Bellido, plantean iniciar desde ya acciones en el gobierno para la ‘recuperación de los recursos naturales’, en manos de consorcios extranjeros y de grandes capitales privados’. Pero el presidente ha estado ocupado buscando un pacto de gobernabilidad con el establecimiento, lo que llevaría al ejecutivo a modificar reglas de juego y, eventualmente, a que Castillo se distancie de Perú Libre.
El primer ministro Cerrón, no obstante ser la mano derecha del presidente, ha hecho notar, no sin cierta desazón, que al partido de gobierno solo le entregaron el diez por ciento del gabinete ministerial. Entre tanto, el nuevo canciller designado, Oscar Maurtúa, es un hombre que no ha tenido militancia en la izquierda y en cambio ha sido cercano a los intereses de Estados Unidos. Un gesto que algunos interpretan como un deslinde de Castillo con Cerrón y con Perú Libre.
El pueblo es la clave
Entre tanto, la conspiración golpista se da un margen de espera. El parlamento mayoritariamente de derecha da el visto bueno al gabinete, pero no renuncia a sus planes desestabilizadores. La derecha va a esperar el momento oportuno de dar el golpe, cuando considere que Castillo se ha quedado solo, sin su base magisterial, su base popular campesina y roto definitivamente con Perú Libre. Esa es la apuesta de la derecha peruana, que aprende de sus pares latinoamericanos.
El movimiento obrero y popular es la clave para enterrar los planes de la derecha y corregir eventuales desvíos en el campo del gobierno popular. Hay debilidades en los sectores de izquierda que, sumadas a indecisiones del gobierno de Castillo, llevaron a que la movilización nacional en respaldo a la gestión del gobierno, aunque contundente, fuera tardía. Ese es el factor que no se debe olvidar. El pueblo no es neutral en esta contienda ni está en disposición de aceptar a cualquiera de los dos bandos que gane. La gente ya expresó su opinión en las urnas, que es la del cambio democrático y de las soluciones sociales avanzadas.