«¿Por qué pedimos perdón?»

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Henry Ramírez, ceremonia litúrgica de perdón a las víctimas.

En medio de una ceremonia religiosa, miembros de la iglesia católica le piden perdón a las víctimas por el papel que su institución ha jugado en casos de violencia en el país

Carolina Tejada

En un acto público que inició con la lectura de una misiva que llevaba consigo la justificación del acto de perdón, continuó con un acto litúrgico en el que también participaron diversos sectores sociales, tales como el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, militantes del Partido Comunista Colombiano, y representantes de comunidades étnicas, así como algunos académicos.

En la lectura de la misiva que estuvo a cargo del padre Henry Ramírez, se pedía perdón a Dios y a las víctimas,  “Nos encontramos en tu presencia y en la presencia de representantes de las víctimas de tantos horrores de los que fuimos espectadores, cómplices o partícipes directos como iglesia. Por eso, venimos a pedirte perdón a tí y a las víctimas. Quienes pedimos perdón, los más de mil firmantes por el perdón, miembros de la iglesia católica colombiana, apoyados y apoyadas por nuestras hermanas de otros países y confesiones religiosas nos sentimos llamadas y llamados, interpelados e interpeladas a dar este paso en estos momentos en los que buscamos para nuestro país, la reconciliación basada en la verdad y en la justicia”.

Mientras la lectura era comprendida por diversos feligreses que transitaban por el lugar de la ceremonia, en un parque en la ciudad de Bogotá, las víctimas escuchaban atentas. La lectura de la misiva, continuaba llamando al perdón. “Queridas víctimas, nosotros y nosotras en cuanto parte de la Iglesia Católica Colombiana hemos pecado, de pensamiento, de palabra, obra y omisión. La presencia de ustedes, de millares de víctimas colombianas nos abre la posibilidad de encontrar caminos reales de perdón con visión necesaria para dar paso hacia la reconciliación. Gracias señor por permitirnos contar con la presencia de Marcia Megia Chirimia, de la etnia Emperara y hoy representante de los pueblos indígenas originarios, como víctima de una evangelización forzada que usó la violencia, víctimas de la imposición de la cruz con la espada y del saqueo de sus riquezas ancestrales”.

También se mencionó en esta importante declaración pública, que era vergonzoso y un escándalo, que los restos del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada responsable de cerca de 10 mil crímenes contra los pueblos originarios, reposen en una capilla dentro de la Catedral Primada.

El perdón también se extendió hasta los sectores políticos de izquierda, víctimas también de acciones desmedidas de la Iglesia. “Gracias, Gloria Inés Ramírez y Jaime Caycedo, representantes del Partido Comunista, partido que fue descalificado, perseguido, satanizado por distintas instancias de nuestra iglesia desde las directrices del papado antes del Concilio Vaticano Segundo, hasta nuestras parroquias en los lugares más apartados del país, llegando hasta emitir decretos y descomunión en su contra. En Colombia, estas directrices eclesiásticas se convirtieron en decretos para sancionar penalmente a quienes hicieran parte de alguna organización política que se vinculara con el comunismo. La estigmatización ha continuado, incluso hasta nuestros días”.

Entre otros cientos de casos en los que la violencia contó con la participación de integrantes de la Iglesia, se mencionó uno en particular, al que también le rogaron perdón: “Gracias Ilda Quiroga Ruiz, su esposo Jacinto Quiroga fue torturado en una guarnición militar del Socorro, Santander, en el año de 1979 que contaba con la presencia de capellanes castrenses. En sus cartas, desde la cárcel, expresó su dolor profundo de católico y catequista, al ver en las misas de la guarnición militar en primera fila y comulgando a quienes lo torturaron la noche anterior”. Esta persona, en el año de 1990, fue asesinada por militares, implicados en los crímenes llamados falsos positivos, ejecuciones extrajudiciales, acompañados por capellanes castrenses.

En este acto público de perdón, de los mil firmantes, el padre jesuita Javier Giraldo lamentó que la Iglesia como institución no estuviera presente. En la ceremonia litúrgica, se recordaron las palabras del papa Francisco, cuando aseguraba: “Una mala comprensión de nuestros propios principios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato a la naturaleza, o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las guerras, la injusticia y la violencia”.

@carolltejada