
Un mundo y una ciudad diferentes son posibles.

Los días 26 y 27 del pasado mes de junio, diferentes sectores sociales, políticos, artistas, de mujeres y juveniles entre otros, se reunieron en el Hospital San Juan de Dios con en el propósito de dialogar y programar una agenda distrital en defensa de la ciudad, el derecho al buen vivir, defensa de los territorios y contra toda imposición de los modelos neoliberales de sociedad, los cuales han implicado la privatización de los recursos naturales así como de los humedales, páramos, de los Cerros Orientales y cuencas hídricas.
La cumbre se desarrolló en dos días. En el primero de ellos, la socialización de los cuatro procesos significativos de la ciudad: Asamblea Sur, Mesa de Cerros Orientales, Coordinadora Cívico Popular de Ciudad Bolívar, Encuentro Popular Sabana. Posteriormente se desarrollaron mesas de trabajo en donde se hizo un reconocimiento a las luchas sociales de los últimos veinte años en los diversos territorios. En el segundo día de esta jornada se contó con una reflexión crítica sobre las últimas tres administraciones de Bogotá, se mencionaron los elementos para formular una propuesta de modelo alternativo de ciudad y acordaron una ruta de trabajo común hacia la gran cumbre de Bogotá.
Para las personas asistentes a este espacio, la ciudad capital ha venido creciendo en sus dinámicas de forma desigual, como producto del conflicto social, político y armado que vive el país, aunado a la fragmentación de los territorios, la segregación y la exclusión.
Entre los diversos elementos propuestos y de común acuerdo, este importante encuentro definió que, para avanzar en una ciudad democrática, es necesario exigir la garantía de que ninguna decisión sobre los territorios se tome sin ellos. De esta misma manera, se mencionó la necesidad de exigir el derecho del espacio público, la creación de planes estratégicos de financiación y acompañamiento a los territorios con mayores niveles de desigualdad, la defensa de una economía solidaria y popular que potencie entre otros elementos, una soberanía alimentaria para la ciudad capital y Cundinamarca.
En la declaración final también se rescatan exigencias frente a la “no militarización de la vida, no a la privatización de los servicios públicos ni del transporte, no a la paramilitarización del Estado ni de los barrios, no a la privatización de la salud ni la educación, no a la estigmatización de los jóvenes, no al patriarcalismo (…)”.
Igualmente se hizo el llamado a fortalecer la iniciativa de la gran cumbre de la capital, proyectada para el mes de diciembre del presente año, y se formuló en perspectiva la caracterización de los conflictos presentes en el territorio e identificación de los puntos comunes de trabajo. Reconocer los avances, debilidades, vacíos y propuestas para desarrollar en los próximos años a partir del gobierno de Bogotá en los últimos doce años.
Construir una ruta colectiva que permita diseñar alternativas desde los procesos territoriales en relación a un modelo alternativo de ciudad y región que se materialice en una carta de la ciudad de Bogotá por el derecho a la ciudad. Planes de vida y mandatos urbanos populares para los territorios que garanticen la justicia social, la vida digna y el buen vivir. Incidir con propuestas construidas desde los territorios en los espacios y encuentros que discutan, propongan y decidan planes y políticas sobre el territorio. “Seguiremos caminando por la utopía, por la esperanza y la paz con justicia social de cada día, porque la paz son cambios”.