Llegamos a la conmemoración del día de la clase obrera con mayores recortes a los derechos y las garantías laborales. El gobierno uribista pretende imponer la tercera reforma tributaria con el pretexto de superar el déficit fiscal y financiar el gasto social, y la falacia de incentivar la generación de empleos, pero en realidad busca favorecer a los ricos.
Una reforma similar había sido presentada en 2019, disfrazada en ese momento como Ley de Crecimiento Económico, aquella vez con el falaz argumento de que, solo disminuyendo los impuestos a los ricos y a las grandes empresas, estas invertirían en el país, creando mayor riqueza y puestos de trabajo. Como respuesta a la gran movilización de finales de 2019, se ofrecieron aún más exenciones a las empresas que contrataran jóvenes. La antítesis de esta generosidad con las empresas fue establecer el pago de impuesto de renta a partir de los 4.7 millones de pesos de salario golpeando los ingresos de los profesionales, que en su mayoría trabajan mediante órdenes de prestación de servicios.
La reforma que presentan hoy, agrava aún más las condiciones tributarias de todos los trabajadores, ya que pagarían en el año 2022 impuesto de renta quienes devenguen desde $2’420.000 mensuales y quienes devenguen $1’694.373 o más desde 2023. El impuesto a la gasolina y al ACPM provocará el incremento de la inflación que siempre deteriora el poder adquisitivo de los salarios.
Además, el Presidente programa despidos colectivos, con fundamento en las facultades extraordinarias que solicita para fusionar entidades estatales, con lo cual muestra su insensibilidad frente a las secuelas de hambre y miseria que causa el desempleo.
Todas las reformas tributarias de Duque tienen el mismo objetivo, hacer que la clase media y los asalariados de un ingreso un poco mayor al mínimo financien al Estado y las utilidades y el capital de los potentados paguen sumas irrisorias o no tributen. Estos se benefician igual que el capital extranjero de las exenciones tributarias. “Solidaridad sostenible”, el nombre que le han puesto a la reforma tributaria, se sustenta sobre los hombros de mujeres y hombres de medianos y bajos ingresos, que con su trabajo crean la riqueza de la nación.
Los efectos macroeconómicos de esta reforma, van a demorar mucho más la tan ansida recuperación económica, pues deprime aún más el consumo de las familias y las posibilidades de sobrevivencia de los pequeños y medianos empresarios. Una reforma tributaria que destruye el ingreso, el tejido productivo y lleva más hambre al pueblo, debe ser rechazada y quienes la proponen y la avalan merecen el repudio, ya que comprometen el futuro de la Nación.
La pandemia ha desenmascarado el modelo de acumulación y pone de manifiesto que el capitalismo es incapaz de resolver los acuciosos problemas que atraviesa la sociedad, por ello constituye necesidad imperativa construir un modo de producción que haga de las necesidades humanas y su crecimiento intelectual, moral y económico objetivos prioritarios.
En Colombia, según el DANE, despidieron 5.4 millones de trabajadores en el año 2020 y a febrero de 2021 el desempleo según la misma institución era de un 15.9 por ciento de la población económicamente activa, 43.9 por ciento eran mujeres jóvenes y 42.1 por ciento hombre jóvenes (menores de 28 años). Son aproximadamente 3.9 millones de desempleados/as. Los trabajadores/as de la economía informal son 5.7 millones según las estadísticas oficiales, son las personas que rebuscan el sustento de sus familias en el día a día; son, además, perseguidos por las autoridades.
Ante esta debacle social los trabajadores llegamos al Primero de mayo de 2021 con el deber de tomarnos las calles para rechazar el modelo de acumulación y al Gobierno que lo usufructúa y potenciar la acción política que haga posible la construcción de un modo de producción distinto al capitalismo y fundamentado en la democracia con plena participación del asalariado, hombres y mujeres, campesinos, pequeños y medianos empresarios, los indígenas y afrodescendientes.
Si se concreta el Pacto Histórico, sin exclusiones y poniendo por encima de los intereses individuales los intereses de las grandes mayorías populares, se potenciará el trabajo político y las masas conducidas por esta alianza más pronto que tarde culminarán la tarea de derrotar a la extrema derecha e iniciar la construcción de un régimen democrático, garante de los derechos igualitarios de las mujeres, de los indígenas, de los afrodescendientes y la protección de la naturaleza. Además, debe eliminar la corrupción y los crímenes contra líderes, mujeres y hombres y los firmantes del Acuerdo de Paz. Debe también procurar el rescate de la soberanía nacional como punto de partida para la conquista de un porvenir venturoso para el hombre y la mujer colombiana. ¡Adelante que la unidad garantiza el triunfo!