Primero de Mayo internacionalista y por la paz

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El primero de Mayo del presente año se celebra en Colombia en las condiciones del Acuerdo Final de Paz con la guerrilla de las FARC-EP y con el desarrollo de los diálogos con el ELN, cuya segunda ronda comienza el próximo tres de mayo. A pesar de la intensa campaña de la extrema derecha y del saboteo de los enemigos de la reconciliación nacional, el proceso de implementación del Acuerdo de La Habana se adelanta, aunque en muchos casos de manera lenta, casi que a paso de tortuga por el Gobierno nacional.

Este fin de semana se realizará el Congreso Nacional de Paz, esfuerzo de numerosas organizaciones sociales y populares, por defender la salida política dialogada como vía de solución del conflicto social y armado y por colocar en el centro de la construcción de paz las reformas políticas y sociales que se requieren en la construcción de un nuevo país. Es un congreso singular porque por primera vez tendrá una reunión en Bogotá en simultánea con otras capitales y algunas zonas veredales con participación de los guerrilleros en proceso de dejación de las armas y en tránsito a una organización política democrática. Con toda razón su consigna es: “Un pacto por la vida y la paz”.

Son elementos de una nueva realidad favorable a la democracia en Colombia en la cual se avanza en abierta contradicción con los sectores de la extrema derecha que promueven la violencia. No faltan los crímenes del paramilitarismo, ocultados por los voceros gubernamentales que niegan la sistematicidad de la guerra sucia y la intentona de producir el bloqueo del camino hacia la paz estable y duradera.

Este Primero de Mayo permitirá vincular a las masas trabajadoras y urbanas a la lucha social y popular, a defender los acuerdos de La Habana y el diálogo con el ELN. Como también a la exigencia al gobierno de Juan Manuel Santos, neoliberal y ajeno a los intereses populares, de colocar en primera línea los cambios sociales y democráticos. De otra manera no se llegará a la paz estable y definitiva que el país necesita para alejar la violencia como parte del ejercicio del poder y de la lucha política.

También el Primero de Mayo está enmarcado por un ambiente internacional enrarecido como producto de los planes agresivos e intervencionistas del presidente Donald Trump, que ordenó los bombardeos contra Siria y Afganistán y amenaza a la República Popular y Democrática de Corea. El peligro de una confrontación armada nuclear es una realidad. Rusia y la República Popular China se han declarado en situación de alerta debido al guerrerismo de Washington. Trump no puede jugar con fuego, los coreanos han dicho que responderán con todo a cualquier agresión desde los Estados Unidos o del territorio de sus aliados en Asia.

En América Latina la derecha internacional promueve el golpismo contra la República Bolivariana de Venezuela. Quieren derrocar al gobierno legítimo y constitucional de Nicolás Maduro, fiel representante de la tendencia continental de surgimiento de gobiernos antineoliberales, soberanos e independientes de la férula de la Casa Blanca. Es realmente lo que quieren cobrarle. Las movilizaciones y manifestaciones de la oposición, acompañadas de actos terroristas y violentos, buscan desestabilizar el poder bolivariano pero no lo han logrado, el pueblo también ha rodeado a su gobierno porque pese a las dificultades el gasto social se mantiene y la solución de ingentes problemas sociales que afectan a los más humildes.

El presidente Santos, como un desagradecido, terminó respaldando a los golpistas en el vecino país, así como avalando los bombardeos en Siria y Afganistán. Todo lo contrario de lo que predicó para lograr el Premio Nobel de Paz. Primero el comandante Chávez y luego el presidente Nicolás Maduro fueron piezas fundamentales para el logro de los diálogos de paz con las FARC y la firma del Acuerdo Final. La deuda de Colombia con Venezuela es enorme.

Son algunos elementos del Primero de Mayo, internacionalista y por la paz, que muestra las serias contradicciones en la arena nacional e internacional entre las fuerzas democráticas y las de la guerra. Obligan a la acción popular y a la unidad de todos los sectores democráticos que anhelan se afiancen las condiciones de la paz y del progreso social.

Un saludo a los trabajadores y trabajadoras con el convencimiento de la plena vigencia de la consigna de Carlos Marx y Federico Engels: “¡Proletarios de todos los países, uníos!