Primero de Mayo, el origen

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Revuelta de Haymarket de 1886 en Chicago, Estados Unidos. Ilustración de la época.

Es a los trabajadores del campo y de la ciudad, en estos tiempos a quienes corresponde resignificar la fecha que fundaron los obreros, y así tomar las riendas de su vida para llenar nuevamente la historia de esperanza

Jeison Alfonso

En 1990, en la Universidad de Londres, Eric Hobsbawn presentó un trabajo titulado “El Nacimiento de una Fiesta: El Primero de Mayo” para conmemorar el centenario de esta celebración. En el texto, Hobsbawn comenta los hechos que fueron haciendo del “Día del Trabajo”- desde su nacimiento como manifestación extraoficial e internacional de obreros que exigían jornada laboral de ocho horas, hasta su oficialización y normalización antes de 1914- una tradición para la clase obrera.

1890

El historiador británico indaga en cómo una jornada de movilización pensada para una sola vez y a la que no se le dio mayor importancia, se convirtió (gracias, entre otras cosas, al éxito de la primera manifestación en 1890, a su carácter internacional, y a que fue fundada no por los gobiernos sino por los obreros mismos) en “la única mella indiscutible” que un movimiento no religioso ha hecho en un calendario oficial, y, más importante, en “un día en el cual los que normalmente eran invisibles se exhibían en público y, al menos por un día, se apoderaban del espacio oficial de los gobernantes y la sociedad”.

Según Hobsbawn la palabra clave del “Día del trabajo” en sus primeros años era “nuevo”, pues la fecha no era para los obreros una conmemoración (ni siquiera de “los mártires de Chicago” como querían los anarquistas de ese tiempo y como se sostiene actualmente) sino una fiesta, y, por tanto, el día festejado trataba menos del lacerante pasado de la clase obrera y más del futuro en que los trabajadores conquistarían la emancipación.

No fue sino hasta cuando empezó a ser oficializado por “los de arriba” que el primero de mayo “dejó de considerarse la antesala inmediata de la gran transformación”, y, despojado de su carácter de clase, empezó a evocar “el pasado más que el presente”.

Los nadie

De esta forma, el festejo nacido del seno de los congresos constitutivos de la segunda internacional se fue desdibujando, lo que era la manifestación de los nadie, de los obreros del común que se negaban a trabajar para celebrar la fiesta que ellos mismos habían fundado, se convirtió, para la mayor parte de los trabajadores contemporáneos, en un día de descanso como cualquier otro, en un festivo que difícilmente reconocen como una conquista de los suyos.

¿Es posible y vale la pena devolver al “Primero de Mayo” su significado histórico cuando ya se ha conquistado la reducción de la jornada laboral, el voto universal y cuando la propia celebración se ha institucionalizado? ¿Es posible que los trabajadores de estos tiempos con más medios de vida que sus pares del siglo XIX vuelvan a hacer suya la causa de la emancipación? La respuesta es sí. Sí, porque en este mundo aún reina la desigualdad, la injusticia y la explotación. Sí, porque otro mundo sigue siendo necesario y posible.

Es a los trabajadores del campo y la ciudad de nuestros tiempos a quienes corresponde resignificar el día de fiesta y de lucha que fundaron los obreros, tomar las riendas de su vida, y llenar la historia de esperanza nuevamente.

Bibliografía:

Hobsbawn, Eric.  Birth of a Holiday: The First of May, 1990. Traducción de José Beltrán Ferrer y Ricardo Pochtar. Tomado de: http://perrerac.org/articulos/eric-hobsbawm-nacimiento-una-fiesta-primero-mayo/9102/