Un hasta pronto para “Chelo”, un camarada ejemplar

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Wenceslao Pérez Ramírez.

“Si nada nos salva de la muerte,

al menos que el amor nos salve de la vida”.

Pablo Neruda.

Un último adiós se le dio al camarada Wenceslao Pérez Ramírez, el pasado 22 de agosto luego de dos infartos que no pudo superar. Oriundo de Morelia, Caquetá, e hijo de una familia que con él contaban 10 hermanos, amante de la libertad, la aventura, la buena música, como la colombiana y los boleros.

“Chelo” como lo llamaba su amada compañera Gladys Valencia, fue militante del Partido Comunista durante 31 años cuando fue concejal de Cartagena del Chairá, donde además realizó el cargo de almacenista. El conflicto lo desplazó hacía la ciudad de Neiva, donde llegó a integrar el regional Ramón Tovar. Muy pronto se convirtió en un revolucionario de tiempo completo donde no compartía el desorden y hacía honor a la disciplina, siempre procuraba hacer las cosas correctamente.

“Siempre fue disciplinado en las tareas que el partido le asignaba, nunca las dejaba a mitad de camino, era colaborador, humanista y daba muestras del gran ser humano que fue hasta su último día entre nosotros”, expresó uno de sus más sinceros amigos, Alfonso López.

Nunca se le había visto enfermo, él era quien recomendaba la medicina natural, la alimentación sana, el ejercicio, pero también era el que aconsejaba abandonar el exceso de alcohol y de cigarrillo. “Jamás se me pasó por la cabeza que este viejo nos fuera a dejar, eso que lo diga yo que con frecuencia me enfermo, pero él parecía un roble, lo vamos a extrañar mucho”, comenta Francisco Barreto

Wenceslao siempre llegaba con su astucia de vender cualquier cosa, pero sobre todo tipo de bibliografía intelectual, revolucionaria y orgánica, esa que hace finanzas para el partido, los bonos, pero sobre todo el semanario VOZ.

No había persona más proactiva para difundir el periódico de los comunistas, el medio más importante de la izquierda colombiana. Todos los jueves llegaba temprano a recogerlo a la entidad de envíos para llevarlo a cada militante y simpatizante y sobre el medio día todos lo estaban leyendo.

Wenceslao, camarada, siempre lo recordaremos con su sonrisa, con su estrechez de mano, con su afán cotidiano, con su presto gesto de servir, pero también con su compromiso ineludible por transformar este vida. ¡Hasta siempre!