Prosur: Un bloque de derecha, a la medida de Washington

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Iván Duque y Sebastián Piñera, ideólogos del neoliberalismo, aparecen como impulsores de Prosur.

Ricardo Arenales

La iniciativa de constituir un nuevo bloque de países que enfrente a Unasur, y sepulte de paso cualquier intento de integración regional independiente que no responda a los intereses de los Estados Unidos, es el verdadero significado del anuncio hecho el pasado 14 de enero por el presidente Iván Duque, en declaraciones a una emisora de la ciudad de Cali.

De acuerdo con la idea que maneja el mandatario colombiano, y que, según confesó, ya la ha discutido con varios gobernantes latinoamericanos, especialmente con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, es crear un aparato denominado Prosur, como “mecanismo de coordinación suramericana de políticas públicas, en defensa de la democracia, la independencia de poderes, la economía de mercados, la agenda social, con sostenibilidad y con debida aplicación”.

En las motivaciones de la propuesta del nuevo bloque regional, el mandatario colombiano incurre en una serie de falsedades, como la de asegurar que Unasur fue creada por el expresidente Chávez, cuando en realidad fue idea del gobierno de Brasil. Que fue un aparato para sustentar gobiernos de izquierda como el venezolano, cuando se trató de una organización pluralista, que mantuvo una política de integración autónoma y respetuosa de los principios de no intervención en los asuntos de otras naciones y propendió por la paz y el desarrollo de las naciones.

Destruir la cooperación

En realidad lo que se proyecta es una idea distinta de lo que es la integración, alimentada por un pensamiento conservador, que se podría imprimir en la propia Unasur, en la medida en que los gobiernos de derecha controlen su manejo. Pero lo que quieren es borrar de un plumazo todo el esquema anterior de integración autónoma, que tiene expresión en otros organismos regionales.

Para el analista Leandro Morgenfeld, citado por RT Noticias, estas acciones son parte de una estrategia que “tiene que ver con abonar a la destrucción de cualquier organismo de cooperación, de coordinación política o de integración regional que sea autónomo de los mandatos de Washington”. “Lo que quieren es un organismo de derecha, conservador y hecho a la medida de sus intereses” dice por su parte la periodista Oriane Fléchaire, analista internacional.

En el fondo no se trata de un organismo de integración económica regional. Más bien de un aparato político supranacional, que enfrente a los organismos de integración existentes en la región y desarrolle la política de Washington. Duque acusa a Unasur de ser un aparato político de la izquierda. Y lo que propone es un aparato político de la extrema derecha latinoamericana al servicio del modelo neoliberal.

Competencia de truhanes

No es que se trate de buscar consensos para negociar ante el mundo, como propusieron en su momento Unasur, Celac y Unasur. De lo que se trata es de un conciliábulo de presidentes de derecha, y en nombre del libre mercado, amparar los intereses de Estados Unidos, de las empresas trasnacionales y del capital financiero.

Pese a la actitud servilista de Duque, de adelantarse a una iniciativa que ha sido el sueño de los Estados Unidos, en América Latina tiene otros émulos que compiten por los favores de la Casa Blanca. En reunión reciente, los presidentes Mauricio Macri y Jair Bolsonaro, acordaron revisar el arancel externo común del Mercosur, sin liquidarlo y buscar un mejor acceso a los mercados.

Los dos mandatarios de derecha plantean “modernizar el Mercosur y avanzar hacia un espacio de integración que se adapte a los desafíos del siglo XXI y que aproveche las oportunidades que el mundo ofrece”. Esta postura, malogra, de momento, la estrategia uribista de Iván Duque.

Avances de Unasur

El último secretario general con que contó Unasur, el colombiano Ernesto Samper Pizano, desvirtuando las afirmaciones de Duque de que este organismo regional era un  aparato de proselitismo de la izquierda, recordó que en los últimos años, Unasur pudo demostrar que convivieron dentro de ese espacio gobiernos de distinto signo ideológico, lo que permitió avanzar en temas fundamentales como la conformación del Consejo Suramericano de Defensa, que de alguna manera reafirmó la condición de la región como zona de paz en el mundo.

Unasur diseñó un Consejo Electoral que auditó más de 110 elecciones y envió más de 20 misiones electorales; impulsó avances en salud a través de su Instituto de Salud y desarrolló obras de infraestructura para integrar la región. Adelantó un proyecto de fibra óptica común en la idea de romper la dependencia de megaempresas cibernéticas. Además el Banco del Sur, los consejos de participación ciudadana, y otras iniciativas que contribuyeron a robustecer la amistad y la solidaridad entre los pueblos de la región.

También Unasur intervino en procura de una salida política negociada a la crisis en Venezuela y consiguió disminuir la conflictividad, con la participación de los expresidentes Martín Torrijos, José Luis Rodríguez Zapatero y del dominicano Danilo Medina. Gracias a su gestión, se consiguieron acuerdos con la oposición, que después se vinieron abajo por determinación de Estados Unidos.