Prosur: Integración a la medida de Trump

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Sebastián Piñera e Iván Duque, han sido promotores del modelo neoliberal de integración deno- minado Prosur, que algunos califican Pronorte.

Los líderes de Prosur comparten su odio a las ideologías de izquierda; su deseo de colaborar militarmente con los Estados Unidos y la OTAN, y particularmente, su decisión de restaurar el modelo neoliberal

Ricardo Arenales

La integración de América Latina ha sido un viejo anhelo que se funde en las luchas libertarias contra el yugo español. José Martí y Simón Bolívar imaginaron una Patria Grande, y la pensaban en los términos de Nuestra América.

A finales del siglo pasado y comienzos del presente, varios procesos integracionistas buscaron salir de la lógica neoliberal, y avanzaron en la construcción de alternativas políticas y sociales antineoliberales. Pero estos intentos emancipadores provocaron la ira de Washington, que no perdonó a sus impulsores. Por eso la política del Departamento de Estado quiso volver a promover un modelo de integración a la medida de sus intereses, sobre la base de recuperar su influencia en lo que han considerado siempre su ‘patio trasero’.

En las últimas décadas, el camino hacia la unidad regional en América Latina ha sido accidentado. Cada que una instancia regional fracasa, se crea otra, que transita a su vez por un camino incierto. Hoy existe un abanico de organismos, varios de ellos sumidos en el sopor de la inacción, que más parecen una bandeja “ropa vieja”, que tiene todos los ingredientes.

Camino a ninguna parte

El apego ideológico, ha sido la clave de cualquier proceso de integración en la región, y el anuncio del nacimiento de Prosur, el pasado fin de semana en Santiago de Chile, no es la excepción. La cuestión es que cualquier proceso de integración, para que perdure, debe ir más allá de la voluntad de siete mandatarios, trascender la situación política del momento. Si el proceso no tiene en cuenta poderosos intereses nacionales, probablemente va a ser un camino de integración que no conduzca a ninguna parte.

Este es el contexto en el que, el pasado 22 de marzo, se anunció el nacimiento del Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina, Prosur, que contó con la participación de los presidentes de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Ecuador, Colombia y Perú. Por motivaciones similares nacieron el Grupo de Lima, la Alianza del Pacífico, y hasta la OEA, objeto del mayor descrédito hoy en el mundo de la diplomacia internacional.

Los fundadores acusan a Unasur de ser un proyecto político, al servicio de los gobiernos de izquierda de la región. Esto no es cierto. Si bien se inspiró en el ideario emancipador de gobernantes como Hugo Chávez y Néstor Kirchner, en realidad fue el más avanzado proyecto de integración, basado en los principios de la no intervención y el respeto a la dignidad y la soberanía de los pueblos.

Integración con exclusiones no integra

Y aunque en la reunión de Buenos Aires los fundadores de Prosur proclaman una pretendida ‘independencia’ y renuncia a motivaciones políticas, Prosur está marcada por su intención de destruir a Unasur y al Parlamento del Sur. Es, además, un proyecto absolutamente excluyente, que funda sus motivaciones en la intención de destruir el proceso de la revolución bolivariana de Venezuela.

El anfitrión de la reunión, Sebastián Piñera, proclamó que el foro es “un lugar de encuentro abierto a todos los países de América del Sur y sin ideologías”. Sin embargo, los líderes de Prosur comparten significativas coincidencias: la sumisión al presidente de los Estados Unidos Donald Trump; su deseo de hacer desaparecer cualquier movimiento progresista en el continente; su odio a las ideologías de izquierda; su deseo de colaborar militarmente con los Estados Unidos y la OTAN y, particularmente, su decisión de restaurar el modelo neoliberal y las privatizaciones.

Ciertamente, Prosur no consiguió alcanzar un consenso en su acta de nacimiento. Uruguay, que participó en la reunión, no firmó el acuerdo. El vicecanciller de ese país, Ariel Bergamino, dijo: “No concebimos ningún ámbito de integración con exclusiones de ningún tipo; un ámbito de integración con exclusiones no integra, es contrario a su propia naturaleza”.

El excanciller argentino Jorge Taiana, dijo que se trata de una propuesta improvisada, balbuceada por el presidente de Chile luego de su visita a la Casa Blanca, e impulsada a su pedido. “Es público y notorio que la misma no cuenta con el mínimo criterio de seriedad, ni con el trabajo con junto de los gobiernos y de la diplomacia de los distintos países de nuestra región”, precisó el diplomático.

Otras opiniones fueron más allá y calificaron a Prosur como una aventura divisionista. El proyecto “es impulsado por países al servicio de las transnacionales”, dijo el excanciller boliviano David Choquehuanca, actual secretario general del ALBA. Profundizará la división regional, dijo el expresidente colombiano Ernesto Samper Pizano, quien agregó: “los gobiernos que apoyan esta propuesta lo hacen a partir de una excluyente identidad ideológica, que profundizará las diferencias entre los países sudamericanos”.