La actual secretaria de Migraciones del Partido Comunista de España es colombiana y dialogó con VOZ sobre su experiencia como migrante, la situación política española y la percepción que se tiene del país andino en el antiguo continente
Roberto Amorebieta
@amorebieta7
Yuveli Muñoz es colombiana, abogada, defensora de derechos humanos, de familia comunista y militante del Partido Comunista Colombiano, activista política y feminista. Trabaja en temas de solidaridad internacional y a pesar de que es exiliada política en España desde hace siete años sigue con atención desde Madrid la lucha del pueblo colombiano.
Desde 2015 es relatora especial de Naciones Unidas por la sociedad civil colombiana en representación del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH) y actualmente es la secretaria de Migraciones del Partido Comunista de España. No obstante, a pesar de su amplia experiencia, Yuveli se considera una militante de base al servicio del pueblo colombiano.
–Después de siete años, ¿cómo ha sido su experiencia como colombiana migrante en España?
–Ha sido difícil. La migración acá es bastante compleja. Llegué en una época de crisis económica, que había comenzado en 2008. Ha sido difícil porque no hay condiciones laborales dignas tanto para la población autóctona como para los migrantes y para cualquiera de nosotros que sale de su país a buscar otras condiciones de vida, aquí no encuentras muchas oportunidades laborales.
El acceso al trabajo no va de acuerdo a tu profesión o a tus capacidades, te limitas a trabajar en los sectores más precarizados que los españoles rechazan por los bajos salarios, falta de garantías laborales y de servicios sociales. Para los migrantes es más fácil acceder a trabajos en agricultura, manufactura, construcción y, en el caso de las mujeres, el servicio doméstico, la hostelería o la limpieza. Esto último es relativamente fácil porque, irónicamente, las propias mujeres españolas se han dado cuenta que necesitan a otras mujeres para que les ayuden con sus hijos y con la limpieza del hogar mientras ellas trabajan.
Las migrantes aportamos al desarrollo económico de este país, somos quienes hacemos trabajos que aquí rechazan, pero sin papeles no pueden exigir ciertos derechos porque no los tienen. Si tiene papeles, aunque reclame, tiene miedo a la hora de enfrentarse con el patrón y hay mucho temor a perder el trabajo. Por ello es difícil que la población migrante se organice.
Experiencias de la migración
–Más allá de las dificultades legales para la inserción, ¿usted ha sentido discriminación o rechazo por parte de los españoles?
-Yo llegué aquí como refugiada política apoyada por el Programa de Refugiados de Asturias, una organización que lleva varios años acompañando los procesos de paz en Colombia y contribuyendo al apoyo a las víctimas. Hasta hoy han ayudado a establecerse en España a más de 100 líderes sociales amenazados y así mermar el riesgo de violencia.
Yo salí obligada del país, pero igualmente al llegar aquí, a una cultura distinta, te enfrentas a la integración, a entender ciertos términos y formas de los españoles. Es una situación chocante porque aunque hablemos muy buen castellano los españoles son muy distintos. Ello son directos en su forma de hablar pero como no han vivido una época de guerras, no se vive igual la violencia como en Colombia. Sí se siente la discriminación, el racismo y la xenofobia; es un país muy conservador. Para acceder a la vivienda debes tener papeles en regla y un contrato de trabajo, pero también allí se discrimina. Muchas veces te preguntan por teléfono si eres española y si no lo eres no te llaman a entrevista.
–¿Cómo es el trato de los españoles con los migrantes?
–Depende de tus redes de amigos. Yo vine refugiada me he relacionado con personas de la izquierda, del Partido Comunista y de la solidaridad internacional, ellos se han convertido en mi familia. Pero no ha sido fácil. Los dos primeros años yo solo pensaba en Colombia, pero llegó un momento en el que tuve que pensar también en mí y me tuve que integrar y buscar redes de apoyo y de ayuda como las redes de los partidos políticos de referencia.
La relación con ellos es muy afectiva, fraternal, de cuidados, ha sido una integración de hermandad. Con la gente que no es militante, pues te miran de arriba a abajo, eres de pelo negro, pequeña y tu acento hace evidente que eres de otro país. Aunque les gusta nuestro acento, igual saben que no eres de aquí.
El futuro de España
–¿Qué hacer ante el ascenso de la ultraderecha en Europa?
–España está pasando por un momento político muy importante. Hemos pasado por tres elecciones este año. Vox es una fuerza de ultraderecha que desafortunadamente ha aumentado su número de diputados. La derecha española ha sido muy hábil porque se ha presentado con tres partidos (Partido Popular, Ciudadanos y Vox) cuando realmente son tres caras de la misma fuerza. Con la caída de Ciudadanos en las últimas elecciones y el ascenso de Vox hemos visto que esos eran votos fascistas escondidos.
Ahora es común que vayas a un bar y haya gente que se defina como fascista, eso antes era muy raro. Eso es preocupante porque se están apoderando de las instituciones. La alternativa es cogobernar con el PSOE que, aunque tenga políticas neoliberales, es la única oportunidad para crear un acuerdo programático. Queremos poner la política del PCE en el gobierno. Queremos hacer cambios reales, igualitarios, que no se recorten los derechos. No soy optimista pero creo en los procesos y creo que es un momento oportuno para avanzar.
La movilización desde el extranjero
–¿Cómo se perciben desde aquí las luchas populares en Colombia?
–Desde aquí se ve con gran atención lo que sucede en Colombia. Mucha gente pregunta con preocupación, otra con indignación porque no paran las violaciones a los derechos humanos. Colombia siempre ha estado presente en España, es importante para España, las transnacionales, los negocios que hay allí, es de los países más importantes en sus relaciones políticas.
Se sigue viendo como un país en guerra pero también se admiran las luchas de allí y se sorprenden por la persistencia de la violencia. Ahora con las movilizaciones en América Latina ha habido aquí también un movimiento de solidaridad, pero con Colombia sucede que es más habitual, es como si siempre estuviéramos en crisis, no hace falta nombrarnos, siempre estamos ahí.
–¿Cómo se ha visto desde aquí el paro nacional?
–Aquí en España es donde hay más colombianos en toda Europa y en Madrid estamos organizados. La campaña por el Sí al acuerdo de paz hizo que todas las organizaciones de colombianos en la capital nos uniéramos y ahora con el paro se han unido más colombianos independientes.
El paro ha puesto en evidencia que algo está cambiando, que la gente está despertando y está concienciándose de que este gobierno es muy malo. Muchos españoles también se han unido a nosotros. Estas últimas semanas han sido de actos conjuntos con Bolivia, Ecuador, Chile… En nuestro continente se están abriendo puertas de revolución y los pueblos latinoamericanos están emergiendo. Estos son procesos populares que buscan recuperar nuestro continente.