“Queremos una Colombia sin odios”: Histórico discurso de Rodrigo Londoño

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Histórico discurso del presidente de las FARC, Rodrigo Londoño en Plaza de Bolívar.

La FARC y su primer acto político en plaza pública le presentó al país sus anhelos de reconciliación y propuesta de un nuevo país

Simón Palacio

Timoleón Jiménez, jefe de la insurgencia de las FARC-EP, comandante de la organización en los últimos años de guerra, conductor de los diálogos de paz, firmante de los acuerdos de La Habana y orientador del tránsito a la reincorporación social y política de esa guerrilla, llegó a la plaza de Bolívar el pasado primero de septiembre; y como nunca antes un insurgente de su talante lo había hecho, lanzó el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC.

En el discurso de Rodrigo Londoño, se ratificó el compromiso guerrillero por cumplir los acuerdos suscritos en La Habana, hacer política de manera legal y abierta y sobre todo representar a los colombianos víctimas del sistema económico y empoderar los cambios sociales del país. Un anhelo que no ha cambiado desde el nacimiento de esa guerrilla hace medio siglo.

“Y lo hacemos presentando ante el país y el mundo nuestro partido político, Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC, en una demostración más de nuestro compromiso con la paz, la democracia y la justicia social para Colombia. Fueron más de 50 los años de resistencia armada, llegados a su fin con la firma de los Acuerdos de La Habana. Dejamos las armas para hacer política por vías pacíficas y legales, queremos construir con todos y todas ustedes un país diferente”, expresó Rodrigo Londoño.

No obstante, para iniciar las acciones políticas el jefe insurgente reclamó del gobierno el cumplimiento del acuerdo y sobre todo las garantías que permitan transitar al país de un momento de guerra a una democracia real: “Un país en el que en primer término la violencia desaparezca definitivamente del escenario de la política, en el que nadie sea perseguido, asesinado o desaparecido por pensar diferente. Un país en el que ninguno de sus habitantes se vea obligado a tomar las armas para defender su vida, en el que la respuesta a la protesta y la inconformidad social no sea el trato brutal del Esmad”.

No solamente que cese la persecución a la que se vieron obligadas las FARC a convertirse en movimiento guerrillero desde 1964 en Marquetalia, Londoño pide que pare la violencia como mecanismo para definir diferencias y ahuyentar el odio entre los colombianos. “Un país en el que la tolerancia y el respeto por la diferencia sean la norma, en el que el diálogo y la concertación sean la forma de solucionar los problemas. No queremos una sola gota más de sangre por razones políticas, que ninguna madre vuelva a derramar lágrimas por su hijo o hija violentados. Por ello no vacilamos para extender nuestras manos en señal de perdón y reconciliación, queremos una Colombia sin odios, venimos a profesar la paz y el amor fraternal de compatriotas”.

No le temen a la justicia

Con el argumento que la impunidad sería el triunfo de las FARC, los enemigos del proceso de paz ganaron pírricamente el plebiscito del pasado 2 de octubre. Pero el nuevo partido político de las FARC, le ratifica al país su compromiso con la justicia. “No vamos a hacer aquí la defensa de nuestro alzamiento. La búsqueda de la verdad del conflicto y sus víctimas estuvo en el centro de los Acuerdos de La Habana, y los diversos instrumentos pactados se encargarán de revelar lo realmente sucedido. No tememos a la justicia. Por el contrario, clamamos por ella. Por un país en el que la impunidad desaparezca para siempre, con indiferencia del estrato social del responsable o de su condición política”, señaló Rodrigo Londoño.

Como tampoco niegan que sus principios políticos y accionar estarán ligados a la lucha de clases: “Somos conscientes de que una sociedad dividida por enormes desigualdades económicas y sociales es semillero permanente de conflictos e injusticias. Sabemos que unos segmentos de la población colombiana detentan fortunas impensables y ostentan privilegios de fábula, en tanto grandes franjas soportan implacables condiciones de vida. Quizás alcanzaríamos un país más humano y justo si los primeros cedieran un tanto sus beneficios en provecho de los segundos”, indicó Rodrigo Londoño.

Propuestas al pueblo

Temas sensibles para la ciudadanía como los impuestos altos para las clases media y baja, gravar los productos de la canasta familiar y reducir los aranceles a los capitales extranjeros en Colombia; además de la corrupción que embarga a las esferas altas de la clase gobernante y judicial del país, serán banderas del nuevo partido.

“Nuestra reciente experiencia en Noruega nos mostró un país en donde todos los ciudadanos, de acuerdo con su condición económica, pagan sus impuestos y gustan de hacerlo, porque saben que les serán revertidos en obras de beneficio colectivo. Por eso gozan de un elevado nivel general de vida. Aquí los grandes capitales pujan por la baja en su tributación, mientras se grava al conjunto de la población con impuestos indirectos que terminan siendo el mayor aporte del recaudo […] Y lo que es peor aún, cada mañana nos despertamos con un nuevo escándalo de corrupción, en el que un personaje distinto de la élite gobernante aparece involucrado en gigantescos desfalcos, poniendo al desnudo el altísimo grado de descomposición que se esconde en los distintos poderes públicos. La regla del cómo voy yo se ha apoderado de toda la administración pública, a costa del abandono, la burla y el engaño a los votantes que creyeron un día en esos líderes”.

El país de las FARC

El país que quieren las FARC está pensado para los más amplios sectores de la sociedad. La juventud y la clase trabajadora son los sectores que mayormente le apostarán el nuevo partido: “Queremos un país en el que todos sus ciudadanos y ciudadanas tengan acceso efectivo a la educación y la salud. En el que los criterios de humanidad y servicio se impongan sobre los de crecimiento y ganancia. En el que los sectores estratégicos de su economía estén más allá del negocio capitalista de unos cuantos consorcios, un país en el que se apoye al productor nacional […] Un país en el que la juventud y los trabajadores gocen realmente de desarrollo espiritual, en el que el deporte, la cultura, el arte y la recreación, eleven las mentes y oportunidades de todos. Un país en donde todos tengan una vivienda digna, un lecho limpio, al menos tres comidas diarias, en el que nadie esté sin trabajo y menos sin una remuneración justa. […] Un país en donde las mujeres sean reconocidas y gocen de iguales derechos y oportunidades que los hombres. En el que la diversidad de género y sexual no sea un estigma. En el que la niñez sea el más valioso patrimonio social y por tanto se la proteja y dote de las mejores oportunidades de desarrollo integral. En el que la discapacidad goce del apoyo y el estímulo para la superación”.

A solo una semana de iniciarse el congreso constituyo de la FARC, las encuestas de la opinión pública señalaban que ese nuevo partido tenía más credibilidad que los partidos tradicionales envueltos en escándalos. Arranca bien la FARC.

@Simonhablando