Raúl Castro, el reformador

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Raúl Castro Rus.

Su conocimiento de la vida, de los seres humanos, sus convicciones revolucionarias y su confianza infinita en los jóvenes, hacen del compañero Raúl un crítico contundente de formas y métodos que no se corresponden con cada tiempo histórico, con cada nueva etapa de la revolución, con la realidad, con la vida misma”, José Ramón Fernández

Alberto Acevedo

Un hombre que a sus 86 años, tomó la decisión de dejar la presidencia de Cuba, y hacerse a un costado para dar paso a una nómina de jóvenes dirigentes, con Miguel Díaz-Canel a la cabeza, es uno de los sobrevivientes del asalto al Cuartel Moncada, un hecho histórico que catapultó el proceso revolucionario en la isla y llevó más tarde a la construcción de un proyecto socialista, que hace que los cubanos se sientan orgullosos de ser “el primer territorio libre de América”.

Pero al lado de su pasado histórico, de una larga y exitosa lucha insurgente, al lado de su hermano Fidel, las reformas económicas y sociales adelantadas, serán la impronta de su gestión, que concluyó el pasado 18 de abril.

El mandato de Raúl Castro marcó un período de cambios dentro del modelo socialista cubano, en donde se registraron momentos dramáticos, de trascendencia internacional, como en diciembre de 2014, cuando se acercó a su vecino del norte, los Estados Unidos de América.

Nuevos escenarios

En sus doce años en el poder, los cubanos ingresaron a los hoteles e instalaciones turísticas de la isla; consiguieron mayores facilidades para viajar al extranjero; se les abrieron nuevas posibilidades, más expeditas, para instalar negocios privados, la compra y venta de autos, de inmuebles, el acceso a la telefonía móvil e internet. Cedió espacios de la economía centralizada al sector privado y cooperativo, que se expresan con fuerza en el denominado cuentapropismo. En fin, la población ganó en derechos migratorios y de la propiedad.

A partir de 2015 estalló un boom turístico que disparó los ingresos de la nación, mejoró la imagen internacional de la isla y contribuyó grandemente a romper el bloqueo económico de sesenta años. Hechos que se suman al restablecimiento de relaciones con Washington y la primera visita de un mandatario norteamericano, Barack Obama, en 90 años.

Probó su capacidad de tomar decisiones más colectivas, dando mayor participación a los sectores sindicales, campesinos, intelectuales, juveniles y de la academia. Al mismo tiempo, relanzó a la isla a escenarios internacionales y regionales que le merecieron el reconocimiento universal.

Prueba de ello son las sucesivas resoluciones de la Naciones Unidas condenando el criminal bloqueo económico, comercial y financiero por parte de la mayor potencia económica del mundo, con la votación de la casi totalidad de las naciones del planeta.

Con la paz de Colombia

Durante su gestión, Cuba regresó al escenario de la Cumbre de las Américas, en la cita de 2015 en Ciudad de Panamá, después de medio siglo de exclusión. El discurso de Raúl, pese al abrazo con Obama, fue un mensaje de dignidad nacional, de patriotismo, de exhortación a la lucha emancipadora latinoamericana.

Su pueblo conoció la imagen adolorida de un Raúl Castro que un 25 de noviembre anunció por las cadenas de radio y televisión la muerte de Fidel.

No hubo un solo día de su gobierno, en que Raúl Castro no luchara contra el bloqueo imperialista, por la restitución del territorio de Guantánamo, contra la proliferación de armas nucleares en el mundo, contra la guerra imperialista, por la paz mundial. Consecuente con ese espíritu internacionalista, Cuba fue siempre solidaria con la revolución bolivariana de Venezuela, y junto con ella, fungieron como garantes en las largas negociaciones de la guerrilla colombiana con el gobierno de Bogotá hasta alcanzar la firma de un acuerdo de paz que puso fin a medio siglo de confrontación armada.

Las agencias de prensa capitalistas ponen en duda que en Cuba se esté presentando un relevo generacional verdadero. Ironizan con el hecho de que al conservar la dirección del partido, Raúl va a ser el verdadero poder detrás del trono. Paradójicamente, Raúl Castro defendió, durante toda su vida, el papel de los jóvenes, como el verdadero motor de los cambios sociales.

Una revolución de jóvenes

Durante la celebración del 60 aniversario del ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, dijo Raúl: “Han pasado los años, pero esta sigue siendo una revolución de jóvenes, como lo éramos el 26 de julio de 1953; los que combatieron y cayeron en las calles de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956.

“Jóvenes eran también los que derrotaron a los mercenarios en Playa Girón; los que se sumaron, incluso adolescentes, a la campaña de alfabetización, la mayoría estudiantes; los que se incorporaron masivamente a las milicias, a las nacientes Fuerzas Armadas Revolucionarias y al Ministerio del Interior; los cientos de miles de compatriotas que cumplieron misiones internacionalistas en otras tierras del mundo”, puntualizó Raúl.

José Ramón Fernández, uno de sus compañeros en la Sierra Maestra, dijo: “Su conocimiento de la vida, de los seres humanos, sus convicciones revolucionarias y su confianza infinita en los jóvenes, hacen del compañero Raúl un calador profundo en la esencia de la educación de las nuevas generaciones, así como un crítico contundente de formas y métodos que no se corresponden con cada tiempo histórico, con cada nueva etapa del desarrollo de la revolución, con la realidad, con la vida misma”.

Dice Fernández: “A su juicio, para llegar a la mente y al corazón de los jóvenes, fortalecerlos ideológica y políticamente, despertar su interés y estimular sus motivaciones, el trabajo político ideológico tiene necesariamente que ganar en extensión y en profundidad, tiene que ser incomparablemente más riguroso y, sobre todo, más moderno”.