El Partido Comunes y el Partido Comunista rinden homenaje, en Viotá, La roja, al líder revolucionario Raúl Valbuena, conocido como El caminante campesino, por su destacada lucha en defensa de los intereses de la clase trabajadora rural
Simón Palacio
@Simonhablando
La muerte lo sorprendió el jueves 7 de septiembre del año 2000. Su corazón, cansado de latir en su cuerpo de caminante campesino, decidió parar y apagar su esperanza de ser alcalde de Viotá, municipio que ayudó a forjar, junto a otros históricos dirigentes comunistas. La población, que lo quería y lo respetaba lo acompañó masivamente a su última morada. “¡Hasta siempre, camarada Valbuena!”, se escuchó gritar por parte de un pueblo rebelde, que en aquella tarde del sábado 9 de septiembre despedía a su más emblemático representante.
Un combatiente de la vida
Raúl Valbuena nació en Chaparral, Tolima, el 30 de abril de 1924. Desde muy joven ingresó a las filas del Partido Comunista, donde empezó a liderar las luchas agrarias del sur del Tolima, defendiendo el derecho de los campesinos a la tierra. Fue presidente de la Federación de Cafeteros, seccional Viotá, concejal de la UP y el Partido Comunista, directivo de la Cooperativa de Agricultores del Tequendama y presidente del concejo de Viotá.
Después de la muerte del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, Raúl Valbuena encabezó una marcha contra el destierro forzoso a que eran sometidos los campesinos de las veredas de El Limón, municipio de Chaparral y así, al lado de otro dirigente legendario, el recordado Mayor Líster o Isauro Yosa, lideró la primera marcha campesina que llegó a la zona del Davis, cuna de la resistencia campesina.
La dictadura conservadora hizo que Valbuena junto con Líster huyeran hacia Villarrica, territorio situado en la falda occidental del páramo de Sumapaz, en el oriente del Tolima. En 1956 cuando el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla decidió militarizar la región, incrementando la presencia castrense en 5.000 soldados, se generó la respuesta organizada de los campesinos que adquirió formas locales de gobierno. Posteriormente, en el Frente Nacional, surgido a raíz del plebiscito de 1957, los comunistas fueron excluidos de la participación política y electoral, registrándose experiencias similares a la de Viotá en Sumapaz, Marquetalia y Riochiquito.
Valbuena fue de los pocos campesinos que interesado en el estudio individual alcanzó dimensiones autodidácticas que lo formaron como intelectual, además de haber transmitido sus experiencias a estudiantes en la Universidad de Praga, donde cursó estudios de filosofía en la época de su destierro a causa de La Violencia.
Los recuerdos
“Era un campesino de profundas raíces y una sabiduría inmensa. Tenía el valor de lo que significaba la amistad y los afectos. Raúl Valbuena era la historia de este país. Con su muerte concluye la historia del siglo pasado. Cuando milité en el Partido Comunista fue un apoyo para mí, era quien leía primero mis textos literarios. En su casa escribí dos de mis libros”, recordó el escritor Arturo Alape aquella tarde de despedida.
También lo despidió el secretario general del Partido Comunista. “Raúl representó siempre el sentir de los de abajo, el sentir del tejido social popular campesino, directamente vinculado a la acción y a la lucha con un sentido revolucionario y comunista”, dijo en aquella oportunidad Jaime Caycedo. “Valbuena era un comunista comprometido con sus ideales. Su gran preocupación fue servirle al pueblo, a la humanidad. Estuvimos batallando hombro a hombro, en muchas ocasiones”, expresó Salvador Molina, amigo entrañable de la casa Valbuena y compañero de luchas.
Finalmente, en representación de la familia habló Patricia, su hija: “Más que padre fue un amigo, siempre preocupado por los problemas de sus hijos, que estudiaran y asimilaran las ideas del Partido”.
Viotá, la roja
La vida de Raúl Valbuena fue la expresión más emblemática de la experiencia histórica conocida como ‘Viotá, la roja’, donde el Partido Comunista y las FARC tuvieron una influencia innegable en este municipio ubicado en la región del Tequendama en Cundinamarca.
Según el historiador Medófilo Medina, Viotá se convirtió en el “baluarte inexpugnable” del Partido Comunista desde la huelga de peones y arrendatarios en la hacienda ‘La Florencia’ ocurrida el 13 y 28 de mayo de 1930, donde destacados militantes lideraron al campesinado ante las injusticias a las que eran sometidos por parte de sus patrones.
La recepción por parte de la población de Viotá ante las ideas del Partido Comunista tiene una explicación en la formación socioeconómica del territorio. “A la región llegaron desplazados por la crisis de mediados de los años setenta del siglo XIX, trabajadores que habían laborado en calidad de mano de obra asalariada en las haciendas de tabaco en Ambalema. Aunque no fuese esa corriente la mayoritaria, frente a los migrantes campesinos de Boyacá y otras regiones, su importancia radicaba en que el individualismo del pequeño productor agrario había sido debilitado y se crearon así condiciones para el surgimiento de la organización de los trabajadores que el Partido Comunista supo aprovechar gracias a un trabajo tesonero”, relata Medina en su libro Historia del Partido Comunista de Colombia (1980).
Desde la década de los años treinta, Viotá y su pueblo forjaron un espíritu de solidaridad y de valores colectivistas muy difíciles de encontrar en otro territorio del país, logrando no solo la repartición equitativa de la tierra alrededor de la economía del café, sino sustraerse del flagelo de La Violencia en la mitad del siglo XX, gracias a la experiencia de los Guardias Rojos desde 1940, que según Medófilo Medina, fueron “un alto nivel de consciencia de las masas”.
El conflicto
Con el movimiento agrario logrando sus objetivos, la violencia política desatada y el Partido Comunista ilegalizado por Rojas Pinilla, Viotá se convirtió en un espacio de resistencia ante la represión militarista. Desde esta región del Tequendama, se editaron importantes publicaciones comunistas y se organizaron varias escuelas políticas de formación marxista.
Con el desarrollo de los acontecimientos en Marquetalia y que derivarían en el nacimiento de las FARC (1964), Viotá se fue transformando en un territorio rebelde a donde llegó esta insurgencia, mientras el Partido Comunista fue ganando espacios legales por vías democráticas. Esta aparente convivencia pacífica entre las dos fuerzas comunistas, se fue fracturando con la agudización del conflicto armado comenzando la década de los noventa debido a diferencias irreconciliables entre las FARC y el PCC que fueron generando una fractura definitiva, paradójicamente después de la muerte de Raúl Valbuena.
Sin embargo, la estocada final vino con la llegada del paramilitarismo. De la mano del Plan Patriota y la Operación Libertad 1 en Cundinamarca, acciones militares orientadas por el presidente Andrés Pastrana en el año 2000, también llegaron en el 2003 el Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia, que se tomaron a sangre y fuego el territorio, donde si bien no hubo una masacre, sí existió una persecución implacable contra militantes del Partido Comunista con un saldo de por lo menos 80 militantes asesinados y desaparecidos.
Un merecido homenaje
Como un acto de reconciliación y unidad con el territorio, las direcciones en Cundinamarca del Partido Comunes y del Partido Comunista han convocado al Primer Encuentro Territorial por la Vida y la Unidad que se desarrollará el próximo 13 de septiembre en la casa cultural “Domingo Monroy”, en la vereda Puerto Brazil del municipio de Viotá, la roja.
Será un acto de homenaje a Raúl Valbuena, dirigente que junto con otros líderes comunistas ayudó a forjar una de los territorios emblemáticos de la rebeldía popular en nuestra historia nacional.