Recompensa a Israel por sus crímenes

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El pueblo palestino anuncia que resistirá al plan de ‘paz’, propuesto por Trump y Netanyahu y perseverará en la defensa de sus derechos.

Las ventajas del plan de Trump “no son más que un juego de palabras que le permite el mandatario norteamericano ocupar titulares en la prensa en un año electoral, y atraer la atención hacia su figura”, asegura un especialista en temas de Oriente Medio

Ricardo Arenales

El anunciado plan de paz del presidente de los Estados Unidos para el pueblo palestino y el Oriente Medio, que con bombos y platillos se anunció el pasado 28 de enero, en presencia del premier Benjamin Netanyahu, legitima más de cincuenta años de violaciones al Derecho Internacional Humanitario por parte de Israel en los territorios palestinos ocupados desde 1967.

Los Acuerdos de Oslo para Palestina, suscritos por varias potencias internacionales hace 25 años, sacrificaban derechos humanos fundamentales y principios del derecho internacional inherentes a los palestinos, y por eso se convirtieron en letra muerta. Ahora el plan de Trump supone el arrasamiento total del Derecho Internacional y legitima más de medio siglo de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel en territorios palestinos ocupados.

En vez de invocar las resoluciones de las Naciones Unidas, incluidas las del Consejo de Seguridad de la ONU, varias de ellas respaldadas por administraciones anteriores de Estados Unidos, Trump ignora flagrantemente estos postulados, promueve la lógica de la fuerza por encima de la verdad y recompensa a Israel por los crímenes cometidos.

Legaliza el despojo

Amparado en un mal concebido proceso de paz. Israel siguió apropiándose de partes del territorio palestino ocupado, creando hechos consumados irreversibles, como triplicar los planes de expansión construyendo colonias, creando una mayoría judía en Jerusalén oriental, y aislando y obligando a su población palestina a salir de la ciudad. Impuso un bloqueo a la Franja de Gaza, dividió las ciudades, aldeas y campamentos de refugiados en Cisjordania, mediante la construcción de muros y estableció cientos de puestos militares de control en lo que analistas han calificado como una brutal política de apartheid.

La ocupación militar israelí cambió las características de la geografía física y humana del territorio ocupado, confiscó sus recursos y privó a la población palestina de sus derechos inalienables en favor de las colonias judías.

Ese es el panorama que la propuesta de Trump quiere institucionalizar, en un ‘acuerdo’ que, desde luego no fue consultado en ninguna de sus partes con las autoridades palestinas. En esas condiciones, por ejemplo, prevé la construcción de un túnel entre Gaza y Cisjordania, para conservar 15 asentamientos israelíes ilegales en territorio de Cisjordania. Sobre la base de la legitimación del despojo, plantea la creación de dos Estados separados, pero el Estado palestino es una figura virtual en que la parte palestina renuncia ‘voluntariamente’ a su soberanía.

Jerusalén no está en venta

“La soberanía es un concepto amorfo, que ha evolucionado con el tiempo. La noción de que la soberanía es un término estático y constantemente definido, ha sido un obstáculo innecesario en negociaciones pasadas”, señala con gran desfachatez el documento de la Casa Blanca.

Sería entonces un Estado compuesto por dos áreas, sin continuidad territorial, conectadas por un túnel, ambas del tamaño de la Franja de Gaza. “Jerusalén sigue siendo la capital soberana del Estado de Israel”, reza el documento divulgado por el presidente de los Estados Unidos. Ya en diciembre de 2017, la administración norteamericana había reconocido ese estatus para la ciudad, después de la ocupación israelí.

Las reacciones en el mundo árabe no se hicieron esperar. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbás, rechazó la propuesta: “Les digo a Trump y a Netanyahu: Jerusalén no está en venta, nuestros derechos no están a la venta y no son para negociar”. Ese acuerdo, que es una conspiración, “no pasará”, puntualizó el gobernante en una cadena de televisión.

Un referéndum

Voceros del movimiento político Hamás, que gobierna la Franja de Gaza, calificaron como “absurdo” el plan de Trump. “Las declaraciones del presidente norteamericano son agresivas y van a desencadenar mucha ira” afirmó el mismo martes Sami Abu Zuhri, de la dirección política de Hamás.

El canciller de Irán, Mohammad Javad Zarif, dijo por su parte: “En lugar de un delirante ‘acuerdo del siglo’, que no tendrá oportunidades de éxito, los autodenominados ‘campeones de la democracia’ harían mejor aceptando la solución democrática de Irán, propuesta por el ayatola Alí Jamenei: un referéndum mediante el cual todos los palestinos, musulmanes, judíos o cristianos, decidan su futuro”.

Enrique Refoyo, un especialista en conflictos, dice que las ventajas del plan de Trump “no son más que un juego de palabras que le permite el mandatario americano ocupar titulares en la prensa en un año electoral, y atraer la atención hacia su figura”.

Entre tanto, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina dijo que romperá relaciones con Estados Unidos e Israel; analistas de la región aseguran que a Israel le dan el queso y a Palestina los agujeros, y voceros de la resistencia aseguran que su pueblo no tiene otra opción que quedarse y pelear.