Reconocer las realidades

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María Eugenia Londoño

La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema de derechos humanos, de salud pública y de desigualdad de género de profunda magnitud, cuyas raíces se encuentran en la aplicación del sistema económico capitalista y patriarcal, que legitima el ejercicio de la violencia de Estado y la cultura machista,  que perjudica y anula el disfrute de las libertades fundamentales, de allí que las relaciones de género son relaciones de poder y de hegemonía, de dominación y subordinación, que impiden el avance hacia la cimentación de una sociedad justa y democrática.

Por tal razón, le apostamos a construir una sociedad en paz para fortalecer la igualdad entre los géneros, el respeto a la diversidad sexual sin fundamentalismos, bajo los preceptos de una cultura de la vida con profunda interrelación comunitaria, donde el bienestar de todas sea entendido como el bienestar de una misma.

Por eso la lucha de las mujeres por el respeto a la vida y a la dignidad humana, se convierte en una verdadera lucha de clases, cuyo propósito es la construcción de una nueva sociedad donde seamos capaces de reconocernos entre todas, desechando el pensamiento colonial, proyectando nuestra propia fuerza, donde podamos sembrar semillas renovadas de vida de manera que el bien colectivo sustituya al individualismo y el egocentrismo.

En esta línea se enmarca nuestra acción desde el movimiento feminista, la actividad sindical, social y política para erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres, siendo este un acto político y revolucionario, que pretende cambiar la estructura social para transformar la vida de las mujeres, recuperar nuestra identidad, nuestra raíz cultural, donde las relaciones de género sean horizontales, armónicas y no subordinantes.

Proyectamos nuestra agenda de trabajo en favor de la vida, buscamos la hermandad y no la guerra, buscamos la cultura de la paz, no del odio, buscamos la verdad que nos permita la reconciliación, no el resentimiento. Nuestra lucha es contra todo tipo de sometimiento y pensamiento único colonial y patriarcal, con la mirada hacia una nueva feminidad y masculinidad que se complementen, para que juntos podamos sanar a la humanidad, al planeta y a la vida.

Recordamos la memoria de las víctimas de Estado, del sistema patriarcal y la cultura machista, movidas por nuestra pasión por la justicia, no por el resentimiento, para proteger los derechos civiles y políticos de las mujeres, para defender las libertades y sus derechos; buscamos el camino de la unidad, de la hermandad, de la equidad, del respeto a las relaciones de género.

Las mujeres trabajamos para superar la división, el rencor y el racismo, ya no más persecución, asesinatos, feminicidios, ya no más abuso de poder, es hora de ponerle fin a todas  las formas de violencia contra las mujeres, nos proyectamos hacia el nuevo tiempo que significa sanar heridas, mirarnos con respeto, recuperar la patria, soñar juntos, asumir una nueva forma de habitar el planeta, fortalecer la paz y la justicia social, gobernarnos nosotras mismas, para que vivamos sin discriminación y sin miedo, que permita reconocernos como iguales, porque solo si se reconoce la violencia histórica contra las mujeres y sus causas estructurales se proyectará el camino para la construcción de una sociedad distinta donde haya garantía de cerrar la página de violencia por cuestión de género.

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