Reflexiones sobre el mundial femenino

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Festejo de la selección de los Estados Unidos luego de ganar la Copa Mundial de Fútbol Femenino de 2019.

La supremacía del ethos masculino en el popular deporte lo ubica en un lugar constante de disputa. El análisis del máximo certamen femenino se convierte en la excusa para desnudar el escenario patriarcal y pensar alternativas

Redacción Mujeres

La ciudad de Lyon, Francia, y el estadio Parc Olympique Lyonnais fueron el marco para la final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA de 2019, máximo certamen del balompié femenino a nivel internacional. En esta ocasión, los seleccionados de Estados Unidos y Países Bajos se enfrentaron el pasado 7 de julio para definir a las nuevas campeonas del torneo que ya cumple su octava edición oficial.

La victoria fue para Estados Unidos, equipo que logró su cuarta Copa Mundial Femenina, en un partido con resultado final de 2-0 con goles de su capitana, Megan Rapinoe, quien convirtió de penal y alcanzó el Botín de Oro gracias a sus seis goles en la competencia, y al zapatazo de media distancia de la centrocampista Rose Lavelle que con un bello zurdazo sentenció el juego en la mitad del segundo tiempo.

Polémica

La controversia se desató finalizado el partido cuando Rapinoe, en rueda de prensa, criticó a la Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, como organizadora del certamen, al considerar un insulto para el fútbol femenino el hecho que la final se disputara el mismo día que la final de la Copa América y la final de la Copa de Oro.

“Hablamos de una final de un mundial, debería paralizarse todo en el fútbol para darnos visibilidad”, opinó la capitana del seleccionado norteamericano, quien además es famosa por su activismo en campañas a favor de la igualdad, por su liderazgo en la lucha Lgtbi – desde el 2012 se declaró homosexual – y por su oposición a las políticas del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que van en contra de las minorías.

Esta interesante polémica, que se suma a los miles de escándalos que se desatan en el mundo por discriminación basada en género, forjan reflexiones en el universo del fútbol femenino. La supremacía del ethos masculino alrededor del fútbol, arena simbólica e histórica expresada en un poderoso dominio excluyente, ubican al popular deporte en un lugar constante de disputa. Es por ello, que el análisis del mundial femenino se convierte en la excusa perfecta para desnudar este escenario patriarcal y pensar alternativas.

La diferencia

Para Jorge Tovar, profesor de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes, los comentarios de Megan Rapinoe son radicales y no están ajustados al “crecimiento” del balompié de mujeres. Sus argumentos se basan en las audiencias como un termómetro ideal ante la difícil tarea de cuantificar objetivamente el crecimiento del fútbol femenino en la actualidad.

Si bien el mundial de Francia 2019 rompió todos los récords en audiencias y en éxito de marcas, este indicador no representa un salto cualitativo en el fútbol femenino, sino una instrumentalización del libre mercado y sus industrias culturales para estimular el proceso de acumulación.

Siguiendo la teoría feminista de la diferencia que expresa el temor de que la mera igualdad haga imitar valores construidos en sociedades plenas de desigualdad, se puede entender la relación que existe entre los 1.000 millones de seguidores tanto en televisión como en redes sociales del mundial femenino, con la ganancia de 7.400 millones de dólares al año por parte de la multinacional Nike por su rol en el desarrollo de marca construida por el universo del fútbol de mujeres.

De igual forma, la diferencia también se establece en una relación asimétrica entre públicos norte-sur. Los medios con derechos se distribuyeron mayoritariamente en Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Holanda o Reino Unido, es decir, países del norte donde las ligas de mujeres, con sus mercados de por medio, son estables. Países del sur, como Colombia, donde las ligas son emergentes y la constante es la falta de apoyo tanto en el nivel institucional como en las audiencias, tuvieron que conformarse con acceder a los partidos del mundial por señal privada, monopolizada por la multinacional Directv.

Es decir, el hecho que el mundial fuese visto por miles de personas, que el rating televisivo sea el mejor de todos los tiempos o que el Google Trends tenga información de un inusitado interés por el tema, no es un indicador de “crecimiento” cualitativo del fútbol femenino. Simplemente son indicadores de mercado ajustados al “feminismo” neoliberal que tanto gusta a las grandes marcas.

Invisibilización

Acompañado de está instrumentalización del fútbol femenino, existe una inocultable invisibilización de la práctica deportiva en las representaciones massmediáticas. Los medios de comunicación especializados en deportes ya sean visuales o escritos, generaron un cubrimiento mediocre de los acontecimientos del mundial de Francia.

A los fugaces compactos que RCN y Caracol mostraban en su espacio deportivo, se le agrega los pobres cubrimientos de cadenas internacionales como ESPN o Fox Sports, que concentraron todos los análisis futbolísticos a la Copa América. No existió, por ejemplo, más de 10 minutos dedicados en el programa Fox Radio Colombia a los partidos del mundial femenino, como a los goles y curiosidades que se vivían en el marco del torneo en el país galo.

Esta permanente invisibilización también se puede identificar en el copy-page que hicieron los dos principales diarios de circulación nacional, El Tiempo y El Espectador, en sus ediciones del lunes 8 de julio. Los artículos “¡Son las campeonas! Le ganaron a Holanda” de la casa editorial de Sarmiento Angulo, y “Las dueñas del balón” de la casa editorial del conglomerado Valorem, son exactamente iguales.

Si bien pueden ser información proporcionada por alguna agencia de prensa internacional, si demuestran la falta de interés en las redacciones deportivas por ampliar la información y la investigación de lo que dejó el máximo evento del fútbol femenino si se le compara con los múltiples análisis, columnas de opinión y editoriales dedicadas en general a la Copa América de varones.

Instrumento de lucha

Sin embargo, el fútbol se ha convertido en un instrumento del movimiento de mujeres para luchar por la emancipación de un mundo más igualitario, justo y libre. En el horizonte de la ecuación, está romper con la idea que se basa en los libretos del libre mercado y el individualismo.

Esta ruptura se expresa por las demandas, que incluso Megan Rapinoe ha identificado como propias para construir colectivamente el porvenir del fútbol femenino. Apoyar equipos y programas femeniles, promocionar escuelas de base y presionar la institucionalización de ligas nacionales que busquen la decidida profesionalización.

Con el mundial como marco de referencia, adquiere especial atención el hecho que el fútbol femenino desafía abiertamente la realidad del balompié mundial. Lo desplegado en los distintos partidos de Francia 2019 demuestran una estética inédita, belleza del juego, técnicas olvidadas, tácticas comprometidas, fair play envidiable.

En un fútbol internacional cada vez más corrupto, descompuesto en todos sus niveles y con los protagonistas del acto cada vez más parecidos al estereotipo del rockstar, lo construido por las mujeres, no solo en el mundial femenino sino en distintos escenarios en disputa, es digno de reproducir como acto de identidad con un deporte que en su naturaleza pertenece al dominio excluyente de lo masculino. La tarea del movimiento feminista es hacer del fútbol un acto de rebeldía y de igualdad plena.