El pasado 16 de enero, en vísperas del paro del 21, la alcaldesa Claudia López anunció su apoyo a una nueva iniciativa ciudadana que, al parecer, sería la panacea para acabar con los disturbios y la violencia dentro de las movilizaciones: Madres Gestoras de Paz
Renata Cabrales
@RenataRelata
Algunos creen que la iniciativa de las madres que pondrían “orden” en las marchas, venía directamente de la alcaldía, por lo que López dejó claro que el colectivo de Madres Gestoras de Paz es independiente, y que el Distrito “le brindó apoyo” para que pudiera accionar como gestores de convivencia en las movilizaciones, durante el paro.
Por su parte, el colectivo se manifestó ante los medios y rechazó “cualquier intento de instrumentalización de nuestro esfuerzo y trabajo por parte de cualquier sector político, la administración Distrital y medios de comunicación”.
Pero, venga de donde venga esta idea absurda de la madre como heroína salvadora del mundo, no deja de ser una forma más de violencia machista por el hecho de poner la responsabilidad de resolver conflictos sociales a las madres, sobre sus hombros.
Maternidad y estereotipos
Aunque una parte de la sociedad capitalina haya romantizado la iniciativa, el movimiento feminista se mostró inconforme ante la situación, pues el protocolo, que supuestamente, no es iniciativa de la alcaldesa, pero que apoya de manera irresponsable, y según la Casa de la Mujer, por ejemplo, “La figura de las madres en las movilizaciones contribuye a reforzar estereotipos alrededor de la maternidad”.
López afirmó ante los medios que “la sanción social es lo más efectivo para trancar el vandalismo en las marchas en Bogotá. Por eso, la figura de mamá buscará disuadir a cualquier manifestante que pretenda salirse de control”. Razón por la cual la Casa de la Mujer manifestó que “en que la figura de las madres gestores de paz refuerza el imaginario de la “súper madre” que debe equilibrar labores de crianza, intereses profesionales, sus deseos como mujer y ahora, como si fuera poco, la responsabilidad de mantener el orden público”.
Es por eso que el movimiento feminista ha rechazado de forma contundente una iniciativa que idealiza la maternidad poniendo a las mujeres que deciden ejercerla “al servicio de la familia y de los hijos”, y lo que es peor, al servicio de toda una sociedad, porque las Madres gestoras de Paz se autodenominan madres de todos lo jóvenes del país que salen a protestar.
Aquí se hace lo que yo diga
“La mujer en la casa, el hombre en la calle”. La mujer como “reina del hogar” constituye una división social creada por el patriarcado que atribuye a estar el deber de mantener todo en orden en el espacio doméstico. El concepto de “reina del hogar” nació durante la época en que la mujer carecía de libertad de expresión y participación política, pues no tenía más opción que estar dentro de la casa, cuidando al resto de la familia, porque su deber era responsabilizarse de sus necesidades.
Esta concepción de la madre cuidadora deriva también del concepto de “marianismo” que fue acuñado por Evelyn Stevens en «El marianismo», en Pescatello, Ann, Hembra y macho en Latinoamérica, México, 1977. La autora usa el concepto para referirse a la supuesta superioridad espiritual femenina, según la cual las mujeres son moralmente superiores y más fuertes que los hombres. Idea que viene del culto a la virgen María y que reproduce la creencia religiosa sobre la fortaleza espiritual de la mujer, quien debe tener paciencia con el hombre pecador y manifestar respeto por la sagrada figura de la madre.
Según Stevens, esta ideología les otorga el poder total a las madres del espacio doméstico y una gran influencia en la toma de decisiones: “La autoridad dentro del hogar estaría, en la realidad, en manos de la madre. A su vez, ella tendría un enorme peso en las decisiones políticas a través de su influencia moral”. Superioridad moral que a la vez, convierte la figura materna en tirana, que no pocas veces somete a las hijas e hijos a su voluntad por medio de expresiones como: “En esta casa se hace lo que yo diga y punto”.
Hijos e hijas como propiedad
Por su parte, para la filòsofa argentina, Luciana Cadahia: “El patriarcado es una forma de distribución del poder, el género y la propiedad. Los hombres se vuelven propietarios del mundo y los demás. Las madres, en cambio, solo de sus hijos. Asumir a los hijos como una propiedad es tan capitalista como practicar la economía extractiva de un territorio. De lo que se trata es de pensar una figura de la madre no patriarcal que no subyugue la identidad femenina ni establezca el vínculo madre-hijo como una propiedad que ‘domino’ porque ‘lo traje al mundo’”.
Entonces, ha sido un error durante esta alcaldía idealizar la figura de la madre, no solo como heroína salvadora del mundo, quien sale del espacio privado a resolver los problemas de la sociedad, sino también como una tirana con supuesto poder para reprimir a sus hijos e hijas cuando protestan de manera legítima por la exigencia de sus derechos.
Esta instrumentalización de la figura materna ha hecho quedar en ridículo a la misma alcaldesa de la capital como a un grupo de mujeres: “Madres Gestoras de Paz”, que por su ideal religioso de proteger a sus hijos e hijas que según ellas, son todas y todos los jóvenes que hacen parte de las movilizaciones; sin una real formación política y con una visión de la situación del país fuera de la realidad, salieron a las calles a enfrentar disturbios y se encontraron con una fuerza pública agresiva y abusiva que poco o nada les importa su idea romántica de “una sociedad pacífica”, y lanzaron gases en su presencia, obligándolas, a solicitar ayuda a entes del distrito.
Cuando la madre levanta la voz
Muchas son las madres que han levantado la voz contra la injusticia, pero, contrario a las Madres gestoras de paz, estas han luchado contra el establecimiento, y en gran medida para reclamar las injusticias cometidas contra sus hijos o hijas. Conocidas son entonces,
Las Madres de Plaza de Mayo quienes se organizaron durante la dictadura de Jorge Rafael Videla con el objetivo de recuperar con vida a los detenidos desaparecidos, inicialmente, y luego establecer quiénes fueron los responsables de los crímenes de lesa humanidad y promover su juicio.
Estas crearon Las Marchas de la Resistencia que son una serie de manifestaciones públicas anuales organizadas en la Argentina desde 1981, con el fin de reclamar por la vigencia de los derechos humanos. A pesar de haber sido perseguidas y catalogadas como locas, estas mujeres a quienes se les llevaron sus hijos y compartìan el mismo dolor, han logrado esclarecer la verdad y dar con el paradero de varios de sus nietos desaparecidos durante la dictadura.
No muy lejos encontramos a las Madres de Falsos Positivos de Soacha y Bogotá, Mafapo, asociación conformada por madres, esposas, hijas y hermanas de los hombres asesinados por militares del Ejército Nacional de Colombia de manera ilegítima y presentados como guerrilleros muertos en combate entre 2006 y 2009, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
Con las iniciativas de estas mujeres podemos ver una figura materna que va más allá del ideal romántico de una sociedad conforme con la tiranía de una élite gobernante, y que está del lado de quienes luchan por transformar un país violento y desigual en una sociedad más justa.