¿Relaciones con Cuba en manos de mafia anticubana?

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Mario Díaz-Balart, cabeza visible del grupo de legisladores cubano-americanos, comprometidos con planes terroristas contra el gobierno socialista de la isla.

La bancada parlamentaria de Miami, representante del llamado exilio cubano, que no fue recibida en la Casa Blanca bajo la administración Obama, hoy se pavonea por los pasillos del despacho oval y les habla al oído a los asesores de Trump

Alberto Acevedo

Un despacho de prensa de la Associated Press, informó el pasado 13 de febrero, que el grupo de legisladores de origen cubano, elegidos por la circunscripción de Miami, conocidos por sus vínculos con la agencia de inteligencia norteamericana, CIA, y por su participación en planes criminales contra el gobierno y la revolución cubanas, “se hacen escuchar de nuevo” en los pasillos de la Casa Blanca.

La alusión periodística al hecho de que el grupo anticubano vuelve “de nuevo” a interlocutar en los pasillos del despacho oval de la Casa Blanca, se refiere a que en el pasado, uno de los miembros de ese selecto grupo contrarrevolucionario, el señor Carlos Curbelo, se quejó de que la administración del presidente Obama, en los ocho años de sus dos periodos presidenciales no consultó ni una vez con el club de Miami la política a seguir hacia el gobierno revolucionario de la isla.

Otro de los voceros del grupo, Mario Díaz-Balart, confirmó el tono quejoso, al asegurar que “hemos tenido más conversaciones con la gente de alto nivel de Trump acerca de Cuba, que las sostenidas en ocho años con los funcionarios de Obama”.
Nostalgia de la ‘guerra fría’

Los mencionados legisladores, a los que se agrega el nombre de Ileana Ros-Lehtinen, hacen alarde de que en las pocas semanas que van de la nueva administración republicana se han reunido con el feje de despacho de la Casa Blanca, Reince Priebiuis, con el vicepresidente Mike Pence, con el nuevo director de la CIA, Mike Pompeo y con otros altos funcionarios.
Estos personajes esperan que su voz sea tenida en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre la política exterior de los Estados Unidos hacia Cuba. De alguna manera, este grupo conservador y contrarrevolucionario actúa como una especie de “parque jurásico”, creyendo que el mundo no ha cambiado y que todavía se pueden jugar las reglas de la ‘guerra fría’, y la política exterior de la primera potencia del mundo seguramente se va a plegar a sus torvos intereses. Pero en la práctica, el mundo ha cambiado, y a pesar de la orientación ultraconservadora del gobierno Trump, el complejo militar industrial norteamericano, el verdadero poder detrás del trono, parece adoptar una posición más pragmática frente a las nuevas realidades.

Una parte de la llamada “comunidad en el exilio” de Miami, incluso considera que no es prudente desmontar la política hacia la isla, adelantada por Obama, y se inclinan por presionar “cambios” en el gobierno revolucionario, acordes a su particular modelo de democracia neoliberal. Otra parte en cambio, más recalcitrante, quisiera romper todo nexo con el gobierno cubano y endurecer el criminal bloqueo económico, financiero y comercial que Estados Unidos mantiene sobre la isla desde hace medio siglo.

Lo más preocupante de este giro político, en opinión de analistas norteamericanos, es que en el inmediato futuro, Trump “encomendará a esos legisladores, buena parte de la política hacia Cuba, sin tomar en cuenta las diferencias que estos expresaron con la política de Trump”. La afirmación alude al hecho de que Ileana Ros-Lehtinen y Carlos Curbelo, no respaldaron la candidatura republicana de Trump. Sin embargo, semejantes personajes, “van a ser las guías de la política norteamericana hacia Cuba”, según una fuente periodística de la AP.

Voces sensatas

Frank Mora, ex subsecretario de Defensa para el Hemisferio Occidental, comparte esta apreciación, al afirmar que “Trump va a volver a entregar la política exterior de Estados Unidos a los legisladores cubano-americanos”. En Estados Unidos, sin embargo, se escuchan voces sensatas. James Williams, de la organización Engage-Cuba, dice: “Confiamos, después de que el gobierno de Trump haga una revisión completa de nuestra política hacia Cuba, encontrará que seguir avanzando hacia la normalización, es la mejor opción para fortalecer la seguridad de nuestras costas”, y optar por un camino que conduzca a “mejorar la vida de la población cubana”.

En una actitud serena e inteligente, el gobierno cubano ha hecho pública su intención de seguir trabajando por el mejoramiento de las relaciones bilaterales, sin dejar de denunciar el criminal bloqueo económico y comercial, y sin renunciar a la defensa del derecho a la autodeterminación y la no injerencia en los asuntos internos, que en Cuba es sinónimo de defensa del carácter socialista de la revolución.