Desde una resignificación de la contradicción capital-trabajo hasta la renovación de la dirigencia sindical, pasando por la creación de formas organizativas de los trabajadores tercerizados y el fomento de campañas de crecimiento del movimiento sindical, son parte de las propuestas para estar a la altura de las exigencias
Juan Pablo Montero
Uno de los sectores más golpeados por la crisis capitalista es la clase trabajadora. El panorama desconsolador proviene de las políticas de los planes de ajuste estructural de la década de los 80 y comienzos de los 90, donde el gran capital dictaminó directrices como el achicamiento del Estado vía privatizaciones, el aumento en los impuestos, la reducción de los salarios de los trabajadores y los despidos masivos e incrementos en los años de cotización de pensiones, entre otros.
En ese sentido, los paquetes económicos – legislativos se ensañaron contra una clase trabajadora que durante casi un siglo había obtenido una serie de conquistas sociales, económicas y políticas para el conjunto de la sociedad.
Toda esta situación trajo consigo un reflujo del movimiento sindical, que sigue jugando un rol importante por su tradición histórica, aunque las políticas neoliberales como la flexibilización laboral y la ola de privatizaciones golpearon gravemente al movimiento obrero, dejándolo en un escenario muy reducido de la lucha social.
En ese sentido un deber prioritario para la lucha contra el capital y el modelo neoliberal tiene que girar en torno a repensar el que hacer con la organización, movilización e iniciativas de los trabajadores, donde cada día la estabilidad laboral se disemina en múltiples formas de contratación que se resume en otras tantas formas de explotación donde mujeres y jóvenes son los más afectados.
Las cifras hablan
Colombia no es ajena a esta situación, además que se ha encontrado enmarcada en un conflicto social y armado por más de cinco décadas donde la represión estatal y paraestatal le ha declarado la guerra al movimiento popular y obrero. En ese orden de ideas, la guerra sucia es otro factor de la crisis del campo sindical y la organización de los trabajadores.
Ahora bien, según los datos del Departamento Nacional de Estadística, Dane, 2018 muestra una realidad bastante preocupante sobre las cifras de ocupación en Colombia. Existen alrededor de 22.457.000 personas ocupadas, para las cuales el 65,7% se encuentra en la informalidad, es decir, cerca 14.597.050. Además, la tasa de desempleo se acerca a los 10 puntos que son 2.402.000 desempleados. Este panorama indica que el nivel de exclusión y explotación laboral es el pan de cada día para la clase trabajadora en nuestro país, donde el rebusque es la palabra más cotidiana de las familias colombianas y no la conquista de derechos porque esa palabra tiende a desaparecer del lenguaje.
Esta preocupante cifra se refleja en las diversas formas de explotación laboral porque los derechos fundamentales, como la libertad sindical, son prohibidos de manera directa vulnerando así una forma organizativa de los trabajadores, además toda la ola de tercerización, flexibilización y precarización laboral se ve en cada una de las ciudades del territorio nacional sin existir políticas claras por parte del Estado, sino por el contrario con el gobierno de Duque se pretende una nueva reforma laboral que propone precarizar más las condiciones económicas de las nuevas generaciones de trabajadores.
Es así como la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, propuso pagar el 75% del salario mínimo a los jóvenes menores de 25 años y desde el Gobierno se propone crear una nueva forma de contratación a los trabajadores, que consiste en el pago por horas desconociendo toda la carga prestacional de cada trabajador.
A continuación, se mostrará la tasa de sindicalización en Colombia que continúa siendo preocupante (ver tabla).
Algunas propuestas
El panorama de organización sindical es bastante negativo, sumándole aun que la dispersión sindical en casi siete centrales de trabajadores y la creación de sindicatos patronales muestran un escenario poco esperanzador para los trabajadores.
La pregunta central gira entonces alrededor de ¿cómo repensar las nuevas formas de organización del mundo del trabajo en un contexto de poca estabilidad laboral y el crecimiento exponencial del precariado?
Para esto existen una serie de iniciativas que van en doble vía:
- Entender la reconstrucción del movimiento obrero desde una perspectiva de clase resignificando las contradicciones capital – trabajo.
- Renovación de la dirigencia sindical en las organizaciones de base y las centrales de trabajadores.
- Fomentar campañas de afiliación sindical en las diversas empresas estatales y privadas, con sus plantas de personal que aún no se encuentran afiliadas.
- Diversificar las formas organizativas de los trabajadores tercerizados y precarizados en estructuras flexibles que permitan reestructurar a los trabajadores que no cuentan con sus derechos garantizados.
- Articular las luchas de los trabajadores con las problemáticas comunitarias y barriales, entendiendo esta unidad como el escenario de coordinación y articulación.
- Construir una teoría crítica del derecho laboral que permita generar propuestas sobre las transformaciones del mundo del trabajo.
- Retomar la iniciativa del estatuto del trabajo como una campaña nacional de acción y movilización realizando los ajustes pertinentes a la propuesta de la exsenadora Gloria Inés Ramírez.
Con estas iniciativas y otras más que se pueden ir trabajando con el conjunto de la clase trabajadora organizada y no organizada, se pueden generar agendas de trabajo que permitan la reconstrucción del movimiento obrero en Colombia.