Resistencia trans

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Mujeres trans durante la marcha del orgullo gay. Foto Renata Cabrales.

Las mujeres trans, a pesar de haber conseguido algunos avances en sus derechos, aún siguen siendo discriminadas en diferentes espacios, lo que obliga a la mayoría a permanecer en un eterno círculo de pobreza

Renata Cabrales
@RENATARELATA 

Hernán Lara Higuita, conocida como Zunga, la perra roja, 27 años, mujer trans, feminista, lideresa social y estudiante de licenciatura en ciencias sociales, se ha encargado de hacer visible el trabajo de las mujeres trans en su región, departamento del Caquetá.

Según nos cuenta, Caquetá ha sido una de las zonas más afectadas por la guerra, es decir, por el conflicto armado, pero, además, las mujeres de su condición han sido víctimas de la guerra de la discriminación y el rechazo, “cuando era niña me obligaban a vestirme con ropa que no me identificaba e incluso, a jugar fútbol”, advierte.

Comenta, también, que hizo su tránsito a mujer no porque fuera un error su sexo asignado, sino porque así se sentía, como una mujer. Sin embargo, asegura, su proceso de transición no ha sido tan difícil pues ella, al contrario de muchas mujeres de la misma condición, sí tiene una mamá y una familia que la apoyan. Y menciona el tema porque para muchas mujeres trans del Caquetá, “las familias pueden llegar a ser quienes más las discriminen”.

Su trabajo y los riesgos

Afirma que su gran motivación es continuar trabajando por los derechos de las mujeres trans en su región y, porque cada día, la vida de estas mujeres sea mejor y puedan salir seguras y tranquilas a la calle, pues según ella, “la calle es un espacio de revolución en Caquetá y donde deberían ser aceptadas con sus vestidos cortos y su maquillaje, pues debido a esto, siempre tienen los ojos del rechazo y la discriminación encima, y es algo muy berraco”.

Afirma entonces, Zunga, que su tarea como lideresa es escuchar a las compañeras que tienen problemas para la protección de sus derechos y, “las asesoro acerca de las rutas de acceso a la salud, sobre derechos de petición y lo que ameriten con el fin de exigir lo que merecen”.

En la región, afirma, “mi trabajo como lideresa me pone en riesgo, pues ya he recibido amenazas, persecución y hostigamiento e incluso he sido víctima de violencia sexual, pero el Estado lo único que ha hecho es mandarme un policía o varios que ni siquiera saben cómo deben llamarme y no les interesa, desconociendo, de forma negligente, mi identidad”.

Furia trans

Ser defensora de derechos humanos en Colombia no es fácil pues a diario son perseguidas o asesinadas, pero, es aún peor, si también se es una mujer trans, por eso, al hablar de la “furia trans”, que es una forma de llamar al activismo de estas personas, en cuanto a la búsqueda de sus derechos, Zunga considera que, “sí hay una verdadera furia travesti, pues las mujeres trans no conseguimos trabajo formal, somos excluidas en el colegio y en la universidad y de conseguir un cupo, no reconocen nuestro nombre y nuestra identidad, también porque somos marginadas en los hospitales y nadie sabe cómo atendernos. Por cada feminicidio de una mujer trans y por las amenazas constantemente recibidas, el Estado lo ignora y la policía nos persigue y violenta. Mi sueño es un día salir a las calles en Caquetá y ver a la gente apoyándonos”.

Red Comunitaria Trans en Bogotá

Por otra parte, Yoko Ruiz, mujer trans que ha ejercido trabajo sexual, directora de la Red Comunitaria Trans en Bogotá, comenta que en este momento se encuentran preparando la cuarta versión de la marcha trans, que es un evento que han decidido hacer por parte de la Red, y quien tomó esta iniciativa fue Daniela Maldonado, una de sus fundadoras. “Todo esto comenzó por la idea de visibilizar la idea de que las mujeres trans también somos unidas y podemos estar en un colectivo y por medio de la marcha trans. Pero, con una apuesta política, haciendo memoria y recordando a todas estas mujeres que han sido víctimas de la transfobia y que han sido asesinadas o violentadas por ejercer un trabajo sexual o por su identidad de género, entonces, nace esta necesidad de lucha desde hace ocho años.

En cuanto a los logros que ha obtenido la red, en cuanto la exigencia de sus derechos, afirma, Yoko que, “dentro de nuestras mayores luchas se encuentra por ejemplo, lo que es el cambio de identidad en el documento y poder tener un nombre femenino, también hemos trabajado en diferentes proyectos exigiendo que seamos atendidas y escuchadas a la hora de exigir nuestro derecho a la salud, ya que muchos profesionales no tienen conocimiento de qué es el enfoque diferencial en cuanto a identidad de género, y a la hora de practicar un tratamiento hormonal o cirugía no saben exactamente qué hacer”.

Las luchas de este colectivo aún continúan porque siguen padeciendo la vulneración de todos derechos, pues siempre ha sido una lucha continua por la educación, el derecho a movilizarse dentro de la ciudad sin ser discriminadas, el derecho a la seguridad policial, pues son muy perseguidas y hostigadas.

Discriminación en los hogares

Las mujeres trans padecen violencias diarias, que comienzan desde que son niñas, desde que son desplazadas de sus territorios. Su primer desplazamiento es causado por sus propias familias, pues muchas personas ignoran qué es la identidad de género o qué es lo que pasa con ellas. Entonces, son rechazadas y se ven obligadas a salir de sus regiones y llegar a una ciudad como Bogotá a “enfrentarnos con el desempleo, las opciones de trabajo son el trabajo sexual, la peluquería o trabajos que son criminalizados, de esta forma, siempre nos mantenemos en un círculo de pobreza obligatorio, sin poder salir de ahí, porque incluso para poder arrendar una habitación o un apartamento siempre hay mucha desconfianza, nos cobran el doble o exigen un papeleo que no se puede cumplir. En cuanto a la alimentación, si no se tiene un lugar estable, esta termina convirtiéndose en una especie de lujo”, afirma Yoko con tono de desesperanza.

Por otra parte, continúa: “También somos víctimas de transfeminicidios, casos que visibilizamos en nuestra página web, y es una forma de violencia, que, como hemos notado, ha ido en aumento, y se da por parte de la policía, de los grupos armados que están en los barrios o de los jíbaros, debido a la presión que tenemos en las zonas en las que tenemos que vivir y trabajar. En los últimos transfeminicidios se ha podido hacer seguimiento a los casos y en dos de esto, se ha podido capturar a los victimarios, pero no ha habido acompañamiento jurídico ni psicológico a los familiares o a las parejas de las chicas asesinadas, entonces es como si a nadie le importara”.

El campo laboral

En cuanto al tema laboral se ha logrado tener entrevistas con algunas empresas de Cámara y Comercio Lgbti que se han acercado a la sede de la red y, según la mujer, se han tratado de tener alianzas, pero, según relata, “también hay un perfilamiento, por ejemplo, si la chica no se ve tan femenina, no está operada o no tiene la ropa que generalmente exigen para una entrevista, sabiendo que son personas vulnerables, que a veces no pueden cumplir con los requisitos, entonces, no son contratadas”.

Por otro lado, las mujeres trans que conviven con el virus del VIH, aunque se han logrado avances en la toma de conciencia y formas de prevención, también siguen recibiendo una atención discriminatoria, pues al parecer, terminan en sótanos o en los lugares menos deseados de un hospital. Por su parte, en cada administración distrital, cuando se toca la problemática trans, siempre hay muestras de arrogancia e indiferencia sobre el tema y en cada cambio de administración hay que volver a crear nuevas estrategias para el cumplimiento de las políticas públicas.