Restitución de derechos

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Liz Élida Poloche, desalojada. Fotos Boris Orjuela.

Alcaldía local de Rafael Uribe Uribe, no le cumple a familias desalojadas

Carolina Tejada

El alcalde de la localidad Rafael Uribe Uribe, Álvaro Mejía Bravo, bajo el pretexto de garantizar la integridad de quienes vivían en la finca Los Arrayanes, Esperanza Alta, de esta localidad, adelantó un operativo para el desalojo de 35 familias que hace siete años se habían asentado en este lugar con el fin de garantizarles un espacio para habitar.

En el desalojo que se realizó el pasado 26 de mayo de 2017 sobre el medio día, contó con la participación de carabineros, la personería local entre otras entidades locales. Esta acción fue denominada por los habitantes como de carácter arbitrario y violento. El hecho se produjo cuando las personas que allí habitaban se encontraban en sus respectivos trabajos. Las casas o ranchitos como las mismas familias las denominan, fueron derribadas, las columnas que soportaban sus techos fueron trozadas con una motosierra, los pocos electrodomésticos se dañaron y algunas personas amigas de lo ajeno terminaron llevándose las tejas y otros elementos que había en el lugar.

Una acción contra todo derecho

VOZ dialogó con algunas de las familias que se encuentran en un proceso de exigibilidad de derechos ante la administración local. Son tres meses en los que la alcaldía local ha hecho caso omiso a los requerimientos de las familias, tanto para una reubicación como para la recuperación de los enceres perdidos.

Juan de Jesús Parra, es una persona de la tercera edad, vivía en una de las casas que fue destruida, él llegó a la vereda el 26 de mayo del 2011 y poco a poco construyó un lugar en donde vivir. Relata, que el día del desalojo llego en busca de la dormida, pero ya no había ranchito. “Vivimos aquí seis años consecutivos, nosotros salíamos temprano al rebusque, pero cuando llegamos a buscar la dormida ya no había nada, el alcalde de la localidad mandó a tumbar nuestras casas”.

 

Estas viviendas estaban ubicadas en la parte alta de la localidad, colindantes con el Parque Entre Nubes. Para subir a este lugar, al que también le dicen La Loma, se debe caminar montaña arriba al menos una hora y media. Por uno de los caminos que conducían a las viviendas, subían al hombro los elementos que con el tiempo le dieron forma al espacio, estamos hablando de techos, lavaderos, puertas, entre otros elementos.

Así lo relata Yury Lozano, una madre cabeza de hogar, que al igual que las otras familias fueron desalojadas, ella es madre de dos niños y la montaña la subió durante varios años. Ella comenta: “Nosotras entramos 120 familias, yo tenía un lotecito de cuatro por cuatro, estaba encerradito, con tejita por encima, con parales, tenía una camita, una estufita, un televisor para los niños. Yo duré cinco años en asiento aquí, pero por la salud de los niños, salí a pagar un arriendo y ha sido muy difícil porque yo trabajo por días y es muy complicado pagar un arriendo. Pero el lotecito con mi casita, la cuidaba y venía seguido a estar pendiente de ella”.

También comenta que “lo que estamos exigiendo es una vivienda digna, nuestro ranchito era muy humilde, pero era nuestro ranchito para vivir de fijo, y a ellos no les importó, sin dolor, sin nada, nos desalojaron sin previo aviso. Exigimos la indemnización de nuestros enseres, subíamos esa loma para traer una tejita, la cama, etc.”.

Estas familias además de sus viviendas tenían unos cultivos que usaban para la alimentación común. Así lo menciona uno de los desalojados. “Aquí teníamos una sementera de papas, cubios, tallos, maíz, papa, tomillos, habas, hierbas aromáticas. Ahora el señor alcalde desde que nos tumbaron los ranchitos, me dijo que no podía volver a entrar, pero nosotros sembramos esta sementera porque no teníamos que más comer, para mí y mi familia, también para los que vivíamos aquí”.

Liz Élida Poloche, hace parte de una comunidad indígena: “Estamos en la lucha por la vivienda, yo soy una persona mayor de edad, ya es muy difícil que me den un trabajo, para poder decir que voy a pagar un arriendo para vivir tranquila y pues, aquí yo había construido mi casa, pero mire lo que me dejaron. Yo espero que el gobierno nos ayude con las viviendas, porque todos los que estamos aquí carecemos de ella y necesitamos la vivienda. Queremos que nos reubiquen y nos den una casita, el artículo 51 de la constitución dice que todos los colombianos debemos tener una vivienda digna. Y ojalá sea pronto para no seguir rodando, así como estamos”.

Las familias están pidiendo cumplimiento en los compromisos que la alcaldía les había hecho. Hasta ahora no han podido llegar ni a un proceso de concertación con la administración local y las 35 familias, por el contrario, el proceso se ha ido dilatando y mientras el tiempo pasa, las personas que habitaban allí han tenido que padecer diversas necesidades en busca de un lugar en donde llegar a pasar sus noches dignamente.

@carolltejada