MÉXICO. –Es posible el arribo del izquierdista Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México en las elecciones de junio de 2018; no obstante, es ingenuo pensar que esto resolverá de facto la profunda crisis económica, política y social que enfrenta este país. Es necesario repetir una y otra vez, y cuantas veces sea necesario, que el mal de males de México es el capitalismo.
El modelo de explotación está agudizándose toda vez que las oligarquías políticas y financieras que aquí operan, están acelerando en este preciso momento la liberalización de todos los sectores centrales de la producción nacional. Por tanto resulta indispensable revisar lo ocurrido entre el cuatro y el siete de abril de este año, cuando más de tres mil quinientos trabajadores de la armadora de autos Nissan, con sede en la ciudad de Cuernavaca, estado de Morelos (a 72 kilómetros al sur de la Ciudad de México), estallaron la huelga, obligando a la administración de la empresa a elevar en 4.5% su salario.
Detrás de esto se haya un profundo trabajo de agitación del Partido Comunista de México que ha logrado vencer las estratagemas de la compañía, así como de sus representantes blancos, para conseguir un bloque sólido de defensa de los derechos laborales de este núcleo fabril, vía la huelga.
Los comunistas mexicanos lograron consolidar un frente de resistencia al interior del Sindicato Independiente de Trabajadores de Nissan que redituó en un saldo a favor a partir de la huelga. Por eso es que en medio del ánimo político que observa que las cosas sí podrían ser diferentes con el simple y llano arribo de López Obrador a la presidencia, conversé con el responsable de la política obrera del PCM y además su segundo secretario general, Diego Torres, para revelar lo ocurrido en el paro de Nissan-Civac, toda vez que el paro de la producción –es decir, la detención del flujo de capital–, es la vía revolucionaria para atacar de fondo la crisis; de hecho, es la huelga y no una infinidad de marchas, lo que más duele a los potentados de este país (de ahí que impulsen con desesperación la liquidación del marco de derechos y prestaciones laborales).
“Previo a la huelga ha habido casi una década de agitación, propaganda, venta del periódico (El Comunista), etc. Pensamos que poco a poco ha ido elevando las miras y la conciencia de la base trabajadora entre las cuales se cuentan algunos comunistas. Pero sin embargo en el actual periodo -un periodo de profundización de la crisis, de insumisión, en el que la sociedad se escinde más y más en función del choque entre clases- los aprendizajes son más veloces”, me dijo Torres en entrevista.
¿Cómo podría seguir construyéndose esa tarea en otros centros de trabajo, con objetivos revolucionarios? Diego Torres contesta:
“Estamos aún lejos de que la clase obrera adquiera plena conciencia de la necesidad de luchar por tomar el poder, ser ella la que gestione y legisle el poder político en México, de la necesidad de apropiarse de las fábricas, bodegas, plantas, tierras, bancos, etc., y echar a andar todo ese aparato económico para garantizar su existencia, para ser disfrutado colectivamente, para desarrollar todas las capacidades de nuestro pueblo, etc. Las futuras escaramuzas que tendrán que ver con recortes, con afectaciones por los acontecimientos internacionales, etc., serán usados para ilustrar esta necesidad y urgencia.
Buitre: ¿Qué experiencia arroja este paro a la clase trabajadora mexicana?
Diego Torres:La enseñanza más general es que inclusive para los intereses económicos, inmediatos, etcétera, es el camino de la confrontación el que arroja en el balance final siempre los mayores avances.
Buitre: ¿Es posible en México una huelga general?
Diego Torres: Una huelga general es una excelente arma de la clase obrera y una importante forma de luchar por intereses que le son generales. Básicamente hay que comenzar con la mayor urgencia a agitar, propagandizar y organizar ahí donde esperamos y necesitamos que se den las escaramuzas, ahí en los sectores que tendrían que parar en tal huelga. En la propaganda es necesario hablarle a la clase obrera de los temas candentes de nuestra época, la crisis, la guerra, de cada coyuntura importante e interpretárselo desde la posición que defienda sus intereses. En la agitación es necesario hacer el llamado a la acción, al paro, a la huelga, al abandono masivo de turnos extra forzados, a la solidaridad, a la movilización y denuncia, etc., en función de las demandas más sentidas; en esto no hay una receta. Lo organizativo implica chocar necesariamente con los aparatos de control sobre de la base trabajadora.
La experiencia del Partido Comunista de México en la huelga de Nissan arroja que la solución a los problemas de este país no pasa por lo electoral. La mera acción del sufragio es un paliativo que de hecho ni siquiera resuelve la falta de democracia. No. La crisis económica, social, política y hasta cultural que enfrentamos se deriva de una super-estructura donde vale más el dinero que la vida humana. Para tal lógica, la participación del Estado mexicano se ha reducido a labores punitivas pues ha delegado en manos privadas la satisfacción de la seguridad y bienestar de la población, claro, siempre y cuando puedan pagar por tales servicios. Creo por tanto que la ruta para cambiar verdaderamente las cosas aquí, se haya en replicar eso que hizo el PCM y que ya se comenta en los corrillos industriales del país: “hacer como los de Nissan”.
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