Retrocesos en Perú y Argentina

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Mientras el presidente de Bolivia y otros mandatarios regionales piden liquidar a la OEA, el presidente peruano Pedro Castillo se reunía en Washington con su secretario general, Luis Almagro

Hay similitudes en los cambios de gobierno de los dos países y en los acercamientos de sus mandatarios a los sectores más recalcitrantes de la derecha latifundista

Alberto Acevedo

Las plataformas progresistas de los gobiernos de Perú y Argentina han vivido un recule general en las últimas semanas ante la arremetida generalizada de los sectores de ultraderecha en ambos países que han puesto en marcha planes desestabilizadores que en últimas buscan que sucumban los gobiernos de Alberto Fernández en Argentina y el de Pedro Castillo en el Perú.

El caso más dramático y de mayor deterioro en el paquete de promesas electorales que llevaron a un triunfo popular, es el del Perú, en donde el mandatario ha venido haciendo sucesivas concesiones a la derecha golpista, bajo la falsa ilusión de que de esta manera podría contener el apetito voraz de la derecha que, sin embargo, frente a cada triunfo, pide más y más, sin ocultar la idea de conseguir finalmente que Castillo se aparte del poder.

Para el periodista Ricardo Giménez, integrante de ALBA Movimientos, Capítulo Perú, desde el día uno del gobierno de Castillo se ha dado un constante retroceso ante una derecha que expresa un golpismo violento, buscando un golpe de Estado mediante la figura de la vacancia presidencial, o forzar un cambio de rumbo, obligando al gobierno a renunciar a todas sus banderas de transformación del país.

No calmó a la fiera

El constante retroceso del gobierno se traduce en éxitos de la derecha en esa dirección. El presidente Castillo apuesta por calmar las aguas y conseguir un respiro de estabilidad. Parece que desconociera la naturaleza de sus adversarios. Busca el beneplácito de los grandes empresarios agrupados en Confiep, que saludaron el cambio de gabinete hecho hace apenas unas semanas.

Pero sectores de la derecha ya dijeron que hay ministros del nuevo gabinete, que tampoco les gustan y van a buscar hacerlos renunciar. Es una situación precaria e inestable. El proceso político de Castillo en el poder ha sido lamentable. Primero le entregó en bandeja de plata a la derecha la cabeza de Héctor Béjar, un canciller de lujo que prometía una política exterior progresista e integradora. Pero el bocado no calmó a las fieras. Aumentaron las presiones.

Los ataques se dirigieron luego contra el ministro del Trabajo, Iber Maraví y contra el premier Guido Bellido. También contra el presidente del partido de gobierno, Perú Libre, Vladimir Cerrón.  Este último se había puesto a la tarea de impulsar la constituyente popular, principal bandera de campaña del presidente Castillo.

Oportunidad perdida

Con el nuevo gabinete, la titular de la cartera de Gobierno ha dicho que la constituyente popular no es una prioridad y no ve posibilidades de que el tema se incluya en la agenda del gobierno ni ahora ni más tarde. Castillo promueve acuerdos con la empresa privada y con la banca internacional, que dejan fuera de la mesa todas las promesas de campaña. Perú ha perdido una nueva oportunidad histórica, aseguran algunos analistas.

En Argentina, entre tanto, tras los resultados de la consulta de las denominadas PASO, que significaron una derrota para la coalición de gobierno que respalda al presidente Alberto Fernández, se produjo un cambio de gabinete. Pero como dice un politólogo austral, Fernández le hizo un guiño a la izquierda, pero nombró un gabinete afín a los intereses de la derecha.

“Parece que escucharan las urnas con el oído derecho”, dijo en forma simbólica el líder político Cristian Castillo, del Frente de Izquierda FIT. Para muestra un botón. El nuevo ministro de Agricultura, Julián Domínguez es un funcionario con excelentes nexos con los terratenientes, con lo cual garantiza que no les va a tocar sus intereses. Juan Manzur, jefe del gabinete, con muy buenas relaciones con el sector más conservador y retrógrado de la Iglesia católica y con la derecha israelí.