Manuel Antonio Velandia Mora
¡No te mates por marchar, marcha por vivir!
En 2020, en Colombia, las marchas de las personas de los sectores LGTBI y de las diversidades de géneros y cuerpos fueron todas virtuales, este año algunas lo siguen siendo. Bogotá otras ciudades escogieron hacer marchas presenciales invitando al distanciamiento social, algo muy difícil cuando las mismas condiciones que motivan las marchas son un motivo de celebración y necesariamente se escucharán los gritos de alegría y de protesta.
La experiencia ha sido, por ejemplo, que, en la Marcha del Sur en Bogotá, fue muy difícil controlar que realmente las personas que guardaran la distancia social y estuvieran protegidas a todas horas. Los estudios epidemiológicos demuestran que los dos meses de marchas continua han incrementado las cifras de la pandemia. Sería muy triste que muchos militantes, que muchas personas que salen por primera vez, que muchos líderes sociales tan importantes en la historia del movimiento en el país se vieran afectadas por la Covid 19.
De derechos y derechas
Las personas pertenecientes a los sectores LGTBI y a las diversidades de géneros y cuerpos aún no tenemos plenos derechos, pero cuando los homosexuales dejamos de ser enfermos en el código penal de 1936 seguramente para muchos hombres no fue un motivo de gran celebración porque pasamos a ser reconocidos como delincuentes.
En 1980 logramos la despenalización de la homosexualidad, un año después se hizo vigente que ya no lo éramos. Esto nos posibilitó el derecho a marchar por primera vez el 30 de junio de 1982 en Bogotá.
Hoy conmemoramos 30 años de la Constitución política de Colombia, el artículo 13 que reconoce que en nuestro país no hay discriminación por razón de sexo abrió las puertas para una serie de fallos de tutelas que nos concedían derechos. La Corte Constitucional revisó muchos de ellos y los ratificó. Incluso por un fallo de la Corte Constitucional logramos el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo.
En Colombia tenemos muchos derechos, pero nuestra lucha no puede parar hasta que todos los derechos se han soportados por una ley, los derechos que tenemos están soportados por fallos de la corte constitucional.
En 2011, el Congreso expidió la Ley 1448 de 2011 (Víctimas y Restitución de Tierras), y la Ley 1482 (Antidiscriminación). Ambas incluyen a las personas LGBT, pero no son explicitas con los derechos de las personas de las diversidades de géneros y cuerpos. Se reconoce la categoría de orientación sexual en la definición de víctima del conflicto y de los tipos penales de “actos de racismo o discriminación” y “hostigamiento por motivos de raza, religión, ideología política, u origen nacional, étnico o cultural”.
El Decreto 1227 de 2015, que modifica la ley que regula el registro civil en Colombia, permitió el cambio de sexo en los documentos de identidad para las personas mayores de 18 años con su simple declaración de voluntad de hacerlo.
También es verdad que los movimientos de derecha se han valido de la falacia de la “ideología de género” para torpedear el avance de los derechos, aun cuando con muy poco éxito.
Si bien a los ojos de un incauto en Colombia habría mucho que celebrar y este sería un gran motivo para organizar las marchas del orgullo LGTBI, tanta dicha NO es cierta. No hay que ser un lector muy concienzudo de la prensa o un televidente muy asiduo para tener claro que las personas trans, especialmente las personas trans femeninas son víctimas frecuentes de abusos policiales y de violencias callejeras.
En Colombia hay una aberrante práctica en la que miembros de la policía disparan a las nalgas de las mujeres trans, con toda la saña posible, con el fin no sólo de producir una lesión física por el daño que causa la bala sino especialmente para destruir las siliconas con las que algunas de ellas construyen las formas de sus caderas.
Las mujeres lesbianas y los hombres trans masculinos son víctimas de violaciones correctivas, no sólo como víctimas del conflicto armado, sino por las violencias de las que son objeto y que son ejercidas por personas que dicen amarlas, porque son sus familiares.
Son tantas y frecuentes las violencias hacia las personas de los sectores LGTBI y de las diversidades de géneros y cuerpos que las marchas del orgullo deberían estar en especial un acto de protesta, esto no niega que también lo sean de celebración.
Homenaje a Laura Weinstein
En el cartel que invita a la marcha del 4 de julio en Bogotá se anuncia la conmemoración de 25 marchas, realmente ésta será la número 26, recordemos que la primera marcha fue realizada en Bogotá en 1982. Ya son 39 años desde la primera marcha realizada en el país.
La marcha saldrá del parque nacional y se dirigirá hacia la plaza de Bolívar, pero a diferencia de otros años no habrá tarima porque el distanciamiento social no permite las aglomeraciones. Las personas están citadas a las 2:00 p.m. en el Parque Nacional.
Este 2021, en Bogotá, se hará un homenaje a Laura Weinstein, quien fue directora de la Fundación Grupo de Acción y Apoyo Trans (GAAT) y una de las principales activistas trans de Colombia, quien murió el pasado 2 de enero. Una imagen de esta activista es exhibida hoy en las paredes del Museo Nacional de Colombia, se acompaña con dos banners que con flores traen a la memoria las banderas arcoíris y trans.
Fisuras, por ahora, irreconciliables
Algunos sectores, especialmente de los sectores trans y de las diversidades de géneros y cuerpos como también sectores económicamente deprimidas y otros más con posiciones políticas diferentes a la manera como se realiza la marcha “oficial” que hoy se celebra en Bogotá han puesto continuamente su grito de alerta frente a los organizadores para que se cambie el sentido de la marcha y la manera como esta se organiza.
Este año se conmemora la sexta marcha trans en Bogotá, evento que busca darle voz a las personas violentadas y hasta excluidas por el movimiento LGBT. Está programada para el 16 de julio. El pasado 13 de junio se llevó a cabo la XIII Marcha LGBTI del Sur, en Bogotá.
Hoy mismo se realiza la Contra-marcha Translesbomaricona. En su invitación se lee que ésta contra marcha “está abierta a todas las personas mar1kas, trans, lesb1anas, no binarias, trabas, trav3stis y todos las cuerdas que no encajan en este mundo”. Invitan a que las personas “alisten pinturas, papelones, en crudos, performance es hito del arte que quieran porque esta será la marcha para todxs”.
La idea es que la marcha tradicional es una actividad del “capitalismo rosa”, cuya acción es un pink wasching” en la que se sienten sujetos de consumo y que se orienta al asimilacionismo cis-h3tero lo hacen porque quieren “vidas dignas, autonomía y organización popular”.
En el siguiente poema, publicado en el libro de mi autoría denominado “No habrá quien colonice el silencio”, habló sobre las diferentes maneras como puede explicarse la marcha, el carnaval del orgullo…
Esta marcha sale de la Avenida Misak (Jiménez) con carrera 7ª y está convocada a las 11:00 de la mañana. El sentido de la contra marcha es de sur a norte y culminará en Los Héroes.
Ríos de libertad
Somos un río de gente que camina,
una marcha, una revuelta, una rebelión
que conmemora la vida y las luchas
de quienes desde las trincheras del activismo
buscan construir la equidad,
el derecho a ser libres
y la posibilidad de existir sin ser perseguidos,
insultadas, ridiculizades, excluidas, rechazados,
despreciades o denostados por ser personas
lesbianas, gay, transexuales, bisexuales,
intersexuales, queer, asexuales, dos espíritus,
eiti, fa´afafine, hijra, bandhu, kinnar, muxhe
o parte de cualquier otra diversidad sexual.
Somos un río de gente
que reivindica a aquelloæs quienes
recibieron palos y pedradas;
fueron perseguidos, insultadas, encarcelados,
torturades, lobotomizados, desplazadas, asesinados
o conducidas al destierro o la muerte,
en nombre de la decencia, el “deber ser”,
la moralidad, la norma, la religión,
la ley o la buena educación.
¡Somos un río de gente!
¡Somos un río de gente!
¡Somos un río de gente!
Somos un río de gente que protesta
por esos otros, otras, otres
a quienes su familia, amigos, pastores,
educadores, terapeutas o jueces,
hicieron sentir pecadores, sucias, enfermes,
anormales, antisociales, vagos, maleantes,
y les obligaron por el alejamiento, control,
retención, encarcelamiento, ocultamiento,
confinamiento en campos de concentración,
colonias agrícolas, manicomios y sanatorios
a vivir su vida en secreto,
negarse al amor,
el disfrute de su genitalidad,
el erotismo y el deseo
y a no ponerle nombre a su sexualidad;
por aquellos quienes dieron la cara
y se rebelaron contra la policía,
las guerrillas, el ejército o los paramilitares
para alcanzar el respeto
rompiendo con la telaraña
de la mentira y la doble moral.
Somos un río de gente
que denuncia a los países
en que a sus habitantes
por no declararse heterosexuales
se les impone la cárcel, la tortura
o la pena de muerte.
¡Somos un río de gente!
¡Somos un río de gente!
¡Somos un río de gente!
Somos un río de gente
que camina sonriente,
que se siente en carnaval,
que está en un desfile
y disfruta la fiesta,
que celebra el derecho a vivir,
que muestra con orgullo,
la orientación sexual, el género,
el cuerpo, el vestido y la identidad
que se ha deseado construir,
o aquella identidad que no desea tener;
festeja la libertad y el respeto,
ensalza la solidaridad y
encomia el derecho a aceptarse
tal y como se es.
¡Somos un río de gente!
¡Somos un río de gente!
¡Somos un río de gente!