El rostro de la “intervención humanitaria”

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La ayuda humanitaria de los Estados Unidos ha dejado amargas experiencias en países como Siria, Libia, Afganistán, Irán e Irak.

Voceros de la derecha venezolana últimamente le han bajado el tono al carácter “humanitario” de la ayuda y hablan desenfadadamente de la intervención militar, que es con lo que en el fondo sueñan, para consumar el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro

Alberto Acevedo

Por estos días, en la medida en que se acerca la fecha de las elecciones presidenciales en Venezuela, la oposición golpista, sus aliados de la OEA y del llamado ‘Grupo de Lima’, y sus patrocinadores del Departamento de Estado y del Comando Sur de los Estados Unidos, han vuelto a hablar de la necesidad de un ‘corredor humanitario’ para Venezuela, para suministrar medicamentos básicos y alimentos de primera necesidad y paliar así la crisis social que vive el país suramericano.

El gobierno del país bolivariano y las organizaciones sociales y de masas que sustentan el proceso de cambios democráticos, rechazan de manera categórica cualquier expresión de ‘intervención humanitaria’, que consideran una mascarada para justificar la invasión militar, como anteriormente lo hicieron tropas norteamericanas, con o sin el aval de las Naciones Unidas, para derrocar gobiernos que les resultan incómodos y apoderarse de sus recursos naturales.

Cotarro contrarrevolucionario

En el caso venezolano, quienes defienden la idea, son precisamente las fuerzas de la derecha internacional, con los Estados Unidos a la cabeza, que no han ocultado su odio contra el gobierno bolivariano, y que sueñan con la idea de derrocarlo y regresar a los privilegios que antes detentaba la burguesía parasitaria de ese país.

En primer lugar está la denominada Mesa de Unidad Democrática que en distintas ocasiones ha solicitado, primero a la OEA, y más tarde a las Naciones Unidas, se adopten los dispositivos para instalar un “corredor humanitario” hacia su país. El mismo objetivo se planteó, como tarea prioritaria, el denominado ‘Grupo de Lima’, conformado por gobiernos latinoamericanos, enemigos acérrimos del proceso bolivariano. Ese grupo ha sido liderado por el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, que en varias ocasiones ha defendido tal “ayuda” para Venezuela.

Voceros de la derecha venezolana, últimamente le han bajado el tono al carácter “humanitario” de la ayuda y hablan desenfadadamente de la intervención militar, que es con lo que en el fondo sueñan, para consumar el derrocamiento del presidente Nicolás Maduro. Hace apenas un mes, el portal venepress.com, decía: “una intervención humanitaria es una intervención militar que se justifica por sus propósitos e intenciones humanitarias. A diferencia de las ayudas humanitarias, que son solicitadas por gobiernos que cooperan con todos los recursos disponibles para su distribución, las intervenciones son ejecutadas contra la voluntad de los gobiernos, quienes usan todas las fuerzas a su alcance para impedirlas”.

Detrás llegan los marines…

El modus operandi de los ‘corredores humanitarios’, así cuenten el aval de las Naciones Unidas, es que se traza una ruta, generalmente por la Usaid, la agencia para el desarrollo de los Estados Unidos. Esta organización evalúa la situación, y solicita el apoyo de las Fuerzas Armadas norteamericanas.

A raíz del terremoto del año 2010 y de los huracanes Irma y María, del año pasado, Honduras y otras naciones centroamericanas fueron objeto de la ayuda ‘humanitaria’ norteamericana. Más de 300 marines fueron movilizados para ‘brindar apoyo’. Esta es una de las misiones del Comando Sur de los Estados Unidos en la región, que coordina esa ayuda. Pero esa presencia ‘humanitaria’ resultó un pretexto para consolidar su posicionamiento militar en regiones donde necesita establecer una presencia de carácter estratégico. No olvidemos que Centroamérica ha sido escenario de numerosas invasiones norteamericanos en el último siglo y medio.

En Haití, por ejemplo, era evidente la presencia de la Armada norteamericana por todo el país, cuando se necesitaban médicos, rescatistas y personal de apoyo logístico especializado, no tropas élite de asalto, capacitadas para invasiones, desembarcos, ocupaciones, para lo que están entrenadas las fuerzas de infantería de marina de la Armada de los Estados Unidos.

…Y más tarde las bases militares

A Puerto Rico fue movilizada, en ese plan de ayuda, la 101 División Aerotransportada (DAT), que junto a la 82 División Aerotransportada, integran fuerzas de intervención militar élite. En 75 años de existencia, la 101 DAT, jamás ha cumplido misiones humanitarias; en cambio sí participó en operaciones de invasión en Vietnam, Laos, Afganistán e Irak.

Para coordinar estos operativos, usualmente se instalan Centros de Emergencia Regionales, que se transforman más tarde en bases militares permanentes de tiempo completo. De hecho, Puerto Rico es controlado política y socialmente por el gobierno de los Estados Unidos y los militares de la isla, con la asesoría de tropas del Norte.

Este es el escenario con el que sueñan para Venezuela las fuerzas de la derecha, nacionales e internacionales. Estados Unidos ya se prepara para un escenario tal. En junio pasado, cerca de las costas de Venezuela, se realizaron los ejercicios navales y militares Tradewinds 2017, con participación de 18 países, bajo la conducción del Comando Sur. El operativo fue presentado como “una maniobra multinacional de seguridad marítima y respuesta de desastres en el Caribe”.

El peligro acecha

Anteriormente, se habían realizado ejercicios militares, con tropas de cuatro países, incluida Colombia, bajo conducción norteamericana, en la Amazonía brasileña, al sur de Venezuela, en lo que podría interpretarse como el cierre de la tenaza contra el país suramericano. A esto se agregan recientes desembarcos de aeronaves de guerra y reforzamiento de bases militares norteamericanas en Panamá.

Todos estos operativos se inscriben dentro de la Operación Venezuela Freedom 2, que en estos momentos sigue su curso con el apoyo de la OEA, del Grupo de Lima y de instrumentos internos venezolanos como la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, y no pocos partidos de la oposición y de los medios de prensa a su servicio.