Considerado como parte de una nueva intelectualidad marxista, que surgió en la periferia capitalista en el marco de las luchas anticoloniales, Samir Amin no solo es reconocido como uno de los grandes economistas contemporáneos, sino como un renovador del marxismo. Nacido en El Cairo, Egipto, en 1931, Amin falleció en París, el pasado 12 de agosto, a los 78 años, después de padecer las dolencias de un tumor cerebral.
Con frecuencia, Amin provocó apasionadas polémicas en sus trabajos teóricos, algunos de ellos con sus compañeros de generación, y en sus numerosos libros publicados, que pasan de treinta. Una buena parte de ese esfuerzo lo dedicó a mostrar las relaciones de dominio entre el centro y la periferia, en un mundo globalizado, por lo que se le considera también uno de los pioneros de los estudios sobre la globalización.
Entre esos aportes se destacó la tesis de la “desconexión” de la periferia del centro capitalista. Esta se produce después de largos años de dedicación al estudio de las relaciones entre los países desarrollados y los países subdesarrollados, una relación en la que los segundos se “desconectan” del sistema capitalista mundial.
Aporte teórico
Sostiene Amin que hay una mutación capitalista en un nuevo imperialismo, ya no el del proceso de colonización, sino el del discurso de la libertad de comercio, el de la economía de mercado.
Características de ese nuevo imperialismo son, entre otras: la doctrina del libre comercio, como instrumento que permite la construcción de relaciones económicas y comerciales favorables a los grandes centros de poder; la imposición a la periferia de un modelo de desarrollo desigual; el militarismo, como expresión de esa ansia expansionista del capital; el racismo como discurso ideológico, justificador del neocolonialismo; el proceso de internacionalización de las relaciones económicas, conocido como globalización; y los tratados de libre comercio como forma de expansión del imperialismo.