
En el último medio siglo, por poner unos tiempos de comparación, no hay un concejal, un alcalde, un gobernador o un presidente de la República, incluyendo el actual mandatario, que no hayan prometido una solución definitiva al problema
Ricardo Arenales
Don Rodrigo de Bastidas, un notario de la provincia de Sevilla, en España, fue uno de los designados por la Corona para emprender las tareas de la conquista de América. En lo que lo historiadores califican como un acto de amor entre la ciudad y el río, el sevillano fundó a Santa Marta, el 29 de julio de 1525. Fue la primera ciudad de América, y don Rodrigo aspiraba a que fuera la más perfecta y hermosa del Nuevo Mundo.
Sin embargo, 494 años después, a diferencia de otras metrópolis del continente, y de que la capital del Magdalena ostenta el título de distrito turístico, la ciudad no cuenta con un servicio de acueducto que le proporcione agua potable a sus habitantes.
Hace pocos días, y ante las protestas de la población, el gerente de Electricaribe dijo que los apagones -que también se presentan- en la mayor parte de la ciudad, obedecen a la recarga de los transformadores, y al incremento en el uso de electrodomésticos, especialmente los sistemas de aire acondicionado y ventiladores. Su uso prolongado, indicó el funcionario, genera sobrecargas que afectan el servicio.
Agua insuficiente
Tampoco llegan las lluvias que se requieren con urgencia, para superar la crisis del agua potable. Es decir, según las autoridades, la intensa “ola de calor” que se vive por estos días, tiene a la ciudad sin agua y sin luz. De 370 barrios con que cuenta la ciudad, 180 están sin agua, y de contera afectados por apagones, la mayoría de ellos ubicados en la zona norte.
La planta de tratamiento de aguas de Mamatoco, al norte de la ciudad, ha disminuido el suministro este año de 603 a 299 litros por segundo. En tanto que la planta del sur, El Roble, bajó de 326 a 235 litros por segundo. La urbe cuenta con 44 pozos subterráneos funcionando, como refuerzo al trabajo del sistema de acueducto, los cuales generan unos 460 litros por segundo, pero esto no es suficiente. La ciudad tiene en estos momentos un déficit de 1.300 litros de agua por segundo y al parecer, la falta de lluvias en el norte del país ha bajado los niveles de los ríos.
Cada que llega una temporada seca en la ciudad, la historia es la misma, y como ahora, los responsables del manejo administrativo se conforman con decir que “la ola de calor”, ha empeorado las cosas. Otra cosa piensan las gentes que han padecido el problema por décadas.
Los 365 días del año
En el último medio siglo, por poner unos tiempos de comparación, no hay un concejal, un alcalde, un gobernador o un presidente de la República, incluyendo el actual mandatario, que no hayan prometido una solución definitiva al problema. Pero pasan los años y la angustia de las gentes se prolonga.
El intento más serio por erradicar el problema de una manera seria y responsable ocurrió bajo la administración del alcalde Carlos Caicedo, de Fuerza Ciudadana, que en 2014 aseguró que Santa Marta tendría agua potable los 365 días del año. Formuló una propuesta de acueducto, que se surtiría de las aguas del rio Guachaca, uno de los más caudalosos y profundos del Magdalena, como principal fuente de suministro.
Pero la empresa Metroagua, manejada por el clan de los Díaz-Granados, que ha ostentado el poder político por muchos años, se le atravesó en el camino a la propuesta del alcalde Caicedo. La puja llevó a que, por presiones de la burguesía samaria y con el respaldo de Findeter, se encargara un trabajo de consultoría a la Universidad de los Andes, que terminó desestimando la propuesta del alcalde Caicedo y “recomendando” traer agua del río Magdalena, mucho más contaminada, que adelante un proyecto, a través de una alianza público privada, que entregue en concesión el servicio de potabilización.
Jugoso negociado
Al proyecto se le dio el nombre de Acueducto Regional, fue avalado por el entonces presidente Juan Manuel Santos y su costo se estimó inicialmente en un billón de pesos. Más tarde se le hicieron ajustes y la suma se triplicó. Detrás de la pretendida alianza público privada estaba la empresa Inassa, filial de la española Canal de Isabel II y dueña de Metroagua, de Santa Marta, la misma que junto a Findeter, mandó a hacer el estudio de Los Andes.
Nunca se dispuso de los recursos necesarios, ni bajo la administración Santos, ni bajo la actual del presidente Duque. Sin embargo, el presidente nombró como alcalde encargado a Andrés Rugeles, ficha de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y recomendado por el clan Díaz-Granados, beneficiario del proyecto, quien ha dicho que esta vez sí habrá un acueducto regional. Desde luego, la dirigencia política tradicional de la capital del Magdalena, va detrás del jugoso negociado que implica manejar tres billones de pesos.
El rasero de la privatización
La escena de carrotanques distribuyendo agua en los barrios populares, es un drama que se repite en Santa Marta, en Ciudad de México, en Sao Paulo y otras ciudades. En el mundo, los analistas concuerdan en asegurar que el agua es utilizada como arma de guerra contra los pueblos, por los grandes poderes occidentales. Lo que sucede hoy en la Franja de Gaza, es muestra elocuente de esta afirmación.
En el municipio de Iza, provincia de Sugamuxi, en Boyacá, los días 16, 17 y 18 de noviembre pasado, se realizó el VII Encuentro de Acueductos Comunitarios de Colombia, que constató que la situación que vive hoy Santa Marta se repite a lo largo de la geografía nacional. El encuentro denunció además “la transformación de las empresas públicas municipales en empresas privadas y mixtas por acciones, y la persistencia de hacerlo con nuestros acueductos comunitarios; la pérdida de la autonomía municipal y territorial de los gobiernos locales en el manejo de sus recursos para agua y saneamiento y el arrasamiento de las comunidades organizadas como entramados construidos solidariamente por las gentes”.
La reunión de Boyacá dijo que en Colombia existen 12.000 acueductos comunitarios, que abastecen el 20 por ciento de agua potable en las ciudades, y el 40 por ciento en las zonas rurales. Pero, el gobierno de Iván Duque se propone privatizarlos, utilizando el mismo rasero para el angustioso desabastecimiento del vital líquido en Santa Marta.