Haydee Marín
Indudablemente las personas en su discurso espontáneo muestran su pensamiento y su ideología, así sea de una forma incipiente. De acuerdo a los discursos entre personas comunes y corrientes, se dibuja el pensamiento patriarcal y machista de la sociedad en que vivimos.
Tenía once años cuando en una fiesta de vísperas de un matrimonio, escuché el terrible diálogo entre el novio y su padre:
-“Mijo no la mal acostumbre, desde mañana mismo, muéstrele, como sea, que usted es el que manda. No le peine moños ni la acostumbre a regalos y plata. El que trabaja es usted y la plata es suya”.
-Claro papá.
Este terrible y abominable discurso se me quedó grabado en la memoria aunque no podía entender muy bien por qué un papá daba semejante consejo.
Con el paso de los años y los estudios de análisis e interpretación de texto, pude esclarecer la ideología que este pequeño diálogo encerraba. La expresión “muéstrele como sea” no era otra cosa que la autorización de un patriarca para utilizar contra la mujer cualquier tipo de violencia, la agresión verbal, los golpes, la humillación y aún la muerte si es que el poder de convencimiento no causaba el efecto esperado. En contar feminicidios tenemos experiencia.
La expresión “como sea” no excluye nada negativo para ser utilizado. Era la manifestación de una mente absolutista en cuanto al poder se refiere, allí estaba la negación total del derecho a opinar, a decidir y a hacer; era el cercenamiento por vía “de autoridad” del derecho de una mujer a pensar y a actuar por voluntad propia. El pensamiento feudal estaba allí dibujado: “el rey de la casa” estaba enseñoreado con la aprobación del patriarca.
La frase siguiente es la negación total de los derechos a un estímulo, subyace allí el desconocimiento de la importancia de su trabajo; el “ciudadano de segunda” que el pensamiento capitalista acuñó durante muchos años para la mujer. Ahí estaba no solo la desigualdad de la remuneración por el trabajo de la mujer, sino también el acorralamiento económico, la condena a no poder manejar dinero y tener bienes propios.
Qué carga de discriminación contra la mujer tenía ese pequeño pero demoledor diálogo, cómo quisiera que estas prácticas y estos pensamientos fueran del pasado, pero no. Esta es la realidad de la vida de muchas mujeres en el mundo.
No, no somos ciudadanas de segunda, podemos hacer y transformar la sociedad hasta llegar a la equidad y a la igualdad de derechos. Mujeres, nos corresponde salir a la batalla contra el pensamiento machista y discriminador.